AL1684D9090

Pleito contra Gaspar Romano y consortes, sobre haberle querido desposeer con violencia de la vara de la justicia

Fecha1684
LocalidadEspaña, Almería, Mojácar
ProyectoHISPATESD: Hispanae Testium Depositiones. Las declaraciones de testigo en la historia de la lengua española. 1492-1833
FinanciaciónMINECO/AEI/FEDER/UE: FFI2017-83400-P, 2018-2021
ArchivoArchivo de la Real Chancillería de Granada
ID del manuscritoARCHGR 1221/10

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2 Testigo: don Ginés López Caicedo[1] En la ciudad de Mojácar, en veinte y seis días del mes de diciembre de mil seiscientos y ochenta y cuatro años, de presentación del dicho Bartolomé González en virtud de su poder para esta sumaria, recibí juramento a Dios y a una cruz en forma de derecho de don Ginés López Caicedo, vecino de esta ciudad y labrador en ella, el cual lo hizo y prometió la verdad. Y, siendo preguntado por el presente receptor al tenor de la querella inserta en dicha real provisión, dijo que lo que sabe en razón de ella declaró en la sumaria que sobre dicho negocio hizo don Baltasar de Antayo, alcalde mayor de esta dicha ciudad, que pide se le lea y muestre. Y por el presente receptor se le leyó a la letra un dicho que parece dijo el testigo en esta ciudad el día dos de noviembre pasado de este presente año, que está en el folio cuatro de la dicha sumaria, por ante el dicho don Baltasar de Antayo, alcalde mayor de esta dicha ciudad, y de Francisco Lozano, escribano real, vecino de la villa de Sorbas. Y, oído y entendido por el testigo, dijo ser su dicho y haberlo dicho y depuesto en la misma forma que está escrito, y en él se afirma y ratifica, y siendo necesario lo dice de nuevo por ser la verdad lo en él contenido. Y después de ello vio el testigo que, insistiendo añade en su pretensión, el dicho don Gaspar Romano volvió a esta dicha ciudad el día diez de este presente mes y año, acompañado de don Bernardo Llorete, alcalde mayor de la ciudad de Vera, el cual entró en esta con su vara alta de justicia, y en su compañía traía catorce o quince hombres armados con charpas de escopetas cortas y largas, que venía a darle la posesión de la vara al dicho don Gaspar Romano contra la voluntad de todos los vecinos. Y, con efecto, para ello mandó se juntasen en las casas de cabildo el concejo, justicia y regimiento de ella en su cabildo para presentar un despacho que decía el dicho don Bernardo traía del corregidor de Guadix. Y, estando todos juntos en dicho cabildo, entró en él Bartolomé Alonso Belmonte, alférez mayor y regidor de esta dicha ciudad, que a la sazón lo tenía preso el dicho don Baltasar Antayo por haber sido cabeza y más culpado en el tumulto antecedente que el testigo tiene declarado en su primero dicho, y por diferentes cantidades de maravedís que había usurpado de las rentas reales. Y, sin guardar dicha carcelería, le habló al dicho don Baltasar muchas palabras indecentes, por lo cual le mandó a Bartolomé González, teniente de alguacil mayor, le pusiese preso en el cuerpo de la cárcel en el ínterin que fenecía el cabildo para volverlo a él donde le tenía preso, en cuya ocasión respondió el dicho licenciado don Bernardo Llorete: No ha de estar preso. Y a uno de los ministros que traía le dio por orden no consintiese le pusieran preso, sobre lo cual los dichos dos alcaldes mayores tuvieron diferencia sobre cuál había de mandar, y los dos ministros sobre ejecutar cada uno el mandato de su juez. Y, por insistir en ello el de esta ciudad, levantó la vara para darle a el de Vera, el cual sacó un puñal para darle al dicho Bartolomé González. Y a este tiempo se pusieron de por medio don Luis Jiménez y sus hijos y otros caballeros desapasionados, vecinos de la ciudad de Vera, y don Diego Valcárcel, gobernador de las armas de dicha ciudad de Vera que había venido a esta con sus militares y puesto cuerpo de guardia junto a las casas de cabildo para apaciguar los disturbios que se podían ofrecer. Y a este ruido se movieron todos los vecinos de esta ciudad por ver ultrajada la justicia y la violencia que le querían hacer al dicho don Baltasar en quitarle la vara contra la voluntad de todos ellos, y por el escándalo y alboroto que había levantado el dicho don Bernardo Llorete con su venida. Y con estas diferencias algunos de los dichos vecinos y militares