VA1815C4008 Declaración del médico Félix Martínez y del boticario Tiburcio Luis de Luis por unas recetas en las que la medicación se excedía según las prescripciones de la Farmacopea Española
Fecha 1815
Localidad España, Valladolid, Valladolid
Proyecto HISPATESD: Hispanae Testium Depositiones. Las declaraciones de testigo en la historia de la lengua española. 1492-1833
Financiación MINECO/AEI/FEDER/UE: FFI2017-83400-P, 2018-2021
Archivo Archivo de la Real Chancillería de Valladolid
ID del manuscrito ARCHV PCR 1422/0001
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Declaración de don Félix
Martínez , médico y don
Tiburcio Luis de Luis , boticario
En la ciudad de Valladolid a
diez de febrero de mil ochocientos
diez y seis , ante su señoría ,
comparecieron el doctor don Félix Martínez , médico en esta ciudad
y don Tiburcio Luis de Luis , boticario en ella de
quienes por ante mí el escribano , recibió juramento
que hicieron según derecho , bajo del cual
prometieron decir verdad según su respectivo saber
y entender : dijeron que en obedecimiento del
auto de la sala por el que se nos manda
reconocer las recetas a don Juan de Santa María y
Ceferino Angulo , médico y cirujano respectivamente
de san Vicente de la Sonsierra , después de haberla
revisado una por una , para examinar si están
bien arregladas o si exceden de las dosis
prescritas por la Farmacopea Española , mandada
observar en todo el reino de orden de su majestad a fin de
evitar los perjuicios que en la salud pública
pueden causar la equivocación o ignorancia de
los profesores del arte de curar , debemos decir
que las quince recetas del médico Santa María
insertas en los autos están por la mayor parte
escritas contra todas las reglas de la facultad
con dosis tan exorbitantes en algunas que si
se hubiesen despachado por el boticario del
modo que se pidieron , hubieran producido
funestas consecuencias en los infelices
pacientes que hubiesen tenido la desgracia de
tomarlas. Sirva de ejemplo la del número seis en
la cual se advierte que para cinco onzas de
emulsión común u horchata que es lo mismo , hecha
dos onzas de jarabe de meconio que contienen
cuatro granos de opio . Esta dosis es temeraria si la
tomara el enfermo de una vez como es de presumir , ¿ pues
qué menos se le había dar que cinco onzas de
horchata? Y aunque se diga que se añadían dos onzas de
jarabe de altea y dos del meconio , compone el todo nueve
onzas poco más de medio cuartillo que regularmente
se toma de una vez , si el citado médico replicase que fue
para más veces o para uno que estaba habituado
a tomar opio , ¿ por qué no lo expresa según debe en la
receta para quitar el recelo bien fundado del
farmacéutico ? Pero todavía es más temeraria y excesiva
la fórmula de la receta número cuatro . Aquí para seis
onzas de agua de melisa o toronjil en cada tres onzas de
jarabe de meconio , esto es seis granos de extracto de
opio , se puede conjeturar que sería para dos veces
aunque no lo señala como debía en la receta al cabo
eran tres granos de opio para cada dosis que ninguno lo
puede soportar impunemente . En la receta número ocho hay
dos libras de agua de canela que cuando más se puede dar
de una dracma hasta media onza . La libra medicinal
tiene doce onzas por consiguiente las dos con veinte y
cuatro, la dosis es una dracma y aunque sean dos hya para
noventa y seis dosis bastantes no solo para el pueblo de su
Vicente sino para todos los lugares de la comarca . Es
de notar que aunque se llama agua impropiamente es un
verdadero espíritu de canela y por eso se da en corta
dosis que su precio según tarifa es de treinta reales por
cada libra y no recentándose por más por libras , el agua
o espíritu de canela se conoce que el intento era de
empobrecer o sonrojar al boticario que si no despachaba toda la
cantidad de la receta ( lo que era imposible si daba el
médico en pedirla a libras ) diría después que estaba mal
surtida la botica no habiendo en ella lo que se pedía : se
puede asegurar que en Valladolid apenas habrá boticario que
para el despacho de su oficina tenga en todo el año más de
dos o tres libras de agua de canela . La dracma de acido
sulfúrico o aceite de vitriolo que Santa María manda añadir a las
dos libras de agua de canela es excesiva y jamás se dispone
así . En la receta número doce : para seis onzas de agua
de anís manda mezclar una onza de alcohol o
espíritu de succino con otra de jarabe de
hierbabuena: Es enorme la dosis de la onza de espíritu
succino . La farmacopea citada la limita
de doce gotas hasta treinta y seis , esto es de medio
escrúpulo ( dosis ) a media dracma , la onza tiene ocho dracmas .
