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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital

AutorFrancisco Delicado (1485-1535)
Lugar de publicaciónVenecia
Año de publicaciónca. 1530
Ubicación del originalBiblioteca Nacional de Austria
Extensión108 páginas

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Mamotreto LXI. Cómo vn médico, familiar de la señora Ynperia, estuuo con la Loçana hasta que salió de reposar la Ynperia

médico: Dezí, señora Loçana, ¿cómo os va? loçana: Señor, ya veys: fatigar y no ganar nada. Estome en mi casa, la soledad y la pobreza están mal juntas, y no se halla lino a conprar, aunque el ombre quiera hilar, por no estar oçiosa, que querría hordir vnos manteles por no andar a pedir prestados cada día. médico: Pues vos, señora Loçana, que hazéys y days mill remedios a villanos, ¿por qué no les encargáys que os traygan lino? loçana: Señor, porque no tomo yo nada por quanto hago, saluo presentes. médico: Pues yo querría más vuestros presentes que mi ganançia, que es tan poca que valen más las candelas que gasté estudiando que quanto he ganado después endeuinando pulsos. Mas vos, ¿qué estudiastes? loçana: Mirá qué me acontesçió ayer. Vinieron a mi casa vna muger piumontesa con su marido romañolo y pensé que otra cosa hera: traxeron vna llaue de cañuto, la qual hera llena de cera y no podían abrir, y pensaron que estauan hechizados. Rogáronme que lo viese yo: yo hize lo que sabía y diéronme dos julios y prometiéronme vna gallina que me truxeron oy, y hueuos con ella. Y ansí pasaré esta semana con este presente. médico: Pues dezime, señora Loçana, ¿qué hezistes a la llaue? ¿Qualque silogismo o qué? loçana: Yo’s diré. Como sacaron ellos la cera, no pudo ser que no se pegase qualque poca a las paredes de la llaue; fuy yo presto al fuego y escallentela hasta que se consumió la çera; y vine abaxo y dísela y dixe que todo hera nada. Fuéronse, y abrieron y caualgaron, y ganeme yo aquel presente sofísticamente. Dezime por qué no tengo yo de hazer lo que sin perjuyzio de Dios y de las gentes. Mirá, vuestro saber no vale si no lo mostráys que lo sepa otrie. Mirá, señor, por saber bien hablar gané agora esta copica de plata dorada, que me la dio su merçed del coronel. médico: Esse bien hablar, adular yncóñito le llamo yo. loçana: Señor Salomón, sabé que quatro cosas no valen nada si no son partiçipadas o comunicadas a menudo: el plazer, y el saber, y el dinero y el coño de la muger, el qual no deue estar vacuo, según la philosophía natural. Dezime, ¿qué le valdría a la Xerezana su galanería si no la partiçipase? ¿Ni a la Montesina su hermosura, havnque la guardase otros sesenta años, que jamás muriese, si tuviese su coño puesto en la guardaropa? ¿Ni a madona Clarina sus riquezas, si no supiesse guardar lo que tiene? Y a la señora Aviñonesa, ¿qué le valdrían sus tratos si no los partiçipase y comunicase con vuestra merçed y comigo, como con personas que antes la podemos aprouechar? ¿Qué otra cosa veys? Aquí yo pierdo tienpo, que que en mi casa me están esperando, y porque la señora que me ha de vestir a y a mi criado, callo. médico: No puedo pensar qué remedio tener para caualgar vna mi vizina lonbarda, porque es casada y está preñada. loçana: Dexá hazer a . médico: Si hazés como a la otra, mejor os pagaré. loçana: Esto será más fácil cosa de hazer porque diré que a la criatura le faltan los dedos y que vuestra merçed los hará. médico: Yo lo doy por hecho, que no es esta la primera que vos sabés hazer. loçana: Yo’s diré. Son lonbardas de buena pasta: fuime esta semana a vna y díxele: ¿Quándo viene vuestro marido, mi conpadre?. Dize: Mañana. Digo yo: ¿Por qué no’s ys al vaño y aconpañaros he yo?. Fue, y como era nouiçia, apañele los anillos y dile a entender que l’eran entrados en el cuerpo. Fuime a vn mi conpadre, que no deseaua otra cosa, y dile los anillos y di orden que se los sacase vno a vno. Quando fue al v́ltimo, ella le rogaua que le sacase tanbién vn caldero que le hauía caýdo en el pozo. Y en esto, el marido llamó. Dixo ella al marido: En toda vuestra vida me sacastes vna cosa que perdiesse, como ha hecho vuestro conpadre, que si no viniérades me sacara el caldero y la cadena que se cayó el otro día en el pozo. Él, que consideró que yo auría tramado la cosa, amenazome si no le hazía caualgar la muger del otro. Fuyme allá diziendo que era su parienta muy cercana, a la qual demandé que quánto tienpo hauía que era preñada, y si su marido estaua fuera. Dixo que de seys meses. Yo, astutamente, como quien ha gana de no uerse en vergüença güença, le di a entender la criatura no tener orejas ni dedos. Ella, que estimaua el honor, rogome que si la sabía o podía que le ayudase, que sería d’ella pagada. Aquí está, digo yo, el marido de la tal, que por mi amor hos seruirá, y tiene excelençia en estas cosas. Finalmente, que hizo dedos y orejas, cosa por cosa. Y venido su marido, ella lo reprehende hauer tan poca auertençia, antes que se partiera, a no dexar acabada la criatura. Desta manera podemos seruiros, máxime que, diziendo que soys físsico eximio, pegará mejor nuestro engrudo. médico: No quería yr por lana y que hiziéssedes a mi muger hallar vna saya que estotro día perdió. loçana: ¡Por el sacrosanto saco de Florencia, que quiero otro que saya de vuestra merçed!

Leyenda:

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