AL1684D9090
Pleito contra Gaspar Romano y consortes, sobre haberle querido desposeer con violencia de la vara de la justicia
Fecha | 1684 |
Localidad | España, Almería, Mojácar |
Proyecto | HISPATESD: Hispanae Testium Depositiones. Las declaraciones de testigo en la historia de la lengua española. 1492-1833 |
Financiación | MINECO/AEI/FEDER/UE: FFI2017-83400-P, 2018-2021 |
Archivo | Archivo de la Real Chancillería de Granada |
ID del manuscrito | ARCHGR 1221/10 |
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2 Testigo:
don Ginés López
Caicedo[1] En la ciudad de Mojácar, en veinte y seis días
del mes de diciembre de mil seiscientos y ochenta y cuatro
años, de presentación del dicho Bartolomé González en virtud
de su poder para esta sumaria, recibí juramento
a Dios y a una cruz en forma de derecho de
don Ginés López Caicedo, vecino de esta ciudad y
labrador en ella, el cual lo hizo y prometió
la verdad. Y, siendo preguntado por el
presente receptor al tenor de la querella
inserta en dicha real provisión,
dijo que lo
que sabe en razón de ella declaró en la
sumaria que sobre dicho negocio hizo don Baltasar
de Antayo, alcalde mayor de esta dicha ciudad,
que pide se le lea y muestre. Y por el presente
receptor se le leyó a la letra un dicho que
parece dijo el testigo en esta ciudad el día
dos de noviembre pasado de este presente
año, que está en el folio cuatro de la dicha
sumaria, por ante el dicho don Baltasar
de Antayo, alcalde mayor de esta dicha ciudad, y de
Francisco Lozano, escribano real, vecino de la villa de Sorbas.
Y, oído y entendido por el testigo, dijo ser
su dicho y haberlo dicho y depuesto en la misma
forma que está escrito, y en él se afirma y
ratifica, y siendo necesario lo dice de nuevo
por ser la verdad lo en él contenido. Y
después de ello vio el testigo que,
insistiendo añade en su pretensión, el dicho don
Gaspar Romano volvió a esta dicha ciudad el día
diez de este presente mes y año, acompañado
de don Bernardo Llorete, alcalde mayor
de la ciudad de Vera, el cual entró en esta con
su vara alta de justicia, y en su compañía traía
catorce o quince hombres armados con charpas
de escopetas cortas y largas, que venía a darle la
posesión de la vara al dicho don Gaspar Romano
contra la voluntad de todos los vecinos. Y, con efecto,
para ello mandó se juntasen en las casas de
cabildo el concejo, justicia y regimiento de ella en su cabildo
para presentar un despacho que decía el dicho
don Bernardo traía del corregidor
de Guadix. Y, estando todos juntos
en dicho cabildo, entró en él Bartolomé Alonso
Belmonte, alférez mayor y regidor de esta dicha ciudad,
que a la sazón lo tenía preso el dicho don Baltasar Antayo
por haber sido cabeza y más culpado en el tumulto
antecedente que el testigo tiene declarado
en su primero dicho, y por diferentes cantidades
de maravedís que había usurpado de las rentas
reales. Y, sin guardar dicha carcelería, le habló
al dicho don Baltasar muchas palabras
indecentes, por lo cual le mandó a Bartolomé
González, teniente de alguacil mayor, le pusiese
preso en el cuerpo de la cárcel en el
ínterin que fenecía el cabildo para volverlo
a él donde le tenía preso, en cuya ocasión
respondió el dicho licenciado don Bernardo Llorete:
No ha de estar preso
. Y a uno de los ministros
que traía le dio por orden no consintiese
le pusieran preso, sobre lo cual los dichos dos
alcaldes mayores tuvieron diferencia sobre
cuál había de mandar, y los dos ministros
sobre ejecutar cada uno el mandato de
su
juez. Y, por insistir en ello el de esta ciudad,
levantó la vara para darle a el de Vera,
el cual sacó un puñal para darle al dicho
Bartolomé González. Y a este tiempo
se pusieron de por medio don Luis
Jiménez y sus hijos y otros caballeros
desapasionados, vecinos de la ciudad de Vera, y don Diego
Valcárcel, gobernador de las armas de dicha
ciudad de Vera que había venido a esta con sus
militares y puesto cuerpo de guardia junto
a las casas de cabildo para apaciguar los
disturbios que se podían ofrecer. Y a este ruido se
movieron todos los vecinos de esta ciudad por ver
ultrajada la justicia y la violencia que le querían
hacer al dicho don Baltasar en quitarle la
vara contra la voluntad de todos ellos,
y por el escándalo y alboroto que había levantado
el dicho don Bernardo Llorete con su venida.
