
Auto
En la ciudad de Badajoz, a quince días del mes de
septiembre, de mil seiscientos y noventa y ocho años, el señor general de la
artillería, don Antonio de la Vega Acevedo, corregidor
y gobernador de esta ciudad y su tierra por su majestad, dijo
que por auto de nueve de agosto pasado de este año, está mandado
de oficio y a pedimento del padre general de menores se haga
inventario de los bienes que quedaron por muerte de Antonio
Domínguez, y no se ha ejecutado por causa de las tercianas que
ha padecido su señoría y el presente escribano, y que ahora están ya
mejorados de ellas, mando se lleve a debida ejecución el dicho
auto en que se manda hacer el dicho inventario y se
ejecute este día y para ello se cite al padre general de menores
para que asista y lo firmó.
Ante mí,
Alonso Pavón
Guerrero
Notificación
En la dicha ciudad de Badajoz en el dicho día quince de septiembre
de dicho año, yo el escribano hice notorio el auto de a
Sebastián Pavón Caballero, procurador y padre general de menores, doy fe.
Inventario
En la dicha ciudad de Badajoz, en el dicho día quince

de septiembre de dicho año, el señor general de la artillería, don
Antonio de la Vega Acevedo, corregidor y gobernador de esta
ciudad, con asistencia de Sebastián Pavón Caballero, padre general
de menores, y de mí, el escribano, estando en las casas donde murió
Antonio Domínguez, vecino que fue de esta ciudad, para hacer
inventario de los bienes y hacienda que quedaron por fin y
muerte del susodicho, y en presencia de María Agustina, viuda
del susodicho, se abrió con una llave que estaba recogida el
cuarto donde estaban los bienes y se reconocieron e hizo dicho
inventario en la forma y manera siguiente:
Primeramente, un baúl tumbado forrado en cuero y dentro de él
se halló ropa de los niños, hijos de dicho Antonio Domínguez.
Dos cuadros pequeños, el uno de Nuestra Señora y el otro de Nuestro Señor
con la cruz a cuestas.
Una mesita de pino pequeña.
Dos sillas de vaqueta negra.
Tres sábanas de lienzo usadas.
Una colcha blanca usada.
Una jerga de lienzo con una fanega de arma.
Un banco de respaldo.

Un cazo, una sartén, una caldera de cobre grande.
Una caldera de azófar, unas trébedes y dos
candiles de garabato, cuatro medidas de hoja de lata.
Un caldero pequeño, un almirez con su mano.
Tres potes de echar agua.
Otro colchón con su lana.
Una artesa vieja, dos baños vidriados, una
majita pequeña.
Una mesa mediana vieja.
Dos banquitos más pequeños.
Y por no haber más bienes que los referidos
en la dicha casa, se entregaron todos a la dicha
María Agustina, quien los recibió en presencia
de mí, el escribano, y testigos, de que doy fe, y se obligó
a tenerlos en su poder a disposición de su señoría
o de otro juez competente, y así lo otorgó a quien
yo, el escribano, doy fe conozco, no firmó porque dijo
no saber, a su ruego lo hizo un testigo, siéndolo
Juan Fernández Suárez, presbítero, don Isidro de Espinosa y
don Antonio de Guzmán, vecinos de esta ciudad, firmó su señoría
dicho padre general de menores.