
que en una gaveta que se sacó de un contador de las
casas mortuorias de la dicha doña Paula que lo que
había en dicha gaveta dijo doña Francisca Jiménez,
mujer de dicho don Juan Gutiérrez de España que lo
que había en ella eran cosas de Mariqueta la
ciega; y la vació y voleó en un lienzo que esta
declarante no reparó lo que había en dicha gaveta
y se llevó dicho lienzo la dicha Doña Francisca Jiménez; más
un bobillo de randa fina con sus arandelas de lo
mismo; que esto se la entregó la dicha doña Francisca
a la declarante para que se lo llevase a su casa y
esta se lo entregó en ella; más una docena
de platos de peltre, trinches sin estrenar que se lo
llevó así mismo el dicho don Juan Gutiérrez de
España; más media docena de platos de peltre ya
estrenados, los tres de un género y los otros tres de otro;
y una fuentecita mediana de lo mismo; más otra
media docena de platos de peltre del mismo
género; más media docena de vidrios con sus asas
y botones azules en medio; más dos docenas de
platillos finos poco más o menos de dar chocolate y media
docena de jícaras pintadas; y una porcelana blanca
de China y una fuente grande de China con pintas
azules; más dos fuentes medianas con ramos
encarnados y verdes; más dos canastas de colar llenas
de bíbaros y vidrios; que todo esto se llevó a su casa el
dicho don Juan Gutiérrez de España y no volvieron las
dichas canastas a la casa vacías; también le quedaron
allá más sabe esta declarante que el dicho don
Juan Gutiérrez de España tiene en su casa y poder una
cama de granadillo con sus tablas angostas y sus
barandillas, y dos colchones listados poblados de lana
que pidió prestados a la dicha doña Paula de Lucas;
y más otra cama de tablas y nunca las ha vuelto a
la casa de la dicha doña Paula; más tiene en su
casa y poder dicho don Juan Gutiérrez de España trece
vasos de plata, de camino angostos y largos que
le pidió prestados el dicho don Juan Gutiérrez, asimismo
que la dicha doña Paula y no las ha vuelto y los tiene en

su poder; más se llevó el dicho don Juan de España unas
enaguas blancas hechas en Indias con sus cortados de soles
y guarnecidas con puntas finas; más un tapapiés
encarnado de raso de flores forrado en tafetán
panizo, que este vio la declarante, se lo llevó el padre
fray Sebastián del Santísimo Sacramento del orden
de trinitarios descalzos que se apreció en cinco pesos
y para ello trajo a José el sastre francés; más
una mantellina blanca de escota bordada con seda
a capullo negro; que todo lo referido lo llevó
como dicho tiene, el dicho don Juan Gutiérrez de España;
y el tapapiés el dicho padre fray Sebastián como
lleva declarado y esto es la que sabe la declarante
y ha visto y lo declara así por descargo de su
conciencia y por no incurrir en las censuras que
están publicadas por haber pasado todo lo referido
por mano de esta que declara; y por todo ello la
verdad so cargo del juramento que de su voluntad
tiene hecho; y que es de edad de veinte y seis años;
y no firmó porque dijo no saber escribir, a que
fueron testigos Antonio de la Rosa Jáuregui, Pedro
Conde y Bartolomé Martín, vecinos y estantes en esta
ciudad; uno de los cuales firmó por la declarante
a su ruego por no saber escribir.
Pedro Conde Juan de Albelda
escribano público