Y con estas diferencias algunos de los dichos vecinos
y militares quisieron subir al dicho cabildo
a favorecer al dicho don Baltasar, y lo embarazó
el dicho gobernador de las armas porque se
puso en la puerta y no dejó entrar
a nadie dentro. Y por último salieron
de dicho cabildo a las nueve de la noche
sin resolver cosa alguna, y todos los
dichos vecinos y militares estaban
aguardando con hachos encendidos
para ver si sacaba la vara el dicho don
Baltasar, y viendo que la traía le vinieron
acompañando hasta su casa diciendo a voces
que a él solo querían por su juez, que obraba
en justicia, y don Gaspar Romano se fuera
con Dios, que los tenía desollados. Y sabe el testigo
con evidencia que lo que decían públicamente
en dicho tumulto, que si tomara la vara
el dicho don Gaspar Romano lo hubieran hecho
pedazos por tener muchos ofendidos
y no haber obrado en justicia, y al dicho don
Baltasar, si la hubiera dejado por quererlo
bien y haber obrado con mucha rectitud
y beneficio del bien público y en favor de los
pobres, en dicha ocasión salieron hasta
las mujeres con tranca y garrotes
a defenderlo hasta la plaza pública, diciendo:
Si no hay hombres que defiendan causa tan
justa nosotras la defenderemos.
Todo lo
cual sabe el testigo por haberlo visto ser
y pasar así, y dádose mucha nota y escándalo
en esta ciudad y fuera de ella. Y todo ello es público
y notorio y la verdad so cargo del
juramento que tiene hecho y lo que sabe acerca
de lo que se le ha preguntado, y en ello se afirma
10 Testigo:
Miguel Ortiz[2] En la ciudad de Mojácar, a treinta días del
mes de diciembre de mil seiscientos y ochenta y cuatro
años, yo, el presente receptor, de presentación del dicho Bartolomé
González, en virtud de su poder para esta
probanza, recibí juramento a Dios y a
una cruz en forma de derecho de Miguel Ortiz,
que así se dijo llamar y ser vecino de esta ciudad y
labrador en ella, el cual lo hizo y prometió
la verdad. Y, siendo preguntado al tenor de las
querellas insertas en dichas reales provisiones,
dijo que lo que sabe en razón de ello
es que don Gaspar Romano ejerció en esta
ciudad el oficio de alcalde mayor más tiempo
de tres años y no sabe el testigo por qué
causa lo despojó la chancillería de la ciudad de Granada
de la vara y el corregidor de la ciudad de Guadix
se la dio a don Baltasar de Antayo y Valdés,
que hoy la ejerce. Y, habiendo recibido al
susodicho esta, y estando en su ejercicio
quieta y pacíficamente, vino a esta ciudad el dicho
don Gaspar Romano el día veinte y nueve
de otubre próximo pasado de este presente año
diciendo traía una real provisión del real consejo
de Castilla para volver a ejercer dicho oficio.
Y pretendió con violencia quitarle la dicha
vara al dicho don Baltasar de Antayo por
favorecerle Bartolomé Alonso, alférez mayor de esta dicha ciudad
y regidor, Rodrigo Alonso, Juan Alonso, Juan
Flores Céspedes, Alonso Flores y José Alonso
y otros amigos y parciales de los susodichos.
Y el testigo no sabe lo que en razón de ello hubo,
más vio estaría gente amotinada y que
pretendían con violencia quitarle la vara
al dicho don Baltasar y que la sacase el dicho
don Gaspar contra la voluntad de todo
el resto de vecinos y militares de ella.
Y todos estaban puestos en arma, y
es cierto hubieran sucedido muchas desgracias
si no fuera por don José Muñoz de la Riva,
capitán de la gente de guerra de ella, que lo apaciguó con sus
militares y prendió a los que lo eran y
defendían la parte del dicho don Gaspar
y de la ciudad. Y después, el día diez de este presente
mes y año, volvió a esta ciudad el dicho don
Gaspar Romano insistiendo en su
pretensión, y con él vino don Bernardo
Llorete, alcalde mayor de la ciudad de Vera,
y traía en su compañía catorce o quince
hombres con escopetas cortas y largas, que
se decía venía a darle la posesión de
dicha vara al dicho don Gaspar, lo cual vio el testigo,
y que se juntaron en el cabildo de esta ciudad el
dicho don Baltasar de Antayo y el
dicho don Bernardo Llorete y algunos regidores
de ella. Y con esta ocasión se alborotaron
todos los vecinos y militares de esta dicha ciudad y
acudieron a la plaza donde estaba el testigo,
cerca de la casa de cabildo, y oyó a el dicho
don Baltasar de Antayo decir: Bartolomé
González, prenda a el alférez
por razón
que el susodicho, estando preso por la
dependencia antecedente, habiendo oído a los dichos
alcaldes mayores barajar en sus negocios en
dicho cabildo, se arrojó a él, y el dicho don
Bernardo Llorete le dijo a voces a un
ministro suyo no lo prendiesen. Y, cada
uno insistiendo que lo prendiesen
porque no podía
entrar allí estando
preso, y el otro que no lo prendiesen, y por
obedecer los ministros a sus jueces tuvieron
diferencias, y el alguacil de la ciudad de Vera
vio el testigo que echó mano a una tercerola
o cuchillo, que con la confusión de gente
no reparó bien para darle al ministro
de esta ciudad. Y el dicho don Bernardo Llorete
pidió a un ministro suyo le llevase
las escopetas, y con efecto fueron por ellas
a la casa del dicho don Gaspar, donde posaban.
