
En la villa de Madrid, a veinte y ocho días del mes de abril, año de mil setecientos y
cuarenta y siete, ante mí el escribano y testigos, pareció Pedro Fernández Grandizo, vecino de esta
dicha villa; y dijo que, por cuanto ha fallecido Lucía Fernández, su primera mujer, el día veinte y seis
de noviembre del año pasado de mil setecientos y cuarenta y seis, debajo de la disposición de la
declaración de pobre que el susodicho y la dicha Lucía Fernández otorgaron de mancomún en esta
dicha villa, en veinte y siete de julio del año pasado de mil setecientos y cuarenta y cinco, ante el
público escribano por la cual consta dejar por sus únicos y universales herederos de todos los bienes y
hacienda, que al presente tenía y en adelante la pudiesen tocar y pertenecer por
cualquier causa, título y razón a Alfonso, a José y Teresa Fernández Grandizo, sus tres
hijos legítimos y a los demás que en adelante tubiesen durante su matrimonio; y es así
que habiendo llegado el caso de pasar el dicho Pedro Fernández Grandizo a contraer
matrimonio de segundas nupcias con Marta Lozano vecina de esta dicha villa; y
allegado el de saber qué bienes y hacienda quedaron al tiempo del fallecimiento de la dicha
Lucía Fernández y hallarse el susodicho padre y legítimo administrador de las personas y bienes de los
dichos sus tres hijos menores y de la susodicha, y para saber qué gananciales de bienes
lleva a dicho en segundo matrimonio y para que en todo tiempo conste los que son y
especificar sus valores, habiendo sido tasados por personas peritas nombrados por el
susodicho son en la forma y manera siguiente:
Madera Primeramente un catre de haya en sesenta reales.
Más seis taburetes de vaqueta viejos, altos, a cinco reales
cada uno, montan treinta.
Más otros seis taburetes de nogal viejos cubiertos de
damasco encarnado muy roto, a cinco reales cada uno,
hacen treinta.
Más un escritorico de boj de tres cuartas de largo y una de
ancho con sus navetas en doce reales.
Más un espejo con su luna de a tercia con su marco
dorado en diez y ocho reales.
Más dos cuadritos de estampas de Nuestra Señora con sus
marquitos dorados en 8.
Más dos arquitas de pino pequeñas con sus cerraduras
y llaves ambas en doce reales.
Más una escopeta larga con sus adherentes en ciento y
ochenta reales.
Más un cuadro de un ángel de dos varas de alto y vara
y media de ancho con su marco negro en doce reales.
Bestidos Más tres colchones, los dos grandes de terliz poblados
de lana, y el otro pequeño de lo mismo; a sesenta reales
los grandes y el chico en treinta, que hacen ciento y
cincuenta.
Más una cotilla de damasco carmesí bien tratada,
setenta y cinco reales.
Más una basquiña de pelo de camello andada en
ciento y veinte reales.
Más una basquiña de tafetán negro forrada en
tafetán sencillo, color de porcelana, bien tratada,
en doscientos y diez reales.
Más un brial campo blanco, flores encarnadas y
azules, de persiana, nuevo, en trescientos reales.
Más un dengue de grana, bordado de blanca, bien
tratado, en noventa reales.
Más una cortina de bayeta encarnada de puerta
de alcoba en treinta reales.
Más una casaca de griseta de seda amusca
forrada en tafetán, color de porcelana, buena, en
ciento y cincuenta reales.
Más una mantilla blanca andada en quince reales.
Más un zagalejo de bayeta, encarnado, en veinte reales.
Más un guardapiés de droguete listado bien
tratado en setenta y cinco reales.
Más dos chupas de grana forradas en brandis, bien
tratadas ambas, en noventa reales.
Más un par de calzones de terciopelo negro bien
tratado, en cuarenta y cinco reales.
Más un zagalejo de serafina a medio andar en
treinta reales.
Más dos pares de medias de seda, las unas muscas y las
otras blancas, en cuarenta reales ambas.
Más una capa de paño amusca en cuarenta y cinco reales.
Más una colcha manchega en quince reales.
Más cuatro sábanas de lienzo con una a medio
andar, todas en ochenta reales.
Más tres camisas y dos pares de calzoncillos de lienzo
coruña, tasadas todas en sesenta y ocho reales.
Más dos almillas de lienzo santiago en veinte reales.
Plata Más dos cucharas de plata a la francesa, que pesan cada
una dos onzas, valen ochenta.
Más una caja de plata aburelada mediana, vale
cuarenta reales de vellón.
Más una aguja y dos rascadores de moño, todo
en veinte reales.
Más un par de hebillas de plata, valen veinte reales.
Más un aderezo de cruz y pendientes de piedras
de Francia engarzado en plata, vale setenta y cinco.
Cobre Más una copa mediana de cobre bien tratada
en ciento y diez reales.