AL1827D9099

Pleito. La justicia de la villa de Cuevas de Almanzora contra Francisco de Rojas Perellón, vecino de la misma villa, sobre insultos a Blas Gázquez Bolea

Fecha1827
LocalidadEspaña, Almería, Cuevas de Almanzora
ProyectoHISPATESD: Hispanae Testium Depositiones. Las declaraciones de testigo en la historia de la lengua española. 1492-1833
FinanciaciónMINECO/AEI/FEDER/UE: FFI2017-83400-P, 2018-2021
ArchivoArchivo de la Real Chancillería de Granada
ID del manuscritoARCHGR 5204/5

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Comparecencia En la villa de las Cuevas, a diez y siete de marzo de mil ochocientos veinte y siete, siendo como las ocho de la mañana, ante el señor licenciado don Isidoro Juez Sarmiento, alcalde mayor de ella, comparecieron Francisco Pérez Serrano y don Alfonso Márquez Navarro, el primero diputado del pago de Aljarilla y el segundo guarda de campo y huerta de esta villa. Y dijeron que, siendo como las doce de la noche del día de ayer, diez y seis, se presentó en la casa del primero Blas Gázquez Bolea, de esta vecindad, manifestándole se levantase que habían ido a su cortijo Francisco de Rojas, alias Jollin, y otro a matarlo. Y con efecto, habiéndose levantado, y acompañaba al Gázquez Francisco Navarro Martínez, y dirigídose los tres a la casa de don Alfonso Márquez, lo llamaron. Y, contádole lo que había, se marcharon los cuatro a ver si daban con dichos dos hombres, pues que el Gázquez le dijo que el Rojas llevaba una pistola grande y el otro un trabuco, y que más le habían quitado de su el chuzo que tenía para guardar su hacienda. Y, habiendo marchado todos cuatro, se quedó en su cortijo el Navarro Martínez. Y diciéndole los comparecientes al Gázquez les diese norte dónde podrían estar los que lo habían querido matar, les señaló la hacienda que labra José de Rojas Navarro. Y dirigídose a él en un hoyo de planta se encontraron dirimiendo a Pedro de Rojas Navarro y al Francisco de Rojas, alias Jollin; y, llamándolos, se pusieron de pie; y, pidiéndole los comparecientes al Francisco de Rojas el chuzo que había quitado al Gázquez, se lo dio; y, registrando la cama del Rojas, se encontraron una pistola que, así esta como el chuzo, hacen presentación a su merced de ello. Y, al tiempo de ir a echar mano al Rojas para traerlo a la presencia judicial, pegó un brinco y, tirándose por un cortado echó a huir. Y así cuando registraron aquel sitio de nuevo a efecto de ver si podían dar con otra persona o armas, no pudieron conseguirlo; lo que hacían presente a su merced para que en vista de todo diese las providencias que sean conducentes al castigo de los delincuentes. Y por su merced, vista la anterior comparecencia, mandó que, ratificándose en ella los referidos Francisco Pérez Serrano y don Alfonso Márquez Navarro, se ponga diligencia por el presente escribano de la clase de dicha pistola y chuzo, como igualmente si aquella se encuentra cargada y si lo está con bala o municiones; y, verificado así, recíbase declaración de Blas Gázquez, y con lo que diga se proveerá. Y lo firmó dicho señor con el Márquez, y no el Pérez Serrano porque dijo no saber. De que yo, el escribano, doy fe. Alfonso Márquez Licenciado Isidoro Juez Sarmiento ante , Vicente Antonio Hernández Diligencia Yo, el escribano, en cumplimiento de lo prevenido en la comparecencia que antecede, certifico y doy fe que la pistola que en este auto se ha hecho presentación por Francisco Serrano Pérez y don Alfonso Márquez lo es de alzón, y al parecer francesa, con media caja y gancho, y sobre el cañón un letrero que dice Regimiento de Calatrava; y sobre la coz dice 7; su llave española, su baqueta de palo; y, metido el sacatrapos, se vio estaba cargada con cartucho, su bala de catorce adarmes, algunos perdigones y muy poca pólvora; su cazoleta sin cebo, con su piedra de chispas; y el chuzo: lo es su madera de jinjolero, de una vara de largo, y una cachiporra pequeña por donde se agarra, y a su