MA1702D9003

Información sumaria. María Bernarda de Guimbarda, viuda de Felipe Sotelo, vecina de Málaga, contra diferentes vecinos de la ciudad de Colmenar, sobre daños y quemas

Fecha1702
LocalidadEspaña, Málaga, Málaga
ProyectoHISPATESD: Hispanae Testium Depositiones. Las declaraciones de testigo en la historia de la lengua española. 1492-1833
FinanciaciónMINECO/AEI/FEDER/UE: FFI2017-83400-P, 2018-2021
ArchivoArchivo de la Real Chancillería de Granada
ID del manuscritoARCHGR 10355/8

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Testigo: Juan de Luna. En la ciudad de Málaga, en veinte y tres días del mes de febrero de mil setecientos y dos años, de presentación de Juan Martín, poder habiente de doña María Bernarda de Guimbarda, viuda de don Felipe Sotelo y vecina de esta dicha ciudad; y para la sumaria información que su parte tiene ofrecida y le está mandado dar, recibí juramento a Dios Nuestro Señor y una señal de cruz en forma de derecho de un hombre que se dijo llamar Juan de Luna y ser vecino de esta ciudad a la colación de los santos mártires, y es ministro de la Santa Hermandad de esta dicha ciudad, el cual lo hizo y ofreció decir verdad. Y, siendo preguntado por el tenor de la querella inserta en la real provisión de mi comisión, dijo que, con la ocasión de haberle mandado el alcalde mayor de esta ciudad fuese a el lagar de la dicha doña María Bernarda que le presenta, que está en el pago que dicen del Castillejo, jurisdicción de esta ciudad, a ver si podía aprehender unas yeguas de José Guerrero, vecino de la villa del Colmenar, que ordinariamente eran dañadores públicos en las viñas de dicho lagar, se halló el testigo en él el día veinte y tres del mes de enero próximo pasado. Y dicho día, siendo como a las ocho del día, llegaron a la casa de dicho lagar ocho hombres, todos vecinos de la dicha villa del Colmenar, en los cuales iba Andrés García, que llevaba un escopeta carabina de las armas prohibidas por reales pragmáticas de su majestad, y un cuchillo de horquilla, y los demás llevaban estoques largos desnudos. Y dijeron venían a proseguir en la cava, pagándoles a veintiún cuartos a cada peón y la comida, y que los cincuenta reales que se les estaban debiendo de la cava que habían hecho antecedente se les había de dar muy puntuales, las cuales razones le dijeron a don Bernardo Guimbarda, hermano de la dicha doña María, que entonces se hallaba en dicho lagar, quien les dijo si no sabían que había ajustado con ellos Andrés García, su capataz, que habían de cavar aquel lagar y el otro que habían cavado, y por eso les había dado a precio de diez y ocho cuartos a cada peón y la comida, y que sin embargo de lo ajustado les ayedia un cuarto más a cada peón, que era a diez y nueve cuartos, y que los cincuenta reales que había retenido en su poder lo había hecho por obligarlos más a que le cumpliesen el dicho trato, y que luego de su punto se los daría. Y ellos respondieron que de no darles a veintiún cuartos no querían cavar, y que por esa razón no habían vuelto, y se habían ido a coger nieve, y que lo que habían menester era que les diese los dichos cincuenta reales, y que de no hacerlo quebrarían las tinajas del lagar y harían otros daños y se llevarían lo que hallasen, y así que no se espantasen que quemasen las haciendas y hiciesen otros daños, que para todo tenía gente el Colmenar. Y, con esto, uno de ellos que se dice Pedro Blanco, cogió un azada que estaba en las casas de dicho lagar y dijo que, para el hacerse pago de lo que se le debía y le tocaba de dichos cincuenta reales y a el dicho Andrés García su compañero, bastante tenían con dicha azada. A cuyo tiempo les dijo el dicho don Bernardo que cómo tenían atrevimiento a llevarse las herramientas. Y entonces, habiendo pasado otras razones, la dejaron. Y el testigo, habiéndose hallado presente a todo lo que deja referido, y viendo que el dicho Andrés García traía las dichas armas prohibidas, y con noticia que tenía de que el dicho Andrés García y un hermano suyo habían hecho una muerte en el monte de Zafarraya por cuya causa se habían venido y yendo de la puebla y villa de Alfarnate, donde eran vecinos, le echó mano pidiendo favor a la justicia y santa hermandad, y ninguno de los que allí estaban, que el testigo no conoce por los nombres más que a los que deja referido, quiso darle favor. Antes , se vinieron a él con las espadas desnudas, tirándole crueles estocadas, diciéndole estaban hechos a apalear los ministros del rey. Y si no hubiera sido por el favor que le dio y defensa que le hizo el dicho don Bernardo, sin duda ninguna le hubieran quitado la vida a el testigo. Y los referidos se ahuyentaron y dejaron libre el dicho lagar echando muchos votos y amenazas. Y el testigo, viendo se hallaba solo y que sus fuerzas no eran bastantes a seguirles y prenderlos, se vino a esta ciudad con ánimo de dar cuenta a la justicia, lo cual no puso en ejecución respecto de tener noticia que por parte de la dicha doña María Bernarda se había dado cuenta en la Real Chancillería de la ciudad de Granada. Y lo que ha dicho lo sabe por las razones que deja referido y haberlo visto y pasado en su presencia, y demás razones que deja referido. Y no tiene noticia de lo demás contenido en dicha querella, solo que