La dracma tres escrúpulos con que dando la dosis
regular la onza de alcohol de succino bastaba para
cuarenta y ocho dosis . ¿ En cuántas veces mandaría aquel
médico dar las seis onzas de agua de anís que con el
espíritu y el jarabe componían ocho onzas ? ¿ Es creíble
fuese para tomar en cuarenta y ocho veces ? Repetimos
que no espresandolo en la receta , el boticario hizo
muy bien en no despacharla como se pedía sino una
dracma en lugar de la onza . El agua carmelitana que
como la de canela también es espirituosa , la pide el
médico mencionado a libras según se ve en la del
número primero , esta agua cuesta treinta reales libra y se
da en menos dosis que la de canela pues es de un
escrúpulo a una dracma y por ende se conoce que se
dispuso
con el mismo intento que hemos indicado . Últimamente
en la del número quince se echa de ver que el médico tenía
gana de mofarse del pobre boticario pues en ella
pone el absurdo siguiente : De agua lo que quieras
de jarabe de Olmo lo bastante para la hebillera . Esta
es una forma desatinada o burlesca por todos
estilos, dejando a elección del boticario la cantidad de
agua podía despachar treinta o cuarenta cántaras
hasta agotar el pozo . El jarabe de olmo ( igualmente
pudo decir de chopo , de ciruelo , de salce , de álamo )
no tiene uso en la medicina y quedando al árbitro
del farmacopola ¿ Quién le estorbaba hacer veinte
o treinta arrobas de jarabe con dos o tres fardos
de azúcar para darle consistencia ? Esto no es
proceder de buena fe ni con la circunspección y
prudencia que exige una facultad tan interesante
y delicada como en la medicina . Es ridículo y
ajeno de toda razón que los dos facultativos
reconvenidos por el boticario sobre el exceso de las dosis que
recetaban contra lo que acerca de su arreglo previene
la farmacopea , respondiesen que este libro era
bueno para principiantes , miserable efugio para cubrir su
ignorancia o su malicia pues los médicos y
cirujanos no tienen otro código medicinal para la recta
administración de los medicamentos en dosis
convenientes, vamos ahora a censurar las recetas del
cirujano Ceferino Angulo que están más disparatadas por
ser como es regular más ignorante que el médico
y también más atrevido . Por fin el médico no salió
de la esfera de su facultad pero el cirujano receta
a troche y moche en medicina o para el uso interno
los medicamentos más arriesgados traspasando los
límites de su profesión y contraviniendo abiertamente a lo
dispuesto por más sabias leyes que prohiben
rigurosamente a todo cirujano mezclarse en los casos de
medicina ni aun en los de cirugía , siendo romancista
para los cuales si es menester recetar para lo interior debe
llamar médico acompañado . Permítasenos con este
motivo hacer una ligera digresión sobre este asunto en que
está comprometida la salud pública cuya suprema ley
llama la atención del magistrado para contener y
cortar de raíz los perjudiciales abusos que puedan
ofenderla. El prurito por desgracia harto común de meterse
a médicos los cirujanos de las aldeas y aun de la ciudades
acarrean daños irreparables a la humanidad . En los
lugares cortos donde no hay médicos se puede tolerar
que el cirujano trate los enfermos de medicinas
aunque mejor sería dejar obrar a la naturaleza por
sí sola que trastornar o impedir sus saludables
movimientos por la impericia y oficiosidad de un
ignorante cirujano que no es más que un curandero en los males
que no entiende ni es capaz de conocer . Si en los pueblos
donde hay médico se contuvieran y se limitasen
solo a la curación de las enfermedades externas no
harían tanto daño a los pacientes y se ahorrarían
muchos pleitos por disputarse sus facultades unos a
otros . En Valladolid en que hay sobra de médicos curan
más casos de medicina los cirujanos que aquellos , con
las funestas resultas que se dejan conocer , los
remedios y aun los venenos más activos que al
recetarlos tiemblan los médicos más hábiles , los disponen
los cirujanos como si fueran los más sencillos . Se
ha visto recetar una dracma de sublimado corrosivo
solimán para una libra de tisana , cuarenta
y ocho gramos de una vez de tártaro
emético para un vomitivo y otras a este tenor . Con
las cuales no decimos a uno sino a quince o
más hombres habría bastante para echarles a
la otra vida . Es necesaria , pues , una policía
médica, una puntual observancia de las leyes ya
sobre esto establecidas y por último que cada
profesión se ciña a las facultades que su título
le prescribe si se quiere desterrar de una vez
tan funestos abusos a la doliente humanidad .
En prueba de esta aserción haremos una crítica
juiciosa e imparcial de las recetas del
cirujano Angulo . Además de recetar , este como el
médico, el agua carmelitana y de canela a libras
se ve en la del número tercero que para una
libra de agua de toronjil y carmelitana ,
mediadura de tintura de canela y de succino añade
veinte granos de opio con una una onza ojimiel
simple . Los mismos veinte granos de opio
emtoca en la del no diez sin decir para cuántas
dosis , ni si era para persona habituada por
largo tiempo a tomar opio . En la de número
quinto receta cuatro onzas de jarabe diacodión
o de meconio que contienen ocho granos de
opio sin expresar para cuántas veces . La dosis
del extracto de opio es de un grano o dos y en
pasando de ahí ya es peligrosa la vida del enfermo
que con ocho granos de opio tenía lo suficiente
para despertar en el otro mundo . Pero la que más
escandaliza es la del número diez y ocho en la cual con
cuatro onzas de agua ( no se sabe de que por estar tan mal
escrita que no puede entenderse ) , mezcla otras cuatro
onzas de tintura anodina ( paregórica o de opio que es lo mismo ) , la
que en cada escrúpulo o veinte y cuatro gotas , contiene dos
granos de opio correspondiendo a las cuatro onzas
de dicha tintura la cantidad de noventa y seis granos
de opio , suficientes para matar a diez y ocho hombres
por lo menos . Concluimos con decir que de las
ochenta y cuatro recetas del cirujano , las cuarenta y dos
son para uso interno todas disparatadas , todas
perjudicialísimas si el boticario las hubiera
despachado según se pidieron , que es cuanto pueden decir y la
verdad bajo el juramento hecho en que y esta su
declaración leída que les fue se afirmaron y
ratificaron, expresaron ser mayores de treinta años , lo
firmaron con su señoría y en fe de ello yo el escribano .
Legenda:
Expansión • Conjetura • Tachado • Adición • Restitución • Sic
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