Y en la ocasión se amotinó toda la gente,
y el gobernador de las armas de la ciudad de Vera
y otros militares que habían venido a apaciguar
esta alteración, y el capitán de esta, los
sosegaron y mandaron arrimar las
armas a todos. Y es cierto y es cierto y
sin duda se hubiera perdido esta ciudad y hubieran
muerto al dicho don Gaspar si hubiera tomado[3],
y al dicho don Baltasar si la hubiera dejado.
Y por fin, habiendo salido del dicho cabildo
bien tarde los susodichos, viendo
que sacaba el dicho don Baltasar la vara,
se acabaron de sosegar, porque todos los vecinos
y militares de esta dicha ciudad, excepto los
contrarios, amigos del dicho don Gaspar, que por sus
particulares fines lo desean y son hasta
ocho o nueve, todos los demás desean
la ejerza el dicho don Baltasar por su buen
obrar en la administración de justicia y en su
tiempo haber tenido, como tiene, muy
abastecida de mantenimientos esta ciudad, y a
menos precio con grande alivio de los pobres,
más que ha estado desde que el tiempo se
sabe acordar, y porque han reconocido que
en todos los memoriales de repartimientos
que a hecho en su tiempo ha sacado más de
un tercio menos a cada vecino de los que
se repartían en tiempo del dicho don Gaspar,
y mucho menos a los pobres y viudas, que los
que pagaban cuatro reales de estos pagan hoy
a real y a cuatro cuartos. Y por esta ocasión,
y haber conservado y conservar el pan, carne
y aceite dos cuartos menos que en todas
las poblaciones de los contornos, y le amparan
y perderán las vidas en su defensa, por haber
reconocido muy al contrario de este obrar en el
dicho don Gaspar. Y por haber destruido a
muchos pobres de esta ciudad y su jurisdicción, y haberles
quitado sus haciendas y no haberles hecho
gracia ninguna, lo aborrecen. Y, por haber causado
el alboroto y discordia que ha habido en
esta ciudad, causando mucho escándalo en
lo referido, y el
dicho don Bernardo Llorete
en haber entrado en esta ciudad y cabildo
con vara alta de justicia como el testigo lo vio,
y traer gente de armas consigo y haber estado
esta ciudad dos veces muy cerca de perderse.
Lo cual sabe el testigo por haberlo
visto ser y pasar, lo cual es lo que sabe
acerca de lo que se le ha preguntado, público y notorio
y la verdad so cargo del juramento
que tiene hecho. Leyósele este dicho,
ratificose en él, encarguele el secreto,
lo prometió y dijo ser de edad de treinta
y seis años poco más o menos. Y no firmó
porque dijo no sabía escribir, firmelo
yo que de ello doy fe. Ante mí,
Carlos Ramírez Barrera, receptor.
Testigo 3
Juan Alonso.[4] En la ciudad de Vera, en dicho día,
mes y año dichos, su merced el señor licenciado
D. Bernardo Lloret, para efecto de
proseguir en la sumaria
información y comprobación
de lo referido, mandó parecer
presente a Juan Alonso, vecino de la ciudad
de Mojácar y persona a quien
su merced dejó de guardia con don
Gaspar Romano en dicha ciudad en el
ínterin que fue al ayuntamiento, del
cual su merced recibió juramento a Dios y a
una cruz en forma de derecho.