después le dijeron a el testigo el capataz Andrés García y Antonio de Buendía cómo habían vuelto la tarde de aquel propio día diez y seis, y más hombres armados con escopetas cortas y largas a buscarlo a el testigo y a su compañero para matarlos, y que tuvieron buena fortuna en haberse venido y no haberse encontrado con ellos. Y lo que ha dicho declaró ser la verdad so cargo del juramento que tiene hecho. Leyósele este dicho, ratificose en él, encarguele el secreto y lo ofreció, y que es de edad de cincuenta años. Y no firmó porque dijo no sabía escribir, firmé yo, el presente receptor, de que doy fe. testado público Ante José García Flores Testigo: José Vaíllo. En la ciudad de Málaga, en el dicho día veinte y tres de febrero de mil setecientos y dos años, de la dicha presentación y para la dicha sumaria información recibí juramento a Dios Nuestro Señor y una señal de cruz, en forma de derecho, de un hombre que se dijo llamar José Vaíllo y ser vecino y natural de la ciudad de Loja y residente a el presente en esta. Y en dicha ciudad de Loja vive en la colación del arcángel San Gabriel, el cual lo hizo y ofreció decir verdad. Y, siendo preguntado por el tenor de la querella inserta en la real provisión de su majestad y señores alcaldes del crimen de la Real Chancillería de la ciudad de Granada, de mi comisión, dijo que, con la ocasión de ser como es el testigo trabajador del campo, el día veinte y tres del mes de enero próximo pasado se hallaba cavando con otros peones en un lagar de doña María Bernarda de Guimbarda, por cuya parte es presentado. Y siendo como a hora de las siete u ocho de la mañana llegaron a las casas de dicho lagar ocho hombres, que dijeron allí los demás compañeros del testigo que eran vecinos de la villa del Colmenar, los cuales venían con sus espadas desnudas, y dijeron querían cavar pero les habían de pagar los cincuenta reales que se les estaba debiendo y habían quedado en prendas para la seguridad de que volverían a proseguir en la cava que tenían empezada y habían ajustado. Y habiendo ido el testigo a el tajo a cavar con los demás sus compañeros, vio desde dicho tajo que los dichos vecinos del Colmenar tuvieron muchas voces y pendencia con dos ministros cuadrilleros de la santa hermandad. Y, habiéndose apaciguado, se fueron así los dichos vecinos del Colmenar como los dichos cuadrilleros, y el testigo no vio más en esta ocasión ni oyó otra cosa respecto que le era preciso el acudir a su trabajo para ganar el jornal. Y, por ser como es forastero, no conoció ni conoce a ninguno de los dichos vecinos del Colmenar, ni tampoco a los demás compañeros que estaban cavando con el testigo, por cuya razón no sabe sus nombres. Y lo que deja referido pasó en presencia del testigo, y se lo oyó decir a los susodichos y después, siendo como la una o las dos de aquel propio día, que el testigo y los demás sus compañeros estaban comiendo, llegaron una tropa de gente. Y de dicha tropa se adelantaron tres hombres que, a lo que el testigo le parece, todos serían hasta unos diez y seis. Y estos que se adelantaron preguntaron: ¿Quién es el amo? A cuyo tiempo se levantó el dicho don Bernardo y dijo: Yo soy, caballeros, ¿qué se les ofrece a ustedes? Y ellos dijeron: Nosotros supimos cómo todo este tumulto de gente que viene ahí, que son vecinos de la villa del Colmenar, vienen arrestados a hacer un exceso y cobrar los cincuenta reales que dicen se les está restando y se quedó usted en prendas para que volviesen a cavar, y así, por ver si lo podemos evitar, nos adelantamos a noticiárselo a usted. A cuyo tiempo llegó todo el tropel de gente, que venían todos con escopetas carabinas cortas, de las que está prohibido, y largas montadas, y estoques desnudos, y algunos traían chafarotes colgados de los cintos. Y el testigo no conoció a ninguno por su nombre respecto de no haberlo visto otra vez, solo atendió a que unos vecinos de la propia villa del Colmenar, que estaban cavando con el testigo y comiendo en aquella ocasión juntos, dijeron: Aquel es Chamizo, y aquel es Andrés García; los cuales traían escopetas largas y una carabina corta cada uno que tendría como media vara y menos. Y los demás y estos dijeron habían de llevarse los cincuenta reales que se les restaba del trato que habían hecho con el dicho don Bernardo y que habían quedado en prendas, y de no dárselos muy puntuales habían de hacer una demostración. Y entonces les dijo el dicho don Bernardo que allí estaba el lagar, que fuesen y llevasen lo que quisiesen. Y, aunque pasaron otras razones, el testigo no atendió respecto de haberse dedicado a su trabajo. Y lo que deja referido lo sabe por haberlo visto y pasado en su presencia, y lo que ha dicho declaró ser la verdad, y no tiene noticia de lo demás contenido en dicha querella so cargo del juramento que deja hecho. Leyósele este dicho, ratificose en él, encarguele el secreto y lo ofreció y dijo que lo propio que aquí ha depuesto depuso también en la causa que se escribió sobre lo referido por la justicia de esta ciudad y ante Diego de Santiago, escribano del número de ella, y que es de edad de más de treinta años. Y no firmó porque dijo que

Legenda:

Expansión • ConjeturaTachado • AdiciónRestitución • Sic


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