quisieron subir al dicho cabildo a favorecer al dicho don Baltasar, y lo embarazó el dicho gobernador de las armas porque se puso en la puerta y no dejó entrar a nadie dentro. Y por último salieron de dicho cabildo a las nueve de la noche sin resolver cosa alguna, y todos los dichos vecinos y militares estaban aguardando con hachos encendidos para ver si sacaba la vara el dicho don Baltasar, y viendo que la traía le vinieron acompañando hasta su casa diciendo a voces que a él solo querían por su juez, que obraba en justicia, y don Gaspar Romano se fuera con Dios, que los tenía desollados. Y sabe el testigo con evidencia que lo que decían públicamente en dicho tumulto, que si tomara la vara el dicho don Gaspar Romano lo hubieran hecho pedazos por tener muchos ofendidos y no haber obrado en justicia, y al dicho don Baltasar, si la hubiera dejado por quererlo bien y haber obrado con mucha rectitud y beneficio del bien público y en favor de los pobres, en dicha ocasión salieron hasta las mujeres con tranca y garrotes a defenderlo hasta la plaza pública, diciendo: Si no hay hombres que defiendan causa tan justa nosotras la defenderemos. Todo lo cual sabe el testigo por haberlo visto ser y pasar así, y dádose mucha nota y escándalo en esta ciudad y fuera de ella. Y todo ello es público y notorio y la verdad so cargo del juramento que tiene hecho y lo que sabe acerca de lo que se le ha preguntado, y en ello se afirma 10 Testigo: Miguel Ortiz[2] En la ciudad de Mojácar, a treinta días del mes de diciembre de mil seiscientos y ochenta y cuatro años, yo, el presente receptor, de presentación del dicho Bartolomé González, en virtud de su poder para esta probanza, recibí juramento a Dios y a una cruz en forma de derecho de Miguel Ortiz, que así se dijo llamar y ser vecino de esta ciudad y labrador en ella, el cual lo hizo y prometió la verdad. Y, siendo preguntado al tenor de las querellas insertas en dichas reales provisiones, dijo que lo que sabe en razón de ello es que don Gaspar Romano ejerció en esta ciudad el oficio de alcalde mayor más tiempo de tres años y no sabe el testigo por qué causa lo despojó la chancillería de la ciudad de Granada de la vara y el corregidor de la ciudad de Guadix se la dio a don Baltasar de Antayo y Valdés, que hoy la ejerce. Y, habiendo recibido al susodicho esta, y estando en su ejercicio quieta y pacíficamente, vino a esta ciudad el dicho don Gaspar Romano el día veinte y nueve de otubre próximo pasado de este presente año diciendo traía una real provisión del real consejo de Castilla para volver a ejercer dicho oficio. Y pretendió con violencia quitarle la dicha vara al dicho don Baltasar de Antayo por favorecerle Bartolomé Alonso, alférez mayor de esta dicha ciudad y regidor, Rodrigo Alonso, Juan Alonso, Juan Flores Céspedes, Alonso Flores y José Alonso y otros amigos y parciales de los susodichos. Y el testigo no sabe lo que en razón de ello hubo, más vio estaría gente amotinada y que pretendían con violencia quitarle la vara al dicho don Baltasar y que la sacase el dicho don Gaspar contra la voluntad de todo el resto de vecinos y militares de ella. Y todos estaban puestos en arma, y es cierto hubieran sucedido muchas desgracias si no fuera por don José Muñoz de la Riva, capitán de la gente de guerra de ella, que lo apaciguó con sus militares y prendió a los que lo eran y defendían la parte del dicho don Gaspar y de la ciudad. Y después, el día diez de este presente mes y año, volvió a esta ciudad el dicho don Gaspar Romano insistiendo en su pretensión, y con él vino don Bernardo Llorete, alcalde mayor de la ciudad de Vera, y traía en su compañía catorce o quince hombres con escopetas cortas y largas, que se decía venía a darle la posesión de dicha vara al dicho don Gaspar, lo cual vio el testigo, y que se juntaron en el cabildo de esta ciudad el dicho don Baltasar de Antayo y el dicho don Bernardo Llorete y algunos regidores de ella. Y con esta ocasión se alborotaron todos los vecinos y militares de esta dicha ciudad y acudieron a la plaza donde estaba el testigo, cerca de la casa de cabildo, y oyó a el dicho don Baltasar de Antayo decir: Bartolomé González, prenda a el alférez por razón que el susodicho, estando preso por la dependencia antecedente, habiendo oído a los dichos alcaldes mayores barajar en sus negocios en dicho