
En la ciudad de Badajoz, a
catorce días del mes de marzo de mil y
seiscientos y veinte y cuatro años, ante mí, el
escribano, y testigos, pareció María de
Valencia, viuda de Diego Martín Goyes, el viejo,
vecina de esta ciudad, y dijo que por cuanto
el jueves próximo, pasado once de
este presente mes, falleció el susodicho y
quedaron de su matrimonio Alonso
Sánchez Valencia, María Suárez, mujer de
Gómez Hernández Utrera, sus hijos y, por
nietos, hijos de Diego Martín y María Bella,
su hijo y nuera, María Umencia y
Demencia López, su hija, y Diego Sánchez
Granadilla su yerno, una nieta por nombre
Marina, y conforme a derecho le
pertenece a los dichos sus hijos y nietos las
partes de bienes que dejó el dicho su marido
y, para que haya cuenta y razón en
todo tiempo, en presencia de los
dichos Diego Sánchez Granadilla y Gómez
Hernández Utrera, sus yernos, demás de los
bienes declarados y puestos en el
testamento que el dicho su
marido otorgó ante Pedro de Tovar,
escribano del número de esta ciudad, su
cuya disposición murió, que hoy están
en ser y es cierto y verdadero y por excusar
de los inventarios por lo estar allí que
a aquí por insertar inventariados, hace el siguiente:

Media cama de campo de
nogal.
Dos colchones llenos de lana.
Una jerga.
Un cobertor blanco.
Dos almohadas.
Dos sábanas de estameña.
Una sábana de lienzo.
Dos mantas.
Un bancal.
Una arca mediana.
Una mesa de bordo con sus bancos.
Dos sillas de cadera viejas.
Un arca.
Un tablero.
Una artesa.
Caldero y caldera.
Una sartén.
Un cazo pequeño.
Una
Unas trébedes.
Siete costales llenos de
harina.
Fanega y media cada uno
y él un costal basto el del

dicho Gómez Hernández, que
quedan seis costales y la
harina de ello
y de trigo y otro de
centeno que serán seis
fanegas de trigo y seis de centeno en
que se tasó y moderó por no me
sean tres más que menos.
Seis tinajas grandes de echar vino
vacías.
Cinco potes pequeños y medianos
de echar vino.
Cuatro yugos.
Un arado encarcelado.
Ocho timones.
Un barreño de arados.
Otra tinaja de agua.
Un asador.
Dos candiles.
Una ceranda con sus bancos.
Una cuartilla llenada con su raedera.
Otra armadura de cama y bancos
y tablas.
Una alabarda.
Un vestido de perpetuán, calzón
y ropilla y ferreruelo negro.
Un vestido pardo, ropilla, calzón
y ferreruelo.
Y el dicho en su hizo

testación de no da su noticia
otros más bienes y pareciere no dichos
inventariará y pondrá por inventario y lo dijo
y otorgó así. Testigos: Diego Sánchez y Gómez
Hernández y Juan Rodríguez Márquez, vecinos
de esta ciudad, y porque dijo no saber firmar,
a su ruego, lo firmó un testigo y yo, el escribano,
doy fe conozco a la otorgante, Juan
Rodríguez Márquez ante mí, Andrés Barena,
escribano.