Y, preguntado por el tenor de el
auto, dijo que, habiendo su merced,
como a hora de las tres de la tarde,
citado ayuntamiento juntamente con
don Baltasar de Antayo,
alcalde mayor que es en dicha ciudad
de Mojácar para hacer notorias
diferentes órdenes de su majestad
y señores de su real consejo de Castilla
para que en su virtud pusiesen
en la posesión de dicha vara de
alcalde mayor de dicha ciudad a don
Gaspar Romano el día diez del
corriente, luego que su merced salió para dicho
efecto de donde estaba de posada
y donde dejó a dicho don Gaspar, y
de allí a poco rato se movió y
empezó a tumultuar la gente
hacia la parte del ayuntamiento por
parte de don Miguel de Lizana
y Ginés López de Caicedo y otros
parientes y aliados. Y de tropel
se vinieron a la casa donde
estaba este testigo con el dicho don
Gaspar y, oyendo el ruido, se
fue a la puerta de ella y halló a la
entrada a Juan Pascual, vecino de la villa
de las Cuevas y bandido por
diferentes muertos y delitos, de que
le consta no ha sido castigado; y a Bartolomé,
que oyó decir tiene dos muertes;
y a Martín Casado, que asimismo
está sentenciado en rebeldía
a pena de horca por una
muerte que hizo en la dicha ciudad; y a Miguel
de Ortiz, sentenciado a
destierro, ambos sentenciados por
el dicho don Gaspar Romano,
lo cual consta; y a Bartolomé de
Vílchez el menor, vecino de la villa
de Bayarque, que al parecer fue
llamado por pariente del dicho
don Miguel de Lizana, los cuales venían
cargados con escopetas cortas,
armas prohibidas, hasta la dicha casa,
queriéndose entrar en ella con las
escopetas en los martillos para
matar al dicho don Gaspar, como lo
hubieran ejecutado si este
testigo no defendiera la puerta
con la espada en la mano y los
demás que le acompañaban,
que era Manuel Ruiz, José
Belmonte y Lorenzo de Céspedes,
según el tumulto y
confederación de los referidos. Y, a no
haber cerrado la puerta con que al ruido los vecinos, que al parecer
se divirtieron hacia la parte de el
ayuntamiento con el ruido e chilló para
matar a su salvo y lograr su
intento, los referidos se vinieron, y después
volvió en su seguimiento el dicho Ginés
López y don Miguel de Lizana, don Diego
de Góngora, don Diego Leonés, y
pretendieron echar la puerta en el suelo,
como con efecto quebrantaron su
cerraja. A vista de que
aquel que tenían escondido
en las casas para la función,
dándole dinero y todo lo
necesario, no lo había ejecutado
todo a vista y consentimiento de
don Baltasar de Antayo,
alcalde mayor de dicha ciudad, para
mantenerse en dicho oficio, el cual les
tolera sus delitos y consiente
el embarcar el trigo por la mar,
lo cual no se ha hecho en todo el tiempo
que el dicho don Gaspar ha sido
alcalde mayor, por cuya razón
pretende no lo sea, y porque les
ha justificado sus delitos. Y
asimismo sabe este testigo que,
habiendo su merced venido del
ayuntamiento como a hora de las
ocho de la noche, y
estándole refiriendo lo lo sucedido,
se oyó temor en la puerta para
pegar fuego a la casa donde
asistía con su audiencia. Y estos
atrevimientos son ocasionados de que
el dicho don Baltasar le suple
todo lo referido y da permiso
a los disturbios de los
embargos de el pan, y consiente y
omite el castigo de sus causas,
y que el dicho don Miguel de Lizana
no pague los maravedís de su majestad, y el
dicho Ginés López y sus
parientes y aliados, por cuyas razones
perturban y han pretendido
privar del uso y ejercicio del
oficio de tal alcalde mayor
de dicha ciudad, diciendo que aunque
venga el rey en persona que no
ha de darle la posesión, y que si el
dicho don Baltasar lo consiente
y alarga la vara le han de
cortar las orejas y matarle. Y esto
diciéndoselo en su cara y no
hacer demostración alguna, de
que se infiere es con su
consentimiento, y asimismo del de José
Muñoz de la Riva, cabo de la
gente de guerra de dicha ciudad, por
ser pariente del dicho don Miguel de
Lizana y confederado con el
dicho D. Baltasar de Antayo,
a quien lo están sustentando
desde que entró a servir la vara
por suspensión del dicho don
Gaspar Romano. Todo lo cual lo sabe
por haberse hallado presente a todo
lo referido y ser público en
dicha ciudad de Mojácar y ser la
verdad so cargo del juramento que
1 Testigo:
Juan Flores, regidor[5] En la ciudad de Vera, en el dicho día,
mes y año dichos, el señor licenciado don Bernardo
Lloret, alcalde mayor de esta ciudad,
don Gaspar Romano, residente en
ella, presentó por testigo a Juan
Flores, vecino de la ciudad de Mojácar y
regidor de ella, del cual se recibió
juramento en forma de derecho. Y
habiéndolo hecho por Dios y una cruz, y lo
hizo y ofreció decir verdad. Y,
siendo preguntado al tenor del pedimiento,
dijo que lo que sabe y pasa es
que el día que se contaron veinte y
nueve del presente mes y año, como a las
nueve del día, llegó a la dicha
ciudad de Mojácar don Gaspar
Romano, alcalde mayor que había
sido de ella por nombramiento de los
señores del real consejo de Castilla en
el trienio de don Francisco Manuel
Leadno y Mesía, corregidor que
fue de la dicha ciudad y de la de
Guadix. Y, después de haber dado su
residencia, le nombró el señor
conde de Alcudia que de presente
es tal corregidor de este partido. Y, por
haberle mandado cesar por los
señores de la Real Chancillería de
Granada de pedimiento de don Miguel
de Lizana, Ginés López y otros
consortes con aprobación de los
señores del real consejo de Castilla,
para que sin embargo de
haberlo sido el trienio antecedente
continuase; y, requerídole
con ella a don Baltasar de
Antayo, que había entrado a servir dicho
oficio, dijo que la dicha real
provisión era una droga, y que no
importaba dos bledos, solo a fin de
complacer a los dichos don Miguel de Lizana,
Ginés López de Caicedo y demás
consortes para que manuecara lo
intentado por los susodichos por haber
hecho alianza liga y monipodio
contra el dicho señor don Gaspar
Romano, y por este medio no lograse el
continuar el tal oficio de
alcalde mayor ni que se castigaren los
delitos que tenían cometidos
antes de entrar a ser militares, y en
particular don Bartolomé Carrillo,
yerno del dicho Ginés López, que había
venido desde la Villacarillo
por una muerte que hizo en ella.