cabildo, se arrojó a él, y el dicho don Bernardo Llorete le dijo a voces a un ministro suyo no lo prendiesen. Y, cada uno insistiendo que lo prendiesen porque no podía entrar allí estando preso, y el otro que no lo prendiesen, y por obedecer los ministros a sus jueces tuvieron diferencias, y el alguacil de la ciudad de Vera vio el testigo que echó mano a una tercerola o cuchillo, que con la confusión de gente no reparó bien para darle al ministro de esta ciudad. Y el dicho don Bernardo Llorete pidió a un ministro suyo le llevase las escopetas, y con efecto fueron por ellas a la casa del dicho don Gaspar, donde posaban. Y en la ocasión se amotinó toda la gente, y el gobernador de las armas de la ciudad de Vera y otros militares que habían venido a apaciguar esta alteración, y el capitán de esta, los sosegaron y mandaron arrimar las armas a todos. Y es cierto y es cierto y sin duda se hubiera perdido esta ciudad y hubieran muerto al dicho don Gaspar si hubiera tomado[3], y al dicho don Baltasar si la hubiera dejado. Y por fin, habiendo salido del dicho cabildo bien tarde los susodichos, viendo que sacaba el dicho don Baltasar la vara, se acabaron de sosegar, porque todos los vecinos y militares de esta dicha ciudad, excepto los contrarios, amigos del dicho don Gaspar, que por sus particulares fines lo desean y son hasta ocho o nueve, todos los demás desean la ejerza el dicho don Baltasar por su buen obrar en la administración de justicia y en su tiempo haber tenido, como tiene, muy abastecida de mantenimientos esta ciudad, y a menos precio con grande alivio de los pobres, más que ha estado desde que el tiempo se sabe acordar, y porque han reconocido que en todos los memoriales de repartimientos que a hecho en su tiempo ha sacado más de un tercio menos a cada vecino de los que se repartían en tiempo del dicho don Gaspar, y mucho menos a los pobres y viudas, que los que pagaban cuatro reales de estos pagan hoy a real y a cuatro cuartos. Y por esta ocasión, y haber conservado y conservar el pan, carne y aceite dos cuartos menos que en todas las poblaciones de los contornos, y le amparan y perderán las vidas en su defensa, por haber reconocido muy al contrario de este obrar en el dicho don Gaspar. Y por haber destruido a muchos pobres de esta ciudad y su jurisdicción, y haberles quitado sus haciendas y no haberles hecho gracia ninguna, lo aborrecen. Y, por haber causado el alboroto y discordia que ha habido en esta ciudad, causando mucho escándalo en lo referido, y el dicho don Bernardo Llorete en haber entrado en esta ciudad y cabildo con vara alta de justicia como el testigo lo vio, y traer gente de armas consigo y haber estado esta ciudad dos veces muy cerca de perderse. Lo cual sabe el testigo por haberlo visto ser y pasar, lo cual es lo que sabe acerca de lo que se le ha preguntado, público y notorio y la verdad so cargo del juramento que tiene hecho. Leyósele este dicho, ratificose en él, encarguele el secreto, lo prometió y dijo ser de edad de treinta y seis años poco más o menos. Y no firmó porque dijo no sabía escribir, firmelo yo que de ello doy fe. Ante , Carlos Ramírez Barrera, receptor. Testigo 3 Juan Alonso.[4] En la ciudad de Vera, en dicho día, mes y año dichos, su merced el señor licenciado D. Bernardo Lloret, para efecto de proseguir en la sumaria información y comprobación de lo referido, mandó parecer presente a Juan Alonso, vecino de la ciudad de Mojácar y persona a quien su merced dejó de guardia con don Gaspar Romano en dicha ciudad en el ínterin que fue al ayuntamiento, del cual su merced recibió juramento a Dios y a una cruz en forma de derecho. Y, preguntado por el tenor de el auto, dijo que, habiendo su merced, como a hora de las tres de la tarde, citado ayuntamiento juntamente con don Baltasar de Antayo, alcalde mayor que es en dicha ciudad de Mojácar para hacer notorias diferentes órdenes de su majestad y señores de su real consejo de Castilla para que en su virtud pusiesen en la posesión de dicha vara de alcalde mayor de dicha ciudad a don Gaspar Romano el día diez del corriente, luego que su merced salió para dicho efecto de donde estaba de posada y donde dejó a dicho don Gaspar, y de allí a poco rato se movió y empezó a tumultuar la gente hacia la parte del ayuntamiento por parte de don Miguel de Lizana y Ginés López de