AL1716D9018

Información sumaria. Rafael Jofre, vecino de Vélez Rubio, contra Benito Montesinos y Benito Pérez Sánchez, alcaldes, Pedro de la Serna y Fernando Guirao, regidores, sobre injurias

Fecha1716
LocalidadEspaña, Almería, Vélez Rubio
ProyectoHISPATESD: Hispanae Testium Depositiones. Las declaraciones de testigo en la historia de la lengua española. 1492-1833
FinanciaciónMINECO/AEI/FEDER/UE: FFI2017-83400-P, 2018-2021
ArchivoArchivo de la Real Chancillería de Granada
ID del manuscritoARCHGR 10386/9

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Y notorio lo es asimismo, y uso y costumbre en ella, hacer demandas para decir nueve misas a Nuestra Señora en los nueve días antes de Pascua de Navidad de cada un año, las cuales llaman de gozos, o aguinaldo, cuyas demandas las hacen los tres días primeros de los nueve referidos los seis regidores de aquel año por sus antigüedades, (como lo ejecutó el testigo dicho año próximo pasado con sus cinco compañeros regidores). Y después estos mismos encargan dichas demandas en los seis días siguientes a hombres honrados y de estimación, cada uno a su voluntad, aunque se tiene atención por la mayor parte a que estos a quien se encargan hayan sido regidores o alcaldes, o hijos de quienes lo hayan sido, aunque es también cierto y público y notorio que muchos años han hecho y hacen dichas demandas algunas personas que ni ellos ni sus padres hayan sido regidores ni alcaldes Y, aunque no sabe ni tiene noticia que el dicho Rafael Jofre, ni Rafael Jofre su padre, no fue ni es regidor ni alcalde, lo fueron Domingo Pérez Muñoz y Domingo Pérez Asencio, parientes de dicha doña Juana Ramón y Pérez, su madre, aunque no sabe en qué grado, los cuales viven de presente. Y del mismo modo sabe, por haberlo visto, fue alcalde en esta villa Juan Pérez Muñoz, pariente de Isabel Pérez, abuela del dicho Rafael Jofre el menor, aunque del mismo modo no sabe en qué grado; lo cual ha oído decir públicamente en muchas ocasiones. Y, habiéndose hecho el dicho año próximo pasado como queda dicho según dicho estilo, las tres primeras demandas por el testigo y sus cinco compañeros regidores, el testigo, como uno de ellos, en atención a lo que queda dicho, hizo encargo de dicha demanda al dicho Rafael Jofre respecto de ser yerno de regidor y pariente de regidores y alcaldes, y la dicha su mujer y la dicha su mujer prima hermana del dicho Fernando Guirao y de la mujer de Pedro de la Serna, que eran como queda dicho regidores actuales; el cual aceptó dicha demanda, y con efecto la hizo, como es público y notorio, pidiendo por las calles públicas de esta villa en la forma acostumbrada dicha limosna. Y el dicho día, siendo como a hora de entre dos y tres de la tarde, estando el testigo en su casa que asimismo tiene en esta villa, llegó a ella don Alonso Tomás, alguacil mayor; y, habiendo hallado al testigo le dijo: Vaya usted al oficio de Antonio Caparrós, que envía a llamar a usted el concejo; y se fue porque le dijo el testigo que ya iba. Y con efecto fue a dicho oficio y, habiendo llegado a él donde estaban los regidores y alcaldes excepto Miguel Andreo, unos en la puerta de dicho oficio y otros dentro de él, que eran los alcaldes, y habiéndolos saludado el testigo, le dijo Benito Pérez, alcalde: ¿Cómo usted ha entregado la bacía a Rafael Jofre estimando tan poco su crédito?. A que el testigo le dijo que por ser hombre de bien y vigilante para pedir la limosna, y estar casado con mujer de obligaciones; a que respondió Fernando Guirao: No sabe usted las pesadumbres que ha causado. A que el testigo respondió: Como yo estoy en mi hacienda, no tengo noticia de dichas pesadumbres, y que qué culpa había cometido el testigo en haberle dado dicha demanda; a que dijo Pedro de la Serna: No sabe usted la culpa que usted tiene por haberlo hecho. Y, aunque pasaron otras diferentes razones, no se acuerda el testigo con certeza más que de las que deja dichas por la gran pesadumbre que tomó en lo referido por haber sido en sitio tan público como fue, a lo cual se halló presente asimismo el dicho escribano, Miguel Carrasco y Alfonso Cabrera, regidores, de que resultó que los dichos alcaldes le dijeron al testigo que se diese por preso y dieron orden al alguacil mayor para que lo pusiese en las casas de cabildo, como con efecto lo ejecutó así. Y estuvo preso en ellas tiempo de una hora, poco más o menos, que volvió dicho alguacil mayor a soltarlo. Y después oyó decir públicamente, y con especialidad al dicho Rafael Jofre, que de orden de dichos alcaldes fue Pedro García Vergara, ministro ordinario, a hacerle cesar en dicha demanda, y que dicho ministro lo ejecutó, así como el dicho Rafael Jofre, por lo cual no la acabó de hacer. Y asimismo, a poco tiempo de lo referido, estando el testigo hablando con dicho Miguel Carrasco, regidor, sobre ello, y dándole su sentir respeto de la pesadumbre que le habían dado por haber encargado dicha demanda al dicho Rafael Jofre, siendo como es hombre tan de bien y no desmereciéndolo; a que el dicho Miguel Carrasco dijo: pues cuando usted dijo que era hombre de bien, dijo Pedro de la Serna, hombre de bien es, pero no honrado. El cual aceptó dicha demanda y con efecto la ejecutó pidiendo por las calles públicas de esta villa en la forma acostumbrada, como fue público y notorio y vio el testigo. Y, hallándose en la plaza de ella con los alcaldes don Benito Montesinos y Benito Pérez Sánchez, y Fernando Guirao y Pedro de la Serna, regidores, inmediatos al oficio de Antonio Caparrós, escribano de cabildo, el dicho día; y habiendo dado vista a dicha plaza el dicho Rafael Jofre, le oyó decir el testigo a Pedro de la Serna, hablando con dicho Fernando Guirao: ¿No es aquel Rafael? A que respondió dicho Fernando Guirao: , él es. Y les oyó decir a los dos referidos, acercándose más a dichos alcaldes: Manden ustedes a este, señalando al testigo, que vaya y diga a Rafael que cese en pedir la demanda. Y los dichos alcaldes, luego que oyeron lo referido, le dijeron al testigo: Anda y dile a Rafael que cese en pedir la demanda y se retire a su casa. Y el testigo lo ejecutó así, yendo en seguimiento del susodicho, a quien encontró luego a corta distancia, poco más allá de donde está el estanco del tabaco, en un sitio que llaman el Castillico. Y habiéndole dicho al dicho Rafael Jofre la orden que le habían dado dichos alcaldes, luego que la oyó el susodicho dijo: Bien está, no me quedaba más que una casa, con lo cual se volvió el testigo y dijo a dichos alcaldes: Ya está hecho lo que ustedes me mandaron; y se fue a su casa, que está en dicha plaza.

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