Y después, en continuación de no
haber sido castigado este delito,
mató en la playa de la ciudad de
Mojácar a Pedro Francés
alevosamente por quitarle unos dineros
que tenía, ni pagar los derechos
de los unos por ciento y reales
servicios de millones que pertenecen
a su majestad, habiendo para ello
junta de gente así de los
susodichos como de hombres facinerosos
que trajeron de la villa de las
Cuevas, llamados Pedro Bañón, Juan
Pascual, Lucas García, Pedro Pinar, que han
cometido muerte y otros delitos
de que no han sido castigados.
Con ánimo de matar al dicho
don Gaspar Romano si
volvía a tomar la vara, y al
tiempo de los requerimientos le tenían
tomadas las bocas calles así
los dichos don Miguel y Ginés
López como de sus su parciales y
amigos, todo a vista, paciencia
y consentimiento del dicho don
Baltasar de Antayo por ser
paniaguado de los susodichos, y que están
dándoles de comer, ofreciendo al
que no le dé cuidado que ellos
lo mantendrán en el dicho
oficio a fuerza de armas; como
también lo es don José Muñoz de la
Riva, cabo de cuadrillas, y en
cuyo cargo está el gobierno
de la gente de guerra de dicha
ciudad; el cual, por impedir el que
no se ejecutase la dicha real
provisión, prendió a José
Alonso, Agustín Martínez
y a este testigo, que está en que
se cumplirá lo que su majestad
manda, trayendo asimismo
a Francisco Lozano, escribano de la ciudad de
Sorbas, compadre de los dichos
don Miguel Ginés López, para
actuar causas supuestas
contra el dicho don Gaspar habiendo
escribano en dicha ciudad y
perturbando la paz como lo tiene de
costumbre; con que por conservarla se
retiró a esta ciudad. Y esto lo sabe por
haberse hallado presente a todo lo
referido y ser público y notorio, y por
las demás razones que declara,
y la verdad so cargo de su
juramento que hecho tiene y que es su edad
de cuarenta y ocho años. Y lo firmó,
y su merced licenciado Lloret Juan Flores
ante mí, Francisco Gaitán, escribano.
[6] En la ciudad, de Mojácar, en primero día de el mes de
noviembre de mil y seiscientos y ochenta
y cuatro años, su merced, el señor D.
Baltasar de Antayo y Valdés,
alcalde mayor de esta ciudad y su
partido, dijo que por cuanto su merced
se halla quieta y pacíficamente, en el
uso y ejercicio de la vara de tal
alcalde mayor de esta dicha ciudad por
nombramiento de el señor conde de Alcudia,
corregidor de la ciudad de Guadix, a quien
toca dicho nombramiento; el cual
tiene presentado en el cabildo de esta ciudad
ante el consejo, justicia y regimiento
de ella, en cuya vista se le dio y tomó
la posesión de tal alcalde mayor
por haber sido despojado D. Gaspar
Romano, alcalde mayor que era de
esta dicha ciudad, por los señores presidente y
oidores de la Real Chancillería de la ciudad de
Granada por carta y sobrecarta, por
haber cumplido el dicho D. Gaspar
Romano su trienio y otras causas que
ante dichos señores están representadas;
y mandado por todo ello apear a el
susodicho de dicha vara; y el día que se
contaron veinte y ocho de el mes de otubre
de este año, en la noche, a hora de las doce de
la noche, el dicho D. Gaspar Romano,
acompañado y apadrinado, de
Bartolomé Alonso Belmonte, alférez
mayor y regidor de esta ciudad, y otras
personas aliados suyos, entraron en esta
ciudad ocultamente por un portillo de
la muralla, y el caballo lo entró uno de
los que le asistían por la puerta de la ciudad;
y ocultaron dicho caballo en casa de dicho
alférez Bartolomé Alonso, y a dicho D.