final tiene una punta de hierro que entra en referido palo, el que lo atraviesa para su seguridad un clavo del mismo metal; su largura de dicha punta, dos pulgadas. Cuya pistola y chuzo, de mandato del señor alcalde mayor, quedaron en poder de , el escribano. Y para que conste lo firmo con dicho señor. Doy fe. Licenciado Juez Sarmiento Vicente Antonio Hernández Declaración de Blas Gázquez Bolea. En la villa de las Cuevas, a diez y siete de marzo de mil ochocientos veinte y siete, ante el señor licenciado don Isidoro Juez Sarmiento, alcalde mayor por su majestad de ella y las demás de su partido, compareció Blas Gázquez Bolea de esta vecindad, a quien dicho señor, por ante el escribano, recibió juramento, que lo hizo según derecho. Prometió decir verdad y, siendo preguntado sobre lo que le ocurrió en la noche del día de ayer y a que hace referencia la anterior comparecencia, dijo: que siendo como las once de la noche de ella, se hallaba en la hacienda de María Collado guardando lechugas, y llegando Francisco de Rojas, alias Jollin, mudado de ropa con unos pantalones, llamó al testigo, que dice que se levantase. Y, excusándolo, le dijo rezase el credo que iba a morir, poniéndole una pistola montada a los pechos. Cuya acción, vista por el declarante, le dijo que por Dios viera lo que iba hacer, pues no había un motivo pues que jamás se había metido con él; a lo que le contestó el Rojas que no había remedio, que iría a tiro hecho a matarlo. Y en este intermedio se personó otro hombre, a quien le dijo el Rojas: Márquez, acude; el que lo hizo con su trabuco en las manos. Y, matándolo, le dijo al declarante: Puñetero, tiéndete que ya ha llegado la hora de tu muerte; quitándole el otro el chuzo que tenía para guardar su hacienda, cuyo hombre del trabuco conoció no era Márquez y lo era José de Rojas Navarro. Y, visto por el declarante que no había más remedio que morir, dio una vuelta por la barraca y echó a huir; y el Rojas Navarro lo siguió con el trabuco diciéndole: Mira que te mato, tiéndete. Más al llegar cerca del cortijo de Francisco Navarro Martínez, principió a dar voces: Tío Francisco, que me matan, que me matan. A cuyas voces acudió donde estaba el declarante, y el José de Rojas echó a huir por entre unos verdes. Y, contándole lo que ocurría, pasaron ambos a darle cuenta al diputado del pago de Aljarilla, Francisco Pérez Serrano. Y, llegando a su casa, que está en esta villa, se le contó lo que ocurría, y todos tres pasaron a ver al guarda de campo don Alfonso Márquez; y todos reunidos pasaron a dicho pago de Aljarilla a ver si encontraban a los que cometieron el atentado. Y llegado al cortijo del Francisco Navarro, se quedó este en él, y el declarante con el Márquez, y no se fueron a la hacienda del José de Rojas; y, quedándose atrás, dijo que sacaron del sitio donde estaban durmiendo Pedro de Rojas y el Francisco de Rojas, alias Jollin, una pistola y un chuzo. De lo que dice que se halla en dicha choza cuando la ocurrencia Juan Collado Perona, y que lo dicho es la verdad en cargo del juramento que tiene prestado, que es de edad de veinte y cuatro años. No firmó por no saber, lo hizo dicho señor. Doy fe. Enmendado que ve . Licenciado Juez Sarmiento ante Vicente Antonio Hernández Testigo: Francisco Navarro Martínez. En la villa de las Cuevas, en el mismo día diez y siete de dicho mes y año, ante referido señor alcalde mayor, de citación del alguacil ordinario Diego Martínez, lo hizo Francisco Navarro Martínez, de esta vecindad, a quien dicho señor, por ante el escribano, recibió juramento, que lo hizo conforme a derecho, prometió decir verdad. Y, siendo preguntado por las citas que le resultan, en su inteligencia dijo que, hallándose durmiendo en su cortijo, sito en el pago de Aljarilla, llegó de pronto Juan Collado García diciendo acelerado: Tio Francisco, levántese usted por Dios, que matan a mi primo. Con este motivo salió el declarante de la cama, y al salir oyó una voz