Caicedo y otros parientes y aliados. Y de tropel se vinieron a la casa donde estaba este testigo con el dicho don Gaspar y, oyendo el ruido, se fue a la puerta de ella y halló a la entrada a Juan Pascual, vecino de la villa de las Cuevas y bandido por diferentes muertos y delitos, de que le consta no ha sido castigado; y a Bartolomé, que oyó decir tiene dos muertes; y a Martín Casado, que asimismo está sentenciado en rebeldía a pena de horca por una muerte que hizo en la dicha ciudad; y a Miguel de Ortiz, sentenciado a destierro, ambos sentenciados por el dicho don Gaspar Romano, lo cual consta; y a Bartolomé de Vílchez el menor, vecino de la villa de Bayarque, que al parecer fue llamado por pariente del dicho don Miguel de Lizana, los cuales venían cargados con escopetas cortas, armas prohibidas, hasta la dicha casa, queriéndose entrar en ella con las escopetas en los martillos para matar al dicho don Gaspar, como lo hubieran ejecutado si este testigo no defendiera la puerta con la espada en la mano y los demás que le acompañaban, que era Manuel Ruiz, José Belmonte y Lorenzo de Céspedes, según el tumulto y confederación de los referidos. Y, a no haber cerrado la puerta con que al ruido los vecinos, que al parecer se divirtieron hacia la parte de el ayuntamiento con el ruido e chilló para matar a su salvo y lograr su intento, los referidos se vinieron, y después volvió en su seguimiento el dicho Ginés López y don Miguel de Lizana, don Diego de Góngora, don Diego Leonés, y pretendieron echar la puerta en el suelo, como con efecto quebrantaron su cerraja. A vista de que aquel que tenían escondido en las casas para la función, dándole dinero y todo lo necesario, no lo había ejecutado todo a vista y consentimiento de don Baltasar de Antayo, alcalde mayor de dicha ciudad, para mantenerse en dicho oficio, el cual les tolera sus delitos y consiente el embarcar el trigo por la mar, lo cual no se ha hecho en todo el tiempo que el dicho don Gaspar ha sido alcalde mayor, por cuya razón pretende no lo sea, y porque les ha justificado sus delitos. Y asimismo sabe este testigo que, habiendo su merced venido del ayuntamiento como a hora de las ocho de la noche, y estándole refiriendo lo lo sucedido, se oyó temor en la puerta para pegar fuego a la casa donde asistía con su audiencia. Y estos atrevimientos son ocasionados de que el dicho don Baltasar le suple todo lo referido y da permiso a los disturbios de los embargos de el pan, y consiente y omite el castigo de sus causas, y que el dicho don Miguel de Lizana no pague los maravedís de su majestad, y el dicho Ginés López y sus parientes y aliados, por cuyas razones perturban y han pretendido privar del uso y ejercicio del oficio de tal alcalde mayor de dicha ciudad, diciendo que aunque venga el rey en persona que no ha de darle la posesión, y que si el dicho don Baltasar lo consiente y alarga la vara le han de cortar las orejas y matarle. Y esto diciéndoselo en su cara y no hacer demostración alguna, de que se infiere es con su consentimiento, y asimismo del de José Muñoz de la Riva, cabo de la gente de guerra de dicha ciudad, por ser pariente del dicho don Miguel de Lizana y confederado con el dicho D. Baltasar de Antayo, a quien lo están sustentando desde que entró a servir la vara por suspensión del dicho don Gaspar Romano. Todo lo cual lo sabe por haberse hallado presente a todo lo referido y ser público en dicha ciudad de Mojácar y ser la verdad so cargo del juramento que 1 Testigo: Juan Flores, regidor[5] En la ciudad de Vera, en el dicho día, mes y año dichos, el señor licenciado don Bernardo Lloret, alcalde mayor de esta ciudad, don Gaspar Romano, residente en ella, presentó por testigo a Juan Flores, vecino de la ciudad de Mojácar y regidor de ella, del cual se recibió juramento en forma de derecho. Y habiéndolo hecho por Dios y una cruz, y lo hizo y ofreció decir verdad. Y, siendo preguntado al tenor del pedimiento, dijo que lo que sabe y pasa es que el día que se contaron veinte y nueve del presente mes y año, como a las nueve del día, llegó a la dicha ciudad de Mojácar don Gaspar Romano, alcalde mayor que había sido de ella por nombramiento de los señores del real consejo de Castilla en el trienio de don Francisco Manuel Leadno y Mesía, corregidor que fue de la dicha ciudad y de la de Guadix. Y, después de