Gaspar Romano lo ocultaron en casa de
Juan Alonso, soldado, hermano de el dicho
Bartolomé Alonso. Y el día siguiente,
domingo veinte y nueve de el dicho mes
de otubre, a hora de las diez de el día, el dicho
D. Gaspar Romano, acompañado de el dicho
alférez Bartolomé Alonso, que venía por
cabeza, Rodrigo Alonso, Juan Alonso, José
Alonso, hermanos de el dicho alférez, y Juan
Flores Céspedes, Alonso Flores y otros aliados;
y todos juntos, de mano armada y
caso pensado, en gavilla, llegaron a la
calle de la casa donde vive su merced
el dicho D. Baltasar de Antayo y
Valdés, y con José Carrillo, escribano
de esta ciudad, enviaron a decir a su
merced que luego, a el instante, entregara
la vara de la real justicia a el
dicho D. Gaspar Romano, porque
tenía provisión de el real consejo
para entregarse en ella. A lo cual
respondió su merced que se le
requiriese y hiciese notorio dicho despacho,
que estaba presto a guardarle justicia
en lo que hubiere lugar. Y esto fue
habiendo prevenido su merced por el recado
que le envió que de no entregarla
levantaría otra vara de justicia. Y con dicha
respuesta volvió dicho escribano a dicho
D. Gaspar, y todos juntos, habiéndolo
oído, dijeron a voces, causando
mucho escándalo: Vamos y
quitémosle la vara, ¿a qué venimos aquí?
Y
partiendo todos juntos con mucha
violencia para entrar en casa de su
merced a quitarle dicha vara por vía de fuerza,
llegó, D. José Muñoz de la Riva, a
cuyo cargo está el gobierno de las armas
militares de esta ciudad y su partido,
acompañado con los soldados de la guardia. Y los
detuvo diciéndoles mirasen lo que hacían, que
se perdían ellos y toda la ciudad en hacer
aquella temeridad. Y no dio lugar a que
ninguno entrara en casa de su merced. Y a
este tiempo, salió de dicho tumulto y
cuadrilla el dicho D. Gaspar Romano y
entró en casa de su merced diciéndole
mandara juntar a cabildo para presentar
su despacho, a que respondió su merced
que el gobernador de las armas tenía
presos cuatro regidores militares y que solo
quedaban dos regidores por no haber más
de seis en esta ciudad, y que con dos no podía hacer
dicho cabildo, los cuales regidores
militares estaban presos por estar debiendo
algunas cantidades a su majestad de sus
reales efectos que habían tomado. Y el dicho
D. Gaspar, haciendo instancia a su merced
para que juntase a dicho cabildo,
respondió su merced que si tenía algún
despacho lo presentase, que le guardaría
justicia, el cual se salió de dicha casa
diciendo que sin presentar había de levantar
vara. Y su merced le respondió que
mirase lo que hacía, que si sacaba vara le
había de poner preso, y que mirase se
había de perder la ciudad, a que respondió
José Alonso que a perderse venían. Y así
este como todos los demás volvieron, a
hacer fuerza y violencia para querer
venir a entrar en dicha casa, y el dicho
gobernador de las armas que estaba ya
prevenido y acompañado ya con sus
cabos de escuadra, prendió a los dichos José
Alonso, Juan Alonso, Juan Flores Céspedes,
Alonso Flores, soldados, y les puso presos
en el cuerpo de guardia a cargo de el
cabo de escuadra de ella. Y hizo retirar
los demás, con que con esto cesó dicho
tumulto, habiendo de una parte y
otra mucha gente, unos en defensa de
su merced y otros en la de dicho alférez por
mostrarse por cabeza y tener muchos
deudos. Y la noche siguiente de dicho
día, estando su merced acostado en su
cama a hora de las doce poco mas o me
nos, estando todo en silençio con el reposo
d ella, llegaron a la puerta de su merçed
los dhos D. Gaspar Romano, Bartolome Alon
so, Jua Flores, Jines Flores y su ermano y otros de
su façion, asta nueue. Y solo el dho Bar
tolome Alonso, alferez maior y rejidor
de esta çiud, llamo a la puerta. Y, respon
diendo su merçed, dijo se leuantara, que
tenia vn despacho de cuidado que fir
mar, y su merçed le replico se fuese con
Dios, que por la mañana se firmaria.
