MA1755D9046

Probanza. Antonio Caminos y Mateo Navarrete, vecinos de Vélez Málaga, contra Bartolomé Santiesteban Sánchez, vecino de dicha villa y preso en Ceuta, sobre la herida que el último le ocasionó al primero.

Fecha1755
LocalidadEspaña, Málaga, Vélez Málaga
ProyectoHISPATESD: Hispanae Testium Depositiones. Las declaraciones de testigo en la historia de la lengua española. 1492-1833
FinanciaciónMINECO/AEI/FEDER/UE: FFI2017-83400-P, 2018-2021
ArchivoArchivo de la Real Chancillería de Granada
ID del manuscritoARCHGR 10491/8

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A la segunda, dijo tiene por cierto el testigo que don Bartolomé Sánchez, desterrado en el presidio de Ceuta, llevado de el odio y mala voluntad que había concebido a la parte que lo presenta, nacido de los motivos que se articulan en la pregunta, proferiría las venganzas y injurias que se expresan, como es público en todo este pueblo; que es por donde lo acredita de cierto el testigo, y asimismo no le queda átomo de duda en que la dicha herida fue ejecutada con las premeditaciones que asimismo se articulan, pues generalmente al otro día de haber herido al dicho Caminos se decía por infinitas personas y haberse hecho por el don Bartolomé, habiéndose retirado el Caminos de las casas de su cuñado Francisco de España, en donde le consta al testigo concurría todas las noches por haberlo visto en ellas. Y es constante que, si no hubiera reparado el golpe que le dio el don Bartolomé con el brazo, era preciso haberle dado en la cabeza, que, siendo en este sitio del tamaño de la del brazo, considera no haber tenido remedio, pues le vio cortada la capa de paño nueva, la manga de ante que usaba, la del camisón y herida de el brazo cuando fue a visitarle. Y paró la consideración en ver cómo pudo haberle cortado la manga de ante por ser superior con tanta firmeza, con lo que certifica de más cierto que, si la herida la hubiera recibido en la cabeza, se hacía preciso su muerte, que es lo que puede decir en razón de la pregunta, y responde. A la segunda, dijo que lo que puede decir en razón de el contenido de la pregunta, es que, habiéndose hallado el testigo una noche de las de el mes de septiembre de el año pasado de cincuenta y tres, que no hace memoria cuál fue, en casa de Antonio Caminos, quien lo presenta, aguardando a que le pagara el jornal que había devengado, vio entrar a don Bartolomé Sánchez muy enfurecido, diciéndole a el Caminos era un un trasto, hombre ruin, que lo había de quitar de capataz, y que se la pagaría, con otras razones que profirió en contra de el susodicho dimanado lo referido de que el Caminos había entrado en su huerta a hacer una cogedura de limones, alegando no haber dado su permiso. Siendo así que, con el motivo de haber concurrido a ella el testigo, fue concedida la licencia por Francisco de Cárdenas, hortelano de el don Bartolomé y en su virtud obrado mayormente, no habiendo estado presente el Antonio Caminos y Juan de Rojas Sota, capataz. Y asimismo hizo reparo que, en la ocasión que estuvo injuriando y amenazando a el Caminos, el don Bartolomé llevaba un bulto debajo de el brazo izquierdo, que según infirió sería espada, sable o cosa semejante. Y por el Caminos se procuraba sosegar al don Bartolomé, diciéndole: Señor mío, no de eso y, caso que así sea, no se ha perdido nada porque en dándole a usted los dineros se acabó todo; lo que no servía para sosegarlo, con otras mil sumisiones que le hizo. Y después supo el testigo cómo, llevado de el odio y mala voluntad que por lo referido le había concebido, se había querellado de él, porque fue preso y suelto de la prisión por haberle amparado don Mateo Navarrete, vecino de esta ciudad, de quien es capataz o lo ha sido. De cuyas resultas, bajando el testigo una noche que no hace memoria cuál fue por una cuesta que le nombran la Puerta de Antequera, que pilla frente de la puerta de la calle de la casa del don Bartolomé, vio estar fajando dos hombres con algún rumor. Y, al tiempo de llegar el testigo a la dicha calle que nombran de la Coronada, alzó el uno de ellos un arma que, por haber sido larga y estar la noche clara le parecía haber sido espada o sable, y dar un golpe con ella. Y de sus resultas decirse: Ah perro, que me has muerto, que me ha muerto; con otras aclamaciones. Y entonces conoció ser quien daba las voces la parte que lo presenta. Y prontamente se retiró la otra persona, que conoció fue don Bartolomé Sánchez, quien, con la inmediación que tenía a la puerta de su casa, se metió en ella cerrando inmediatamente el portón. Y, habiéndose acercado el testigo a el Antonio Caminos a favorecerle, se asomó el Sánchez a la reja de su casa diciendo: ¿Qué es eso que ha sucedido ahí? Y por el testigo y otras personas que no hace memoria se llevó a el Caminos a su casa. Y, vista por el testigo la herida que le pasó la capa, manga de ante que tenía puesta, la de el camisón y su profundidad, hace juicio que, si la hubiera recibido en la cabeza, se hacía preciso su muerte. Y en aquel dicho lance oyó decir a las personas que concurrieron cómo el haber estado acechando en dicha calle el don Bartolomé había sido para herir a la parte que lo ha presentado, habiéndose parado en diversas partes de la calle las noches anteriores señalando cada persona y citando el sitio donde lo había visto. Lo que cree el testigo, en vista de lo que deja depuesto, mayormente teniendo que pasar por dicha calle el Caminos a la retirada de las casas de el don Mateo o las de Francisco de España, su cuñado, en donde concurría todas las noches como era noticia, y responde.

Legenda:

Expansión • ConjeturaTachado • AdiciónRestitución • Sic


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