GR1713D9016

Pleito entre la justicia de Atarfe sobre averiguación de la denuncia de un arriero del lugar de la Roa del robo que sufrió de una libra y media de azafrán y de pares de medias negras manchegas, en el camino entre Atarfe e Iznalloz

Fecha1713
LocalidadEspaña, Granada, Atarfe
ProyectoHISPATESD: Hispanae Testium Depositiones. Las declaraciones de testigo en la historia de la lengua española. 1492-1833
FinanciaciónMINECO/AEI/FEDER/UE: FFI2017-83400-P, 2018-2021
ArchivoArchivo de la Real Chancillería de Granada
ID del manuscritoARCHGR 5235/018
TranscripciónDiego Reinaldos Miñarro
RevisiónMiguel Calderón Campos

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Declaración de Marcos Escribano, dueño del azafrán. En el lugar de la Atarfe, en el dicho día, mes y año, su merced dicho alcalde, para justificación de lo contenido en la cabeza de proceso y por ante , el presente escribano, recibió juramento por Dios y una cruz en forma de derecho de un hombre que dijo llamarse Marcos Escribano, vecino de la villa de la Roa, de donde dijo ser vecino. Y habiendo jurado ofreció decir verdad. Y, siendo preguntado a el tenor de dicha cabeza de proceso, dijo

que ha ocho días que salió de su casa para la ciudad de Granada a vender a la aduana de ella seis libras de azafrán, las cuales traía con su despacho, y tres pares de medias negras manchegas, todo ello en una cabalgadura suya propia. Y, habiendo caminado como hasta unas cinco leguas el mismo día que salió de el dicho su lugar, se agregaron con el declarante dos mozos que venían a pie, que no les sabe sus nombres, que les ha oído decir en algunas posadas donde han hecho noche en el discurso de dichos ocho días que habían venido caminando, el que habían sido soldados. Y, habiendo llegado el domingo en la noche, que se contaron quince de el corriente, a la villa de Iznalloz, a el mesón que llaman de Domingo, habiendo descargado dicho su azafrán, que lo traía en una lúa dentro de un costal juntamente con las dichas medias, le parece que en el tiempo que el declarante anduvo echándole de comer a su cabalgadura los dichos dos mozos rompieron el costal y lúa, y le quitaron dos pares de medias y como cosa de libra y media de azafrán, que esto no lo echó menos ni vio por entonces rota dicha lúa y costal por ser de noche. Y, habiendo madrugado hoy dicho día para venir con dicho azafrán a dicha aduana, tampoco a el tiempo que lo cargó no reparó tampoco en si estaba rota o no dicha lúa. Y, habiendo salido de dicho mesón dichos dos mozos soldados, y habiendo llegado a lo último de las casas de dicha villa todos tres juntos, le dijeron dichos mozos al declarante: Váyase usted, que nosotros no nos queremos mojar, que en abriendo el día nos iremos. Y con esto se volvieron a dicha villa, y el declarante se vino vía recta a la aduana de la dicha ciudad de Granada, la cual cuando llegó a ella estaba cerrada la puerta de adentro, y el montañés de ella estaba en el portal. Y, estando descargando dicho azafrán, vio estaba rompido el costal y lúa donde venía, que según le parece lo hicieron con algún cuchillo. Y, habiendo visto lo referido, registró dicho costal, y vio le habían quitado dos pares de medias de las tres que traía, y con este motivo, en presencia de el dicho montañés desvalijó dicha lúa. Y fueron el declarante y dicho montañés a una tienda y, habiendo pesado la lúa con el azafrán, halló pesar menos libra y media, no sabe fijamente lo que faltara de dicho azafrán hasta pesarlo sin dicha lúa. Y, discurriendo no podían haberlo hecho otros si no es dichos dos hombres que habían venido en su compañía, dejó dicho azafrán entregado a el dicho montañés, y su cabalgadura en un mesón, y salió a el camino de dicha villa de Iznalloz, donde encontró unos arrieros que habían posado en el mismo mesón donde había estado posando el declarante y dichos dos mozos, y les preguntó si sabían hacia donde habían tomado el camino dichos dos soldados, a que le respondieron que hacia este lugar de la Atarfe; con cuya noticia vino a este lugar, donde llegó bien tarde de la noche, y fue a el mesón de él donde halló dichos dos mozos a la lumbre. Y el declarante llamó a Carlos de Cazolilla y el mozo de paja y cebada, y a otros arrieros que había en dicho mesón, y les dijo que tuvieran cuidado con aquellos dos hombres hasta que viera a la justicia, porque le habían quitado libra y media de azafrán y dos pares de medias manchegas. Y a esta sazón se levantaron dichos dos mozos y empezaron a recoger unas mochilillas que traían, que según le pareció a el declarante era para irse. Y por que no lo hicieran les dijo no se levantaran, porque no habían de salir de el mesón si no le daban el azafrán y las medias que le habían quitado, y que había de dar cuenta a la justicia de este lugar para que los castigase. Y le dijeron a el declarante, en presencia de dicho mesonero, que callase, que le volverían su azafrán y las medias y el dinero de el que habían vendido en dicha villa de Iznalloz, como con efecto sacaron un poco de azafrán, como hasta cinco o seis onzas, y los dos pares de medias referidos, y real y medio de a ocho en plata. Y le dijeron: Tome usted eso, que nosotros no hemos vendido más que tres onzas de azafrán a precio de cuatro reales y cuartillo. Y el declarante no lo quiso tomar, y le dijo a el dicho mesonero lo alzase, porque él quería dar cuenta a la justicia, como con efecto la dio a su merced dicho alcalde, quien vino en compañía de el declarante a dicho mesón y prendió a dichos dos mozos, y puso en la cárcel de este lugar donde sabe están presos. Y que esto es la verdad so cargo de el juramento que hecho tiene, y que es de edad de cuarenta años. Y no firmo porque dijo no saber escribir, firmolo dicho alcalde. Doy fe. Testificado, a su ruego lo Pedro Calero Manuel Giménez