Y aunque hiço mucha ynstançia no
quiso su merçed abrir la puerta. Y que
a otro dia tubo notiçia su merçed que be
nian en quadrilla a, si abria la puer
ta, entrar dentro y quitarle la uara
maltratandolo, y echarlo fuera de la
çiudad. Y el dia lunes, treinta de el
dho mes de otubre, a las çinco de la ma
ñana, entraron en cassa de su merçed dho
alferez y dho D. Gaspar Romano,
y, estando su merçed en la cama, llega
ron con el despacho que deçian te
nia dho D. Gaspar, que era vna pro
bision de el consejo real de Castilla
ganada a pedimento de el dho d
Gaspar, y en ella puesto el requerimi
ento y respuesta que su merçed auia
de dar a ella de letra de el dho don
Gaspar; y estaua dha respuesta sin la
cortesia y obediçimiento deuido a dha
real probision, y, diçiendole a su mer
çed que la firmara, no quisso por no
auer sido requerido por ante ssno ni
estar em forma y auer sido ganada
con siniestra relaçion y sin parte,
y no hablar con su merçed ni con la çiudad,
y por tener obligaçion dho D. Gaspar
de pasar dho despacho por ante los seño
res de la Real Chançilleria de la ciudad
de Granada que lo auian desposeido
a dho don Gaspar. Y el susodho y
dho alferez maior se salieron, la
puerta afuera, mui amotinados, y
por auer yncorrido los contenidos en
graue delito segun derecho mando
se aga ymformaçion de lo contenido
y los testigos se esaminen a el tenor
de esta caueça de proçesso, y se agan las
demas dilixençias que combengan
para su maior berificaçion y dar quenta
de todo a los señores presidente y oi
dores de la Real chançilleria de la ciudad
de Granada. Y para ello mando a mi, el presente sruo, asista a su mrd, y lo firmo. Doi ffe.
D. Balthassar de Antayo y Ualdes, Françis
co Loçano
1 To:
dn Jines Lopez.
Rdo. En la çiudad de Mojacar, en dos dias de el
mes de nobiembre de mill y seisçientos
y ochenta y quatro años, su merçed dho sr
alcalde maior, para aberiguaçion de
lo contenido en la caueça de proçesso
anteçedente, reçiuio juramento em for
ma de derecho de D. Jines Lopez Cai
çedo, veçino de esta çiud. Y, auiendolo echo
y prometido de diçir verdad en lo que le
fuese preguntado, y siendolo a el tenor
de dha caueça de proçesso, dijo, que
lo que saue, es que, estando, como a el pre
sente lo esta en quieta y paçifica pose
sion de la uara de justiçia de esta çiud
su merçed dho señor alcalde maior
por nombramiento de el sr conde de Al
cudia, correjidor de la çiudad de Gua
dis, a quien toca su eleçion; por auer si
do desposeido de dha uara de tal
alcalde maior D. Gaspar Romano
por los señores presidente y oidores
de la Real Chançilleria de la çiudad
de Granada por reales prouisio
nes, carta y sobrecarta, por auer cum
plido el susodho su trienio y otras
caussas sobre lo qual se le despojo
de dha uara. Y diçe el testigo que el
dia que se contaron beinte y nueue
de el mes de otubre prosimo pa
sado, a la ora de las diez de el dho
dia, estando el testigo en la puer
ta de su cassa, oyo ruido y albo
roto, y, acudiendo a el, bido
mucha jente en la calle do biue
su merçed, y reconoçio lo que podia
ser. Bido a don Gaspar Romano
que estaua diçiendo: Yo para leban
tar bara de alcalde maior no e
menester presentar mi despacho.
Y bido el testigo que le asistian Bme
Alonso, alferez maior y rejidor de
esta dha çiudad; Rodrigo Alonso, su
ermano, veçino de ella; y Jua Alonso
y Jose Alonso, soldados, ermanos de
el dho alferez; Jua Flores Çespedes,
Alonso Flores, soldados; Jose Flores ju
rado, veçino de esta çiudad. Y dho al
ferez, Bartolome Alonso, se seña
laua como caueça de todos diçien
do: Bamos y quitemosle la uara, ¿a
que benimos?
A que respondieron
los demas que fuese, que a eso benian.
