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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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Mamotreto LVIII. Cómo va la Loçana en casa de la Garça Monte
sina y encuentra con dos rufianes napolitanos
y lo que le dizen
rufián:
¡Pese al diablo con tanta justiçia como se
haze de los que poco pueden, que vos mía
auíades de ser para ganarme de comer!
Mas como va el mundo al reués, no se osa el om
bre alargar, sino quitaros el bonete y, con gran
reuerençia, poneros sobre mi cabeça.
loçana: Qui
taos allá, hermanos. ¿Qué cosas son essas? Ya soy
casada. No’s cale burlar, que castigan a los locos.
rufián: Señora, perdoná, que ra
zón tenéys. Mas en el bosque de Belitre os quisiera hazer vn conbite.
loçana: Mirá si
queréys algo de mí, que voy depriesa.
rofián: Señora, somos todos vuestros serui
dores. Y máxime si nos days remedio a vn açidente que tenemos: que toda la noche
no desarmamos.
loçana: Cortados y puestos al pescueço por lómina, que essa es sobra
de sanidad. A Puente Sisto t’é visto.
rufián: Aý os querría tener para mi seruiçio, por ga
nar la romana perdonança. Dezinos, señora Loçana, ¿quién son agora las más altas
y más grandes señoras entre todas las cortesanas? Y luego os yréys.
loçana: ¡Mira qué
pregunta tan neçia! Quien más puede y más gana.
rofián: Pues esso queremos sa
ber, si es la Xerezana como más galana.
loçana: Si miramos en galanerías y hermo
sura, essa y la Garça Montesina pujan a las otras. Mas dezime: de fauor o pompa, y
fausto y riqueza, callen todas con madona Clarina, la fauorida, y con madona
Auiñonesa, que es rica y poderosa. Y vosotros, ladrones, cortados tengáys los con
pañones. Y quedaos aý.
rufián: ¡Válala el que lleua los pollos, y qué preçiosa que
es! Allá ua, a casa de la Garça Montesina.
montesina: Señora Loçana, sobí, que a vos
espero. ¿Ya os passáuades? ¿No sabéys que oy es mío? ¿Dónde ývades?
loçana: Señora, lue
go tornara, que yua a dar vna cosa aquí a vna mi amiga.
montesina: ¿Qué cosa y a
quién?, ¡por mi vida, si me queréys bien!
loçana: No se puede saber. Asiéntese vuestra
merçed más acá a la lunbre, que me da el sol en los ojos.
montesina: ¡Por mi vida, Loça
na, que no lleuéys de aquí el canestico si no me lo dezís!
loçana: ¡Passo, señora! No me
derrame lo que está dentro, que yo se lo diré.
montesina: Pues dezímelo luego, que estó
preñada. ¿Qué es esto que está aquí dentro en este botezico de cristal?
loçana: Paso, señora,
que no es cosa para vuestra merçed, que ya soys vos harto garrida.
montesina: ¡Mirá, Loçana,
catá que lo quebraré si no me lo dezís!
loçana: ¡Pardiós, más niña es vuestra merçed que su ñe
tezica! Dexe estar lo que no es para ella.
montesina: Agora lo verés. Sacaldo de mi cofre y
séase vuestro.
loçana: Sáquelo vuestra merçed, que quiero yr a lleuallo a su dueño, que es vn licor pa
ra la cara que quien se lo pone no envejeçe jamás. Y madona Clarina, la fauorida, ha
más de quatro meses que lo espera y agora se acabó de estilar y se lo quiero lleuar
por no perder lo que me prometió por mi fatiga, que ayer me enbió dos ducados para que lo
acabase más presto.
montesina: ¡Y cómo, Loçana! ¿Soy yo menos, o puede pagallo ella me
jor que yo? ¿Quédaos algo en vuestra casa deste licor?
loçana: Señora, no, que no se puede hazer si
las culebras que se estilan no son del mes de mayo. Y soy perdida porque, como es tan fa
uorida, si sabe que di a otrie este licor hauiendo ella hecho traer las culebras çerbu
nas y gouernádolas de mayo acá, y más el caruón que me ha enbiado, y todo lo vendí
quando estuue mala, que si lo tuuiera dixera que las culebras se me hauían huydo y co
mo viera el caruón me creyera.
montesina: Dexá hazer a mí, que yo sabré remediar a to
do. Ven aquí, Gasparejo. Va, di a tu señor que luego me enbíe diez cargas de caruón
muy bueno del saluático. Y mira, ue tú con el que lo truxere y hazlo descargar a la
puerta de la Loçana.
Esperá, Loçana, que otra paga será esta que no la suya. Veys aý
seys ducados. Y llamá los moços que os lleuen estos quatro barriles o toneles a
vuestra casa. Este es semulela y este de fideos ceçilianos, y este de alcaparras
alexandrinas y este de almendras anbrosinas. Y tomá: veys aý dos cofines
de pasas de Almuñécar, que me dio el prouisor de Guadix.
Ven aquí, Marga
rita. Va, descuelga dos presutos y dos somadas; y de la guardarropa, dos quesos
mallorquinos y dos parmesanos. Y, presto, vosotras, lleuáselos a su casa.
loçana: Señora,
¿quién osará yr a mi casa? Que luego me matará mi criado, que le prometió ella misma
vna capa.
montesina: Capa no la ay en casa que se le pueda dar, mas mirá si le uerná
bueno este sayo, que fue del protonotario.
loçana: Señora, lléuemela el moço, porque
no vaya yo cargada. No se me ensuelua el sueño en todo, que esta noche soñaua que
caýa en manos de ladrones.
montesina: Andá, no miréys en sueños que, quando ve
níades acá, os vi yo hablar con quatro. loçana: ¡Buen paraýso aya quien acá os dexó! Que,
verdad es, esclaua soy a vuestra merçed, porque no basta ser hermosa y linda, mas quanto
dize hermosea y adorna con su saber. ¡Quién supiera oy hazerme callar y amansar
mi deseo! Que tenía de ver qué me hauía de dar madona Clarina, la fauorida, por mi tra
bajo y fatiga, la qual vuestra merced ha satisfecho en parte y, como dizen, la buena vo
luntad con que vuestra merçed me lo ha dado vale más que lo muncho más que ella me diera. Y,
sobre todo, sé yo que vuestra merçed no me será ingrata. Y bésole las manos, que es tarde.
Mírese vuestra merçed al espejo y verá que no só pagada según lo que meresco.
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