que dijo: Tio Francisco, que me matan, que me matan, ladrones. Y de pronto cercarse Blas Gázquez Bolea, el que sin poder respirar le manifestó que dos hombres, el uno con una pistola y el otro con un trabuco, lo habían querido matar. Con este motivo se fueron por todo el pago registrando y, llegando a la choza del Blas, observó que le habían quitado el chuzo, con cuyo motivo vinieron a esta villa. Y, llamando al diputado del pago, Francisco Pérez Serrano, se levantó y, pasando a la casa del guarda de campo don Alfonso Márquez, haciéndolo este también se fueron todos reunidos a buscar a los pícaros. Y, llegando a la hacienda del declarante, se quedó en ella, y los demás siguieron sin que el testigo haya sabido el resultado. Y que lo dicho es la verdad en cargo del juramento prestado, que es de edad de cincuenta y dos años. No firmó porque dijo no saber, lo hizo dicho señor. Doy fe. Licenciado Juez Sarmiento ante Vicente Antonio Hernández . Testigo citado Declaración de Juan Collado García Seguidamente, de la misma citación ante el referido señor alcalde mayor, compareció Juan Collado García, alias Perona, de esta vecindad, a quien dicho señor, por ante el escribano, recibió juramento, que lo hizo conforme a derecho. Prometió decir verdad y, siendo preguntado por las citas que le hacen Blas Gázquez y Francisco Navarro, en su inteligencia dijo que, siendo como las once o las doce de la noche pasada, se hallaba el testigo con su primo Blas Gázquez Bolea durmiendo en la choza de la hacienda que guarda de María Collado. Y, de pronto, sintieron que llamaba un hombre, y despertando el Blas y declarante vieron a Francisco de Rojas, alias Jollin, mudado de ropa con unos pantalones; y, diciéndole el Rojas al Gázquez montando una pistola: Reza el credo que vas a morir; le contestó que por Dios viera lo que iba hacer. Lo que, visto por el declarante, y que se presentó otro hombre, como pudo se escapó. Y, echando a correr, llegó al cortijo de Francisco Navarro Martínez, y llamando a este se levantó, y a esto ya venía el Blas Gázquez dando vozes diciendo: Tio Francisco, que me matan, ladrones. Y con este motivo registraron el pago y, no encontrando a nadie, sólo hecharon menos de la choza el chuzo que tenían para guardar la hacienda. Y que lo dicho es la verdad en cargo del juramento que tiene prestado, que es de edad de diez y ocho años. No firmó porque dijo no saber. Lo hizo dicho señor. Doy fe. Licenciado Juez Sarmiento ante Vicente Antonio Hernández Declaración de un hombre preso. Seguidamente, permaneciendo dicho señor alcalde mayor en las reales cárceles y sala audiencia, hizo comparecer ante a un hombre preso por esta causa, a quien, por ante el escribano, recibió juramento, que lo hizo según derecho. Prometió decir verdad, y a las preguntas que se le hicieron, a cada una respondió lo siguiente: A la ordinaria, dijo llamarse José de Rojas Navarro, natural y vecino de esta villa, de estado casado, de ejercicio hortelano, y de edad de veinte y seis años, y responde. Preguntado quién lo prendió, por qué causa o si la presume, dijo que lo prendió don Francisco Arquez Navarro, teniente alguacil mayor, ignorando la causa, y responde. Preguntado dónde estuvo la noche del diez y seis del actual, con quién se acompañó y qué lo ocurrió, dijo que estuvo en el cortijo de su padre, y que solo se acompañó con Pedro Navarro, el hijo de Greña, y que no le ocurrió cosa alguna, y responde. Preguntado si estuvo con su hermano Pedro, hasta qué hora de dicha noche, dónde acostumbra el declarante a dormir, dijo que en el momento que oscureció, y después de haber cenado juntos con el Pedro Navarro, envió el declarante a dicho su hermano a que durmiese en el hoyo de la hacienda que cultiva el declarante, porque temprano tenía que marcharse a la Ballagona por un poco de sirle, y que la costumbre que tiene de dormir lo es en dicho hoyo, y responde. Preguntado si conoce a Francisco de Rojas Perellón, alias