Y, partiendo los dichos en gauilla, de
mano armada y con biolençia, pa
ra cassa de su merçed, los quales auien
do llegado çerca de la puerta llego d
Jose Muñoz de la Riua con los soldados
de la guardia y los detubo sin dar lu
gar a que ninguno llegara a dha puer
ta, diçiendoles: Hombres, teneos; mira que
os perdeis
, a los quales hiço retirar asta
diez v doçe passos de dha puerta. Y alli
los reporto diçiendo que lo siguieran por
justiçia y no por biolençia. Y a este tien
po bido el testigo que dho D. Gaspar
Romano se aparto de aquella jente, y so
lo entro cassa de su merçed, dho sr alcalde
maior, y estubo poco tiempo. Y a el tien
po que boluio a salir dijo el dho don
Gaspar Romano que auia de leuantar bara
sim presentar su despacho. Y su merçed,
desde la puerta de su cassa, le respondio: Señor, D. Gaspar, mire v m lo que açe, que
si leuanta uara le pondre preso
. Y refi
rio que mirase se auia de perder la ciu
dad por sus temeridades, a que res
pondio el dho Jose Alonso, mui altera
do y furiosso, que se benian a perder. Y a
si el susodho como los demas boluie
ron a açer fuerça a querer benir a
entrar en cassa de su merçed diçiendo: La
bara le emos de quitar y se la emos de
entregar a don Gaspar Romano
. Y el
dho gouernador de las armas, que ia
estaua preuenido y acompañado con al
gunos cauos de esquadra y soldados, se
los embaraço y prendio a los militares,
y hiço retirar a los demas. Y diçe el tes
tigo que, en el tiempo que el dho don Gas
par estubo en cassa de su merçed quando
diçe entro, el dho gouernador de las armas
reempreendio mucho a los dhos Jose A
lonso y Jua Flores Çespedes, rejidores,
y militares y a otros, que como estando
presos por los marauedises que deuen a su
magd de sus reales rentas abian que
brantado la prision, que los auia de cas
tigar de forma que se acordaran, y po a
si por dha causa como por dha desaten
çion, les boluio a prender y puso en el
querpo de guardia. Y diçe el testigo que,
si no se allara tam
breue de por medio
dho gouernador, vbiera suçedido
muchas desdichas en esta çiud porque
acudio mucha xte a faboreçer a su md,
que fue tanbien causa para que no vbie
ran logrado su mal yntento por
que todos los vos y soldados le esti
man por uer su justo obrar, y que
tiene esta ciud mui abasteçida de todos man
tenimtos y mui baratos, de forma que,
a no auer echo estos socoros, vbiera
pedeçido mucha xte del
achaque que
en ella se a padeçido. Y, porque en el re
partimto del cauezon de sisas d este
terçio fin de sepe pasado d este año,
lo yço con tanta justificaçion y a
libio de dhos vos que al pobre que de
antes le repartian diez se le repartio
çinco, y en esta forma toda la beçin
dad. Y diçe el testigo que saue por mui
çierto que la causa de mostrarse emu
lo el dho Barme Alo, alferez, y sus ali
ados contra su md, que solo ellos lo son
contra su md, es por auerles aberiguado
con papeles firmados de
sus nombres
y otras delixas estan debiendo a su
magd mas de dos mil reales que con ma
no poderosa an tomado de los terçios
de sisas atrasados, y aberse comido
4 el posito su caudal, y auerle echo pagar
su md a dho alferez diez y seis fanegas y ma
de trigo que tenia vsurpado y auer tomado
algunas cantidades de las bulas, y usurpado
mucha parte de las rentas de terçias y pro
pios de do se a orijinado el auer sobrebeni
do muchas costas de ejecutores a esta ciud,
pues en las quentas de propios y terçias del año
pasado dieron en data mill y
seteçientos reales
de ejecutores, y en los repartimientos de sisas,
soldados de miliçias y de campaña que se an
echo estos años pasados en el tiempo que a si
do alcalde maior dho D. Gaspar Romano,
an cargado mas cantidades de las que co
responden a los terçios que a su magestad se pa
gan. Y diçe el testigo que en el repartimi
ento de sisas que se iço de el terçio fin de mar
ço de este año, lo uido el testigo y allo en el
abian cargado dho D. Gaspar Romano
y comisarios çiento y ochenta reales
mas de lo que correspondia a su prinçi
pal y demas gasto de el. Y assi este como otros
los an reçeuido y ocultado sin que aian
podido ser auidos, aunque por su merçed
se les a apremiado los manifiesten, los
quales, saue el testigo, los an echo estrajudi
çial, sin autoridad de escriuano, y que
esta es la causa de que el dho alferez Bar
tolome Alonso y sus aliados defiendan
tanto a el dho don Gaspar Romano, por
que les dejaua bibir con estos vsurpos en
trando el susodho con ellos, no pagando
en dhos repartimientos lo que les per
teneçe y mañeando el que no se corran las
reales rentas de terçias y nouenos que a su
magd perteneçen, por tenerlas en adminis
traçion y açer dhos osurpos sin que se co
nozca, pues es obligaçion correr dhas ren
tas en la plaça publica en estrados rema
tandolas en maior ponedor. Y esto lo saue
el testigo por auer sido diez y seis años es
criuano publico y de el cauildo de esta çiud,
y ocho de alcalde maior, y estar de ordi
nario en ellas y auer adquerido todas
estas notiçias que son publicas y no
torias. Y diçe el testigo que, açiendo
reparo en el dho D. Gaspar Romano
como se auia apareçido en esta çiud por a
ver muchos dias que estaua fuera de ella,
le dijeron que aquella noche abia en
trado por um portillo de la muralla,
y el caballo lo entraron por la puerta. Y
que esto que a dicho es la uerdad y publico
y notorio en esta çiud
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