haber dado su residencia, le nombró el señor conde de Alcudia que de presente es tal corregidor de este partido. Y, por haberle mandado cesar por los señores de la Real Chancillería de Granada de pedimiento de don Miguel de Lizana, Ginés López y otros consortes con aprobación de los señores del real consejo de Castilla, para que sin embargo de haberlo sido el trienio antecedente continuase; y, requerídole con ella a don Baltasar de Antayo, que había entrado a servir dicho oficio, dijo que la dicha real provisión era una droga, y que no importaba dos bledos, solo a fin de complacer a los dichos don Miguel de Lizana, Ginés López de Caicedo y demás consortes para que manuecara lo intentado por los susodichos por haber hecho alianza liga y monipodio contra el dicho señor don Gaspar Romano, y por este medio no lograse el continuar el tal oficio de alcalde mayor ni que se castigaren los delitos que tenían cometidos antes de entrar a ser militares, y en particular don Bartolomé Carrillo, yerno del dicho Ginés López, que había venido desde la Villacarillo por una muerte que hizo en ella. Y después, en continuación de no haber sido castigado este delito, mató en la playa de la ciudad de Mojácar a Pedro Francés alevosamente por quitarle unos dineros que tenía, ni pagar los derechos de los unos por ciento y reales servicios de millones que pertenecen a su majestad, habiendo para ello junta de gente así de los susodichos como de hombres facinerosos que trajeron de la villa de las Cuevas, llamados Pedro Bañón, Juan Pascual, Lucas García, Pedro Pinar, que han cometido muerte y otros delitos de que no han sido castigados. Con ánimo de matar al dicho don Gaspar Romano si volvía a tomar la vara, y al tiempo de los requerimientos le tenían tomadas las bocas calles así los dichos don Miguel y Ginés López como de sus su parciales y amigos, todo a vista, paciencia y consentimiento del dicho don Baltasar de Antayo por ser paniaguado de los susodichos, y que están dándoles de comer, ofreciendo al que no le cuidado que ellos lo mantendrán en el dicho oficio a fuerza de armas; como también lo es don José Muñoz de la Riva, cabo de cuadrillas, y en cuyo cargo está el gobierno de la gente de guerra de dicha ciudad; el cual, por impedir el que no se ejecutase la dicha real provisión, prendió a José Alonso, Agustín Martínez y a este testigo, que está en que se cumplirá lo que su majestad manda, trayendo asimismo a Francisco Lozano, escribano de la ciudad de Sorbas, compadre de los dichos don Miguel Ginés López, para actuar causas supuestas contra el dicho don Gaspar habiendo escribano en dicha ciudad y perturbando la paz como lo tiene de costumbre; con que por conservarla se retiró a esta ciudad. Y esto lo sabe por haberse hallado presente a todo lo referido y ser público y notorio, y por las demás razones que declara, y la verdad so cargo de su juramento que hecho tiene y que es su edad de cuarenta y ocho años. Y lo firmó, y su merced licenciado Lloret Juan Flores ante , Francisco Gaitán, escribano. [6] En la ciudad, de Mojácar, en primero día de el mes de noviembre de mil y seiscientos y ochenta y cuatro años, su merced, el señor D. Baltasar de Antayo y Valdés, alcalde mayor de esta ciudad y su partido, dijo que por cuanto su merced se halla quieta y pacíficamente, en el uso y ejercicio de la vara de tal alcalde mayor de esta dicha ciudad por nombramiento de el señor conde de Alcudia, corregidor de la ciudad de Guadix, a quien toca dicho nombramiento; el cual tiene presentado en el cabildo de esta ciudad ante el consejo, justicia y regimiento de ella, en cuya vista se le dio y tomó la posesión de tal alcalde mayor por haber sido despojado D. Gaspar Romano, alcalde mayor que era de esta dicha ciudad, por los señores presidente y oidores de la Real Chancillería de la ciudad de Granada por carta y sobrecarta, por haber cumplido el dicho D. Gaspar Romano su trienio y otras causas que ante dichos señores están representadas; y mandado por todo ello apear a el susodicho de dicha vara; y el día que se contaron veinte y ocho de el mes de otubre de este año, en la noche, a hora de las doce de la noche, el dicho D. Gaspar Romano, acompañado y apadrinado, de Bartolomé Alonso Belmonte, alférez mayor y regidor de esta ciudad, y otras personas aliados suyos, entraron en esta ciudad ocultamente