
En la ciudad de Badajoz, a veinte y un días del mes de marzo
de mil y seiscientos y sesenta y un años, ante mí el escribano y testigos Cristóbal
y Diego Fernández Serrano, vecinos de esta ciudad, albaceas y testamentarios
de Ana Pérez Caballero, viuda de Mateo Viera, estando en las
casas donde la susodicha murió, hicieron
inventario de los bienes que quedaron por su fin y
muerte en la manera siguiente:
Un bufete grande.
Tres taburetes y una silla vieja.
Cinco cuadros grandes con sus molduras.
Una arca grande de de madera de las Indias y
dentro de ella lo siguiente:
Una hechura de un santo Cristo grande en una
cruz, otro santo Cristo más pequeño en la misma
forma.
Una ropa de anafaya negra vieja.
Veinte varas de picardía.
Unos manteles ordinarios.
medio colchón vacío.
Una toalla.
Unos calzones y casaca de grana colorada.
Unos calzones de lana blanca bordados y tahalí.
Una basquiña y un jubón de tafetán
doble viejos.
Un manto viejo de anascote.
Media ropa de gorgorán negra.
Un tablero.
Un cajón sin tapa.
Un colchón de bramante listado con su lana.
Otro de lienzo viejo con su lana.
Diez y siete tinajas grandes y pequeñas, y la una
de ellas con vino.

Una caldera mediana.
Una mesa de gonces.
Diez cestos de vendimiar.
Una cama de madera vieja.
Un arca y dentro de él diez y seis escobas
de palma.
Una artesa.
Un velón y un candelero de azófar.
Un peso de balanzas.
Una sartén y un cazo.
Una azada y un pico.
Otro colchón con su lana, un jergón
de paja, dos sábanas, una almohada
con lana, un paño de manos y un
bufete pequeño con su cajón que está en
el aposento de huéspedes.
Dos candiles y un candelero pequeño.
Una celosía grande de madera.
Tres sillas de respaldo negras.
Trece varas y tercia de paño de las
navas de color de azúcar y canela.
Veinte y dos varas de paño más basto.
Un cobertor de damasco verde forrado en
tafetán de la misma color.
Veinte y siete varas de jerguilla colorada.
Quince varas y media de jerguilla verde.
Una pieza de paño pardo apuntado.
Un bufete mediano viejo.
Un cofre y dentro de él lo siguiente:
Un pedazo de bramante basto con ocho
varas poco más o menos; trece servilletas
nuevas; cuatro paños de manos; cuatro
almohadas nuevas labradas con ramos de seda
amarilla; unas mangas de lana

blanca bordadas de azul; una
de red; tres sábanas viejas
; cuatro pedazos de listones y dos
de colonias; un pedazo de tafetán
anteado y otro plateado; otro pedazo
cabellado muy manchado; otro pedazo negro
y otro pardo; un pedazo de tafetán
doble azul; dos retazos de tafetán
doble pardo y otro negro; un retal
de raso pardo, otro pedazo de
tafetán sencillo pardo; un pedazo de sarga
encarnada; tres pedazos de bombasíes,
cuatro pedazos de bocacíes; tres pedazos
de holán de Holanda bastos; un manto
de seda viejo; ocho pares de medias
de lana de mancebos.
Veinte y ocho varas y media de estameña
blancuzca.
Treinta y seis varas de jerguilla en
dos pedazos, parda.
Quince varas de jerguilla azul.
Una pieza de bombasí doble.
Una pieza de rasilla noguerada oscura.
Un escritorio, el cual por no
haber llave se descerrajó y se halló en
una gaveta, papeles, y, en otras, unos
ovillos de hilado, y en otra gaveta se
hallaron veinte y dos reales y un cuartillo
en moneda de vellón.
Gonzalo López exhibió una cuchara
de plata que tenía de la difunta.
Más se inventarió en casa del dicho

Gonzalo López un escritorio grande con
su pie, sin tener nada dentro.
Los cuales dichos bienes de consentimiento
de dichos albaceas se dejaron donde se
hallaron y lo firmaron testigos Gonzalo
López, Juan de Rivera y Juan Martín
Salamanca, vecinos de esta ciudad, y yo, el
escribano doy fe conozco a los otorgantes