Declaración de Francisco González, preso. En el lugar de la Atarfe, en diez y siete días de el mes de enero de mil setecientos y trece años, su merced dicho alcalde, para mayor justificación, pasó a la cárcel de este lugar, donde están presos los dos hombres contenidos en esta causa. Y estando en ella, por ante el presente escribano, recibió juramento a Dios y a una cruz en forma de derecho de uno de dichos dos hombres, que dijo llamarse Francisco González, y ser vecino de el Colmenar, Axarquía de Málaga. Y habiendo jurado ofreció decir verdad. Y, siendo preguntado a el tenor de dicha cabeza de proceso y qué oficio tiene en qué se ha ejercitado, dijo ha sido soldado de el tercio de la costa, en el regimiento de don Fernando Constanza, de el segundo cuerpo de dicho tercio, en la compañía de don Juan Marín, y que había desertado el declarante y su compañero Juan Ruiz, que es también vecino de el dicho lugar de el Colmenar, que está también preso, habrá tiempo de cuatro meses. Saliendo de marcha desde Badajoz y viniéndose para su lugar, cinco leguas más acá de la Roa se incorporaron con un hombre que no sabe cómo se llama, que traía una mula y en ella un poco de azafrán. Y vinieron en su compañía hasta la villa de Iznalloz, donde llegaron a hacer posada a el mesón de dicha villa el domingo en la noche, quince de el corriente. Y, estándose el declarante enjugándose la ropa a la lumbre de dicho mesón, llegó el dicho Juan Ruiz, su compañero, y le dijo: Dame esa navaja. Y el declarante se la dio. Y a otro día por la mañana, cuando fue a tomar su mochila, vio había en ella un poco de azafrán. Y, habiendo salido de la posada con el dicho hombre para venir en su compañía como lo habían hecho, le dijo el dicho su compañero, amo de el dicho azafrán, se viniese porque no podían pasar adelante porque llovía, que en descampando se irían ellos. Y se quedaron en dicha villa, donde vendió el dicho su compañero tres onzas de azafrán a cuatro reales y cuartillo y compró unos alpargatas. Y que no sabe ni supo hasta anoche, diez y seis de el corriente, lo de las medias, por cuanto se viniera desde dicha villa de Iznalloz a hacer posada a el mesón de este lugar, donde estando el declarante y el dicho su compañero a la lumbre, vio entrar en dicho mesón bien anochecido a el amo del dicho azafrán, el cual habiendo dicho había de dar cuenta a la justicia de cómo le habían quitado el azafrán y dos pares de medias, que hasta entonces no sabía se le hubiesen quitado dichas medias. Y el dicho su compañero le dijo a el dicho hombre: Usted se sosiegue, que se le dará su azafrán y las medias y el dinero de el que hemos vendido; como con efecto le daban un poco de azafrán, real y medio de a ocho en plata y dichos dos pares de medias. Y no lo quiso recibir por decir le faltaba más azafrán, y el dicho azafrán lo recibió el dicho mesonero, y dichas medias y dinero el dicho hombre, quien dijo: No se dejen salir a estos hombres, porque voy a dar cuenta a la justicia; como con efecto lo hizo así. Y vino su merced dicho alcalde a dicho mesón, y prendió a el declarante y a el dicho su compañero y puso en la cárcel de este lugar, donde de presente están. Y que esto es la verdad y lo que sabe y puede decir so cargo de el juramento que hecho tiene, y que es de edad de veinte años, poco más o menos. Y no firmó por no saber, firmolo dicho alcalde. Doy fe. Pedro Calero Manuel Giménez