por un portillo de la muralla, y el caballo lo entró uno de los que le asistían por la puerta de la ciudad; y ocultaron dicho caballo en casa de dicho alférez Bartolomé Alonso, y a dicho D. Gaspar Romano lo ocultaron en casa de Juan Alonso, soldado, hermano de el dicho Bartolomé Alonso. Y el día siguiente, domingo veinte y nueve de el dicho mes de otubre, a hora de las diez de el día, el dicho D. Gaspar Romano, acompañado de el dicho alférez Bartolomé Alonso, que venía por cabeza, Rodrigo Alonso, Juan Alonso, José Alonso, hermanos de el dicho alférez, y Juan Flores Céspedes, Alonso Flores y otros aliados; y todos juntos, de mano armada y caso pensado, en gavilla, llegaron a la calle de la casa donde vive su merced el dicho D. Baltasar de Antayo y Valdés, y con José Carrillo, escribano de esta ciudad, enviaron a decir a su merced que luego, a el instante, entregara la vara de la real justicia a el dicho D. Gaspar Romano, porque tenía provisión de el real consejo para entregarse en ella. A lo cual respondió su merced que se le requiriese y hiciese notorio dicho despacho, que estaba presto a guardarle justicia en lo que hubiere lugar. Y esto fue habiendo prevenido su merced por el recado que le envió que de no entregarla levantaría otra vara de justicia. Y con dicha respuesta volvió dicho escribano a dicho D. Gaspar, y todos juntos, habiéndolo oído, dijeron a voces, causando mucho escándalo: Vamos y quitémosle la vara, ¿a qué venimos aquí? Y partiendo todos juntos con mucha violencia para entrar en casa de su merced a quitarle dicha vara por vía de fuerza, llegó, D. José Muñoz de la Riva, a cuyo cargo está el gobierno de las armas militares de esta ciudad y su partido, acompañado con los soldados de la guardia. Y los detuvo diciéndoles mirasen lo que hacían, que se perdían ellos y toda la ciudad en hacer aquella temeridad. Y no dio lugar a que ninguno entrara en casa de su merced. Y a este tiempo, salió de dicho tumulto y cuadrilla el dicho D. Gaspar Romano y entró en casa de su merced diciéndole mandara juntar a cabildo para presentar su despacho, a que respondió su merced que el gobernador de las armas tenía presos cuatro regidores militares y que solo quedaban dos regidores por no haber más de seis en esta ciudad, y que con dos no podía hacer dicho cabildo, los cuales regidores militares estaban presos por estar debiendo algunas cantidades a su majestad de sus reales efectos que habían tomado. Y el dicho D. Gaspar, haciendo instancia a su merced para que juntase a dicho cabildo, respondió su merced que si tenía algún despacho lo presentase, que le guardaría justicia, el cual se salió de dicha casa diciendo que sin presentar había de levantar vara. Y su merced le respondió que mirase lo que hacía, que si sacaba vara le había de poner preso, y que mirase se había de perder la ciudad, a que respondió José Alonso que a perderse venían. Y así este como todos los demás volvieron, a hacer fuerza y violencia para querer venir a entrar en dicha casa, y el dicho gobernador de las armas que estaba ya prevenido y acompañado ya con sus cabos de escuadra, prendió a los dichos José Alonso, Juan Alonso, Juan Flores Céspedes, Alonso Flores, soldados, y les puso presos en el cuerpo de guardia a cargo de el cabo de escuadra de ella. Y hizo retirar los demás, con que con esto cesó dicho tumulto, habiendo de una parte y otra mucha gente, unos en defensa de su merced y otros en la de dicho alférez por mostrarse por cabeza y tener muchos deudos. Y la noche siguiente de dicho día, estando su merced acostado en su cama a hora de las doce poco mas o menos, estando todo en silençio con el reposo d ella, llegaron a la puerta de su merçed los dhos D. Gaspar Romano, Bartolome Alonso, Jua Flores, Jines Flores y su ermano y otros de su façion, asta nueue. Y solo el dho Bartolome Alonso, alferez maior y rejidor de esta çiud, llamo a la puerta. Y, respondiendo su merçed, dijo se leuantara, que tenia vn despacho de cuidado que firmar, y su merçed le replico se fuese con Dios, que por la mañana se firmaria. Y aunque hiço mucha ynstançia no quiso su merçed abrir la puerta. Y que a otro dia tubo notiçia su merçed que benian en quadrilla a, si abria la puerta, entrar dentro y quitarle la uara maltratandolo, y echarlo fuera de la çiudad. Y el dia lunes, treinta de el dho mes de otubre, a