GR1644D9080
Asesinato de Blas López y simulación de suicidio
Fecha | 1644 |
Localidad | España, Granada, Huéscar |
Proyecto | HISPATESD: Hispanae Testium Depositiones. Las declaraciones de testigo en la historia de la lengua española. 1492-1833 |
Financiación | MINECO/AEI/FEDER/UE: FFI2017-83400-P, 2018-2021 |
Archivo | Archivo de la Real Chancillería de Granada |
ID del manuscrito | ARCHGR 9861/20 |
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9 Testigo. En la dicha ciudad de Huéscar, el dicho día,
mes y año dichos de la dicha presentación,
el dicho Juan Tomás, alguacil, trajo
ante mí a don Alonso de Buendía, que así
se dijo llamar y ser vecino de esta dicha
ciudad, del cual recibí juramento
en forma de derecho, y él lo hizo
cumplidamente y prometió de decir verdad
y, preguntado, dijo lo siguiente:
1
2 A la segunda pregunta y demás del
interrogatorio, dijo que, al tiempo y
cuando sucedió la muerte de Blas
López, este testigo no estaba en
esta ciudad ni vino a ella hasta
que pasaron de por medio tres
o cuatro meses. Y, estando en la
ciudad de Sevilla este testigo y un primo
hermano suyo que se llama Mateo
Hurtado, siendo por uno de los días
de la cuaresma pasada de este
año de seiscientos y cuarenta y cuatro, este testigo vio
en la dicha ciudad de Sevilla don
Micael Avellán, vecino de esta
dicha ciudad, el cual a su parecer de
este testigo iba disfrazado en el vestido de
como andaba en esta ciudad. Y,
habiendo hablado con este testigo y con el
dicho su primo, les dijo cómo iba huyendo
de la justicia de esta ciudad, y que
asimismo se había ausentado Francisco
Pérez de Ojeda porque, estando el dicho
don Micael Avellán en su casa
una noche, que no dijo de qué día,
había llegado a él el dicho Francisco Pérez y
le dijo que se fuera con él, y que no le
había dicho dónde, y que lo había
llevado en la casa del dicho Blas López,
y ambos habían entrado en un pajar
de la casa del susodicho donde habían
estado hasta cosa de las diez
de la noche, y no le dijo a este testigo
por dónde entraron al dicho pajar.
Y que, estando en él el dicho Francisco Pérez
de Ojeda le había dado cuenta
cómo iba a matar al dicho Blas López,
y que porque el dicho don Micael Avellán
se lo había resistido había querido sacar
la espada para reñir con él. Y que,
habiéndose conformado en ejecutar
la dicha muerte, siendo después de
la dicha hora habían salido ambos del
dicho pajar, y que se descalzaron
los zapatos, y que el dicho Francisco Pérez de
Ojeda había llegado a la puerta de
el aposento donde estaba durmiendo
el dicho Blas López con Inés de Santiago, su
mujer. Y que con la mano hizo ruido
por dos o tres veces en la dicha puerta
del dicho aposento para que les abriera
la dicha Inés de Santiago y, viendo que no
respondía, se volvieron a calzar los
zapatos para irse. Y que estando
junto a la puerta de la calle, abrió
la puerta del dicho aposento la
dicha Inés de Santiago, y que entonces
entraron. Y al dicho Blas López, que
estaba durmiendo en su cama,
el dicho Francisco Pérez de Ojeda le echó
las manos en la garganta para
ahogarlo, y como le apretaba el dicho
Blas López había dicho: Válgame la
Virgen del Rosario
, y que el dicho
Francisco Pérez de Ojeda, con un
cordel que llevaba en la faltriquera,
le había echado un lazo al
pescuezo al dicho Blas López, con que lo
acabó de ahogar, y le metió en
la boca unos trapos con que lo
acabó de ahogar. Y, porque tenía
sacada la lengua, se la había metido
hacia dentro el dicho Francisco Pérez, y que
con un pañuelo que sacó de la
faltriquera le limpió mucha sangre
que le había salido por la boca
mientras lo estaba ahogando. Y que,
mientras pasó lo susodicho, la dicha
Inés de Santiago, mujer del dicho Blas
López, había estado en un rincón
del dicho aposento, en cueros,
rezando el padrenuestro y el credo. Y que
el dicho don Micael había buscado la
camisa de la dicha mujer y se la echó
para que se cubriera, y que después,
entre el dicho Francisco Pérez y el dicho don
Micael Avellán lo habían sacado
de la dicha cama. Y que, porque
estaba en cueros, le habían puesto su
camisa, y que le habían echado un
lazo a la garganta y que lo subieron
a la escalera de la dicha casa, y
que lo colgaron de la parte de arriba
que los pies venían a caer encima
de la dicha escalera. Y que, cuando
lo estaban colgando aun no estaba
acabado de morir, porque meneaba
las manos y se estremeciera.
Y que, después que lo dejaron
muerto, se habían salido de la
dicha casa, y que la dicha Inés de
Santiago salió también
comenzando a dar voces y diciendo que su
marido se había ahorcado. Y
asimismo le dijo a este testigo el dicho don
Micael Avellán que, después
de haber cometido el dicho delito,
él y el dicho Francisco Pérez de Ojeda
se habían andado paseando
públicamente por la dicha ciudad
de Huéscar tres o cuatro días, y que
después se habían ausentado
porque habían preso a la dicha mujer y
toda la ciudad los culpaba. Y que
a la dicha mujer la habían preso en
casa de el licenciado Ojeda. Y, después
de haber pasado lo susodicho, el dicho
don Micael Avellán se embarcó
en el río de Sevilla, que dijo había
de pasar a las Indias por soldado
de la flota. Y nunca le vio más este testigo,
y entre algunas personas de esta
dicha ciudad de Huéscar que estaban
en aquella ocasión en la dicha ciudad de
Sevilla se dijo cómo el dicho don Micael
Avellán se había ahogado en un barco
donde iba para embarcarse. Y lo
que ha dicho y declarado es la verdad y lo
que sabe so cargo de su juramento.
Leyósele este dicho y se ratificó en él
y lo firmó. Doy fe.
Ante mí,
Francisco
González, escribano
Don Alonso de
Buendía Mesía
Legenda: | Expansión • Conjetura • Tachado • Adición • Restitución • Sic |
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