Jollin, que tiempo hace le acompañó y con qué objeto, dijo que conoce al Francisco de Rojas, y que desde antes del carnaval no lo ha visto ni hablado, y que el objeto de su reunión, es que como primos se saludaban, y responde. Preguntado si conoce a Blas Gázquez Bolea, si en algún tiempo ha tenido incomodidad con él, y dónde habita este, dijo que conoce a Blas Blazquez, y que cuando tuvo una incomodidad con su tío, que le acompañó, con él jamás se la motivó; y que habita un poco más bajo del cortijo de su padre, en una hacienda que guarda, y responde. Preguntado si tiene noticia del insulto que se le cometió al Blas Gázquez la noche del diez y seis que ya va referida, dijo que, acostado con el Pedro Navarro en el cortijo mencionado, sintió la voz del Gázquez que decía: Ladrones, ladrones. Que enseguida pasó por dicho cortijo José, hijo de Juan Ramón el ermitaño, que iba a echar agua, y estuvo parado hablando de los riegos, y responde. Testigo: Pedro Navarro Navarro, alias el hijo de Greñas. En la villa de las Cuevas, a veinte y siete de marzo de mil ochocientos veinte y siete, de comparecencia del alguacil ordinario Diego Martínez ante el señor alcalde mayor, lo hizo Pedro Navarro Navarro, entendido por el hijo de Greñas, a quien dicho señor, por ante el escribano, recibió juramento, que lo hizo conforme a derecho. Prometió decir verdad y, siendo preguntado al tenor de la cita que le resulta, en su inteligencia dijo que, con motivo de tener un poco de verde en la hacienda de Pedro de Rojas Quijano, se hallaba en ella el testigo, y tiene bien presente que desde el oscurecer del día diez y seis hasta el diez y siete por la mañana no se separó del lado del testigo José de Rojas Navarro; haciendo memoria también que, estando ambos durmiendo juntos, a la media noche sintieron unas voces que decían: Ladrones, ladrones. El que también iba diciendo: Pensarán no los he conocido, Frasquito Jollin y Márquez. Que en este intermedio pasó por dicha hacienda José Collado Castellón, el hijo del ermitaño del sepulcro y, parándose en el cortijo donde estaba el testigo y el José de Rojas, estuvo hablando con este acerca de las aguas, que las habían volcado. Y que lo dicho es la verdad en cargo del juramento que tiene prestado, que es de edad de diez y ocho años. No firmó porque dijo no saber, lo hizo dicho señor. Doy fe. Licenciado Juez Sarmiento ante Vicente Antonio Hernández . Testigo: José Martínez Castellón, entendido por el hijo de Juan Ramón, el ermitaño del sepulcro. En la villa de las Cuevas, a veinte y ocho de marzo de mil ochocientos veinte y siete. De la propia citación ante el señor alcalde mayor compareció José Martínez Castellón, de esta vecindad, a quien dicho señor, por ante el escribano, recibió juramento, que lo hizo conforme a derecho. Prometió decir verdad y, siendo preguntado sobre las citas que le resultan, en su inteligencia dijo que en la noche del diez y seis del actual, habiéndole faltado el agua para regar su hacienda por haberla cortado el aciequiero, pasó el testigo a buscar a este para ello; y, pasando por el cortijo de Pedro de Rojas Quinano, vio estaban tendidos en ella José de Rojas Navarro y y Pedro Navarro Navarro. Y el testigo estuvo hablando con el José acerca de las aguas, y en esto oyeron unas voces que decían: Ladrones, ladrones; más no volviéndolas a repetir fue el testigo a que echasen dicha agua, como lo ejecutaron. Y al regreso le preguntó al José que qué había sido aquellas voces, el que le dijo que Blas Gázquez, a quien había conocido por la voz, iba diciendo: Pensarán que no los he conocido, Francisco, el hijo de la Jollina, y Márquez. Y, sin otra cosa, se fue el testigo a regar su hacienda. Y que lo dicho es la verdad en cargo del juramento prestado, que es de edad de treinta años. No firmó porque dijo no saber, lo hizo dicho señor. Doy fe. Licenciado Juez Sarmiento ante Vicente Antonio Hernández

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