las çinco de la mañana, entraron en cassa de su merçed dho alferez y dho D. Gaspar Romano, y, estando su merçed en la cama, llegaron con el despacho que deçian tenia dho D. Gaspar, que era vna probision de el consejo real de Castilla ganada a pedimento de el dho d Gaspar, y en ella puesto el requerimiento y respuesta que su merçed auia de dar a ella de letra de el dho don Gaspar; y estaua dha respuesta sin la cortesia y obediçimiento deuido a dha real probision, y, diçiendole a su merçed que la firmara, no quisso por no auer sido requerido por ante ssno ni estar em forma y auer sido ganada con siniestra relaçion y sin parte, y no hablar con su merçed ni con la çiudad, y por tener obligaçion dho D. Gaspar de pasar dho despacho por ante los señores de la Real Chançilleria de la ciudad de Granada que lo auian desposeido a dho don Gaspar. Y el susodho y dho alferez maior se salieron, la puerta afuera, mui amotinados, y por auer yncorrido los contenidos en graue delito segun derecho mando se aga ymformaçion de lo contenido y los testigos se esaminen a el tenor de esta caueça de proçesso, y se agan las demas dilixençias que combengan para su maior berificaçion y dar quenta de todo a los señores presidente y oidores de la Real chançilleria de la ciudad de Granada. Y para ello mando a mi, el presente sruo, asista a su mrd, y lo firmo. Doi ffe. D. Balthassar de Antayo y Ualdes, Françisco Loçano 1 To: dn Jines Lopez. Rdo. En la çiudad de Mojacar, en dos dias de el mes de nobiembre de mill y seisçientos y ochenta y quatro años, su merçed dho sr alcalde maior, para aberiguaçion de lo contenido en la caueça de proçesso anteçedente, reçiuio juramento em forma de derecho de D. Jines Lopez Caiçedo, veçino de esta çiud. Y, auiendolo echo y prometido de diçir verdad en lo que le fuese preguntado, y siendolo a el tenor de dha caueça de proçesso, dijo, que lo que saue, es que, estando, como a el presente lo esta en quieta y paçifica posesion de la uara de justiçia de esta çiud su merçed dho señor alcalde maior por nombramiento de el sr conde de Alcudia, correjidor de la çiudad de Guadis, a quien toca su eleçion; por auer sido desposeido de dha uara de tal alcalde maior D. Gaspar Romano por los señores presidente y oidores de la Real Chançilleria de la çiudad de Granada por reales prouisiones, carta y sobrecarta, por auer cumplido el susodho su trienio y otras caussas sobre lo qual se le despojo de dha uara. Y diçe el testigo que el dia que se contaron beinte y nueue de el mes de otubre prosimo pasado, a la ora de las diez de el dho dia, estando el testigo en la puerta de su cassa, oyo ruido y alboroto, y, acudiendo a el, bido mucha jente en la calle do biue su merçed, y reconoçio lo que podia ser. Bido a don Gaspar Romano que estaua diçiendo: Yo para lebantar bara de alcalde maior no e menester presentar mi despacho. Y bido el testigo que le asistian Bme Alonso, alferez maior y rejidor de esta dha çiudad; Rodrigo Alonso, su ermano, veçino de ella; y Jua Alonso y Jose Alonso, soldados, ermanos de el dho alferez; Jua Flores Çespedes, Alonso Flores, soldados; Jose Flores jurado, veçino de esta çiudad. Y dho alferez, Bartolome Alonso, se señalaua como caueça de todos diçiendo: Bamos y quitemosle la uara, ¿a que benimos? A que respondieron los demas que fuese, que a eso benian. Y, partiendo los dichos en gauilla, de mano armada y con biolençia, para cassa de su merçed, los quales auiendo llegado çerca de la puerta llego d Jose Muñoz de la Riua con los soldados de la guardia y los detubo sin dar lugar a que ninguno llegara a dha puerta, diçiendoles: Hombres, teneos; mira que os perdeis, a los quales hiço retirar asta diez v doçe passos de dha puerta. Y alli los reporto diçiendo que lo siguieran por justiçia y no por biolençia. Y a este tienpo bido el testigo que dho D. Gaspar Romano se aparto de aquella jente, y solo entro cassa de su merçed, dho sr alcalde maior, y estubo poco tiempo. Y a el tienpo que boluio a salir dijo el dho don Gaspar Romano que auia de leuantar bara sim presentar su despacho. Y su merçed, desde la puerta de su cassa, le respondio: Señor, D. Gaspar, mire v m lo que açe, que si leuanta uara le pondre preso. Y refirio que mirase se auia de perder la ciudad por sus temeridades, a que respondio el dho Jose Alonso, mui alterado y furiosso, que se benian a