Testigo. Y luego e incontinenti, para justificación de esta causa, dicho alcalde, por ante el presente escribano, recibió juramento a Dios y a un cruz en forma de derecho de Tomás Fernández, vecino de este lugar y mozo de paja y cebada de el mesón de él, el cual habiendo jurado ofreció decir verdad. Y, siendo preguntado al tenor de dicha cabeza de proceso, dijo que lo que sabe y puede decir es que anoche, que se contaron diez y seis de el corriente, llegaron al dicho mesón dos mozos que no sabe cómo se llaman, y dijeron si había posada, y les dijo pasasen adelante. Y al cabo de poco rato, siendo bien anochecido, entró otro hombre a pie y saludó a todos los que allí estaban, y llamó a el testigo y a Carlos de Cazolilla, amo de dicho mesón, y les dijo cómo aquellos dos hombres le habían quitado dos pares de medias y libra media de azafrán. Y de como vieron entrar al dicho hombre se levantaron los dos como para quererse ir, y les dijo: Nadie se mueva de ahí, porque antes de salir de el mesón me han de dar el azafrán que me han hurtado y los dos pares de medias, y si no he de dar cuenta a la justicia. Y dichos dos hombres le dijeron: Usted se sosiegue, que por tener necesidad lo hicimos, pero se le dará a usted sus medias y el azafrán, y de lo que hemos vendido se dará el dinero. Y con estas razones sacaron un poco de azafrán que traían en una mochila, y dos pares de medias negras de estambre, y real y medio de a ocho en plata. Y el dicho hombre tomó dichas medias y dinero, y no quiso tomar el azafrán por decir era mayor porción la que le faltaba. Y se lo entregaron a el dicho Carlos de Cazolilla, y sin embargo de esto dicho hombre dio cuenta a su merced dicho alcalde, quien vino a dicho mesón y prendió a dichos dos hombres y puso en la cárcel de este lugar, donde están. Y que esto es lo que sabe y puede decir en razón de dicha cabeza de proceso, y la verdad so cargo de el juramento que hecho tiene, y que es de edad de treinta y cuatro años, poco más o menos. Y no firmó por no saber, firmolo dicho alcalde. Doy fe. Pedro Calero Manuel Giménez

Testigo. En el lugar de la Atarfe, en el dicho día, mes

y año, para dicha justificación, dicho alcalde, por ante el presente escribano, recibió juramento a Dios y a una cruz en forma de derecho de Carlos de Cazolilla, vecino de este lugar y dueño de el mesón de él, el cual habiendo jurado ofreció decir verdad. Y, siendo preguntado al tenor de dicha cabeza de proceso, dijo dijo que lo que sabe y puede decir en razón de ella es que anoche, que se contaron diez y seis de el corriente, siendo poco antes de la oración, entró el testigo a el dicho su mesón y vio estaban a la lumbre de él dos mozos como de hasta veinte años, los cuales se estaban calentando a la lumbre. Y después, habiendo anochecido, vio entró en dicho mesón un hombre que no conoce, y habiendo saludado a la gente que estaba en dicho mesón llamó a el testigo y a Tomás Fernández, su mozo, y les dijo cómo aquellos dos mozos le habían quitado dos pares de medias de estambre y como libra y media de azafrán, dos onzas más o menos. Y a esta ocasión los dichos dos mozos se levantaron como a querer recoger la ropilla que traían, y el dicho hombre les dijo: Nadie se mueva de ahí, que ya podréis saber a lo que vengo, que de no darme el azafrán que me habéis quitado y las medias he de dar cuenta a la justicia. A que respondieron se sosegase, que se le daría. Y el testigo los llamó y les dijo si era verdad habían quitado dichas medias y azafrán, y le dijeron que que era cierto, y les aconsejó lo volvieran todo y que miraran no volvieran a hacer semejante cosa. Y con efecto sacaron de unas mochilas un poco de azafrán, y dijeron a dicho hombre habían vendido tres onzas en la villa de Iznalloz pero le darían en recompensa de ello real y medio de a ocho que traían, como con efecto el dicho hombre tomó el dicho dinero y los dos pares de medias. Y el dicho azafrán no lo quiso tomar por decir le faltaba más. Y el testigo lo tomó y puso sobre un vasar, y sin embargo de lo referido el dicho hombre y el testigo fueron y dieron cuenta a su merced dicho alcalde, por quien es examinado. Y vino en compañía de ambos a dos a dicho mesón, donde tenían detenidos a dichos dos hombres, a los cuales, habiéndose hecho capaz de el lance referido, y que habían hecho dicho hurto en la villa de Iznalloz, estando todos tres juntos en un mesón los prendió a los dos mozos referidos y los puso en la cárcel pública de este lugar donde están. Y el testigo entregó dicho azafrán al dicho alcalde, y que esto es lo que sabe, vio y puede decir en razón de dicha cabeza de proceso, y la verdad so cargo de el juramento que hecho tiene, y que es de edad de cincuenta años. Y no firmó por no saber, firmolo dicho alcalde. Doy fe. Pedro Calero Manuel Giménez


Legenda:

Expansión • ConjeturaTachado • AdiciónRestitución • Sic


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