RLA
Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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paré a mis necesidades. Y estaua allí vna beata de Lara, el coño puto y el ojo ladrón,
que creo hizo pasto a quantos brunetes van por el mar oçéano. camisera: ¿Y qué os hizo? loçana:
No quirié que me lauasse con el agua de su jarillo. Y estaua allí otra havacera, que de su
tierra acá no vino mayor rauanera, villana, tragasantos, que dize que viene aquí por
vna bulda para vna ermita, y trayé consigo vn ermano frayre de la Merçed que
tiene vna nariz como asa de cántaro y el pie como remo de galera, que anonche la
vino aconpañar, ya tarde, y esta mañana, en siendo de día, la demandaua; y enbiésela
lo más presto que pude: rodando. Y, por el Dios que me hizo, que si me hablara, que estaua determinada
comerle las sonaderas porque me parasçiera. Y viniéndome para acá,
estauan quatro españoles allí, cabe vna grande plaça, y tiñén munchos dineros de
plata en la mano, y díxome el vno: “Señora, ¿queresnos contentar a todos? Y tomá”. Yo
presto les repondí, si me entendieron. camisera: ¿Qué? ¡Por mi vida, ansí gozéys! loçana: Díxe
les: “Ermanos, no ay çeuada para tantos asnos”. Y perdoname, que luego torno, que me meo
toda. beatriz: Ermana, ¿vistes tal hermosura de cara y tez? ¡Si tuviese asiento para
los antojos! Mas creo que si se cura, que sanará. teresa hernández: ¡Andá ya, por vuestra vida,
no digáys! Súbele más de mitad de la frente: quedará señalada para quanto biuiere.
¿Sabéys qué podía ella hazer? Que aquí ay en Canpo de Flor munchos d’aquellos charlatanes
que sabrían medicarla por abaxo de la uanda yzquierda. camisera: ¡Por vida de vuestros hijos,
que bien dezís! Mas, ¿quién se lo osará dezir? teresa: Esso de quién, yo, hablando hablan
do, se lo diré. beatriz: ¡Ay, prima Hernández, no lo hagáys, que nos deshonrrará como
a mal pan! ¿No veys qué lauia y qué osadía que tiene y qué dezir? Ella se hará a la vsanza de la
tierra, que verá lo que le cunple. No querría sino saber della si es confesa, porque hablaría
mos sin miedo. teresa: ¿Y esso me dezís? Avnque lo sea, se hará christiana linda. beatriz: Dexemos
hablar a Teresa de Córdoua, que ella es burlona y se lo sacará. teresa: Mirá en qué estáys.
Digamos que queremos torcer hormigos o hazer alcuzcuçú, y si los sabe torcer,
aý veremos si es de nobis, y si los tuerçe con agua o con azeyte. beatriz: Biuáys vos, que
más sabéys que todas. No ay peor cosa que confesa nesçia. seuillana: Los cabellos os sé
dezir que tiene buenos. beatriz: ¿Pues no veys que dize que auía doze años que jamás le pusieron
garuín ni alvanega, sino vna prinçeta labrada, de seda verde, a vsanza de Jaén? teresa:
Ermana, Dios me acuerde para bien, que por sus cabellos me he acordado, que çien ve
zes os lo he quesido dezir: ¿Acordaysos el otro día, quando fuymos a uer la parida, si vistes
aquella que la seruía, que es madre de vna que vos bien sabéys? camisera: Ya os entiendo.
Mi hijo le dio vna camisa de oro labrada y las bocas de las mangas con oro y azul.
¿Y es aquella su madre? Más moça pareçe que la hija. ¡Y qué cabellos ruuios que tenía! teresa: ¡Hi,
hi! ¡Por el paraýso de quien acá os dexó, que son alheñados por cobrir la ñeue de las navidades!
Y las çejas se tiñe cada mañana, y aquel lunar, postizo es, porque, si miráys
en él, es negro y vnos días más grande que otros; y los pechos, llenos de paños para
hazer tetas; y quando sale, lleua más dixes que vna negra, y el tocado muy plegado
por henchir la cara, y piensa que todos la miran, y a cada palabra su reueren
çia; y quando se asienta no paresce sino depósito mal pintado. Y sienpre va con
ella la otra Marixorríquez, la regatera, y la cabrera, que tiene aquella boca que no
paresçe sino tragacaramillos, que es más vieja que Satanás. Y sálense de noche de dos
en dos, con sonbreros, por ser festejadas, y no se osan descobrir, que no vean el ataúte
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