perder. Y asi el susodho como los demas boluieron a açer fuerça a querer benir a entrar en cassa de su merçed diçiendo: La bara le emos de quitar y se la emos de entregar a don Gaspar Romano. Y el dho gouernador de las armas, que ia estaua preuenido y acompañado con algunos cauos de esquadra y soldados, se los embaraço y prendio a los militares, y hiço retirar a los demas. Y diçe el testigo que, en el tiempo que el dho don Gaspar estubo en cassa de su merçed quando diçe entro, el dho gouernador de las armas reempreendio mucho a los dhos Jose Alonso y Jua Flores Çespedes, rejidores, y militares y a otros, que como estando presos por los marauedises que deuen a su magd de sus reales rentas abian quebrantado la prision, que los auia de castigar de forma que se acordaran, y po asi por dha causa como por dha desatençion, les boluio a prender y puso en el querpo de guardia. Y diçe el testigo que, si no se allara tam breue de por medio dho gouernador, vbiera suçedido muchas desdichas en esta çiud porque acudio mucha xte a faboreçer a su md, que fue tanbien causa para que no vbieran logrado su mal yntento porque todos los vos y soldados le estiman por uer su justo obrar, y que tiene esta ciud mui abasteçida de todos mantenimtos y mui baratos, de forma que, a no auer echo estos socoros, vbiera pedeçido mucha xte del achaque que en ella se a padeçido. Y, porque en el repartimto del cauezon de sisas d este terçio fin de sepe pasado d este año, lo yço con tanta justificaçion y alibio de dhos vos que al pobre que de antes le repartian diez se le repartio çinco, y en esta forma toda la beçindad. Y diçe el testigo que saue por mui çierto que la causa de mostrarse emulo el dho Barme Alo, alferez, y sus aliados contra su md, que solo ellos lo son contra su md, es por auerles aberiguado con papeles firmados de sus nombres y otras delixas estan debiendo a su magd mas de dos mil reales que con mano poderosa an tomado de los terçios de sisas atrasados, y aberse comido 4 el posito su caudal, y auerle echo pagar su md a dho alferez diez y seis fanegas y ma de trigo que tenia vsurpado y auer tomado algunas cantidades de las bulas, y usurpado mucha parte de las rentas de terçias y propios de do se a orijinado el auer sobrebenido muchas costas de ejecutores a esta ciud, pues en las quentas de propios y terçias del año pasado dieron en data mill y seteçientos reales de ejecutores, y en los repartimientos de sisas, soldados de miliçias y de campaña que se an echo estos años pasados en el tiempo que a sido alcalde maior dho D. Gaspar Romano, an cargado mas cantidades de las que coresponden a los terçios que a su magestad se pagan. Y diçe el testigo que en el repartimiento de sisas que se iço de el terçio fin de março de este año, lo uido el testigo y allo en el abian cargado dho D. Gaspar Romano y comisarios çiento y ochenta reales mas de lo que correspondia a su prinçipal y demas gasto de el. Y assi este como otros los an reçeuido y ocultado sin que aian podido ser auidos, aunque por su merçed se les a apremiado los manifiesten, los quales, saue el testigo, los an echo estrajudiçial, sin autoridad de escriuano, y que esta es la causa de que el dho alferez Bartolome Alonso y sus aliados defiendan tanto a el dho don Gaspar Romano, porque les dejaua bibir con estos vsurpos entrando el susodho con ellos, no pagando en dhos repartimientos lo que les perteneçe y mañeando el que no se corran las reales rentas de terçias y nouenos que a su magd perteneçen, por tenerlas en administraçion y açer dhos osurpos sin que se conozca, pues es obligaçion correr dhas rentas en la plaça publica en estrados rematandolas en maior ponedor. Y esto lo saue el testigo por auer sido diez y seis años escriuano publico y de el cauildo de esta çiud, y ocho de alcalde maior, y estar de ordinario en ellas y auer adquerido todas estas notiçias que son publicas y notorias. Y diçe el testigo que, açiendo reparo en el dho D. Gaspar Romano como se auia apareçido en esta çiud por aver muchos dias que estaua fuera de ella, le dijeron que aquella noche abia entrado por um portillo de la muralla, y el caballo lo entraron por la puerta. Y que esto que a dicho es la uerdad y publico y notorio en esta çiud

Legenda:

Expansión • ConjeturaTachado • AdiciónRestitución • Sic


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