Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital

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dores. Que cassi lo fueron todos, que si del todo no es destruyda Roma es por el deuoto femenino sexu y por las limosnas y el refugio que a los peregrinos se hazía. Agora a todo se ha puesto entredicho, porque entraron lunes a días seys de mayo del mill y quinientos y veynte y siete, que fue el escuro día y la tenebrosa noche para quien se halló dentro, de qualquier nación o condición que fuesse, por el poco respecto que a ninguno tuuieron, máxime a los perlados, sacerdotes, religiosos, religiosas, que tanta diferencia hazían de los sobredichos como haría yo de vosotras, mis ermanas. Prophanaron sin duda quanto pudiera prophanar el gran Sofí si se hallara presente. Digo que no's marauillés porque murió su capitán, por voluntad de Dios, de vn tiro romano; d'adonde sucedió nuestro daño entrando sin pastor, donde la voluntad del Señor y la suya se conformó en tal modo que no os cale venir, porque no ay para qué ni a qué; porque si venís por ver abades, todos están desatando sus conpañones; si por mercaderes, ya son pobres; si por grandes señores, son ocupados buscando la paz que se perdió y no se halla; si por romanos, están rehedificando y plantando sus viñas; si por cortesanos, están tan cortos que no alcançan al pan. Si por triunfar, no vengáys, que el triunfo fue con las passadas. Si por caridad, acá la hallarés pintada, tanta que sobra en la pared. Por ende, sosegad, que sin duda por munchos años podés hilar velas largas y luengas. Sed ciertas que si la Loçana pudiesse festejar lo passado o dezir sin miedo lo presente, que no se ausentaría de vosotras ni de Roma, máxime que es patria común que, voltando las letras, dize Roma amor. Epílogo Digressión que cuenta el autor en Venecia Cordialíssimos letores: Pienso que munchas y munchas tragedias se dirán de la entrada y salida de los soldados en Roma, donde estuuieron diez meses a discreción y aun sin ella, que, como dizen: "Amicus Socrates, amicus Plato, magis amica veritas". Digo sin ella porque eran inobedientes a sus nobilíssimos capitanes y crueles a sus naciones y a sus conpatriotas. ¡O, gran juizio de Dios, venir vn tanto exército sub nube y sin temor de las maldiciones generales sacerdotales! Porque Dios les hazía lunbre la noche y sonbra el día para castigar los abitatores romanos y por prouar sus sieruos, los quales somos muncho contentíssimos de su castigo, corrigiendo nuestro malo y viciosso biuir, que, si el Señor no nos amara, no nos castigara por nuestro bien. Mas, ¡guay por quien viene el escándalo! Por tanto me auisso que he visto morir munchas buenas personas y he visto atormentar munchos sieruos de Dios como a su Santa Magestad le plugo. Salimos de Roma a diez días de febrero por no sperar las crueldades vindicatiuas de naturales, auisándome que, de los que con el felicíssimo exército salimos, ombres paçíficos, no se halla, saluo yo, en Venecia esperando la paz, que me aconpañe a uisitar nuestro santíssimo protetor, defensor fortíssimo de vna tanta naçión, gloriosíssimo abogado de mis anteçessores, Santiago y a ellos, el qual sienpre me ha ayudado, que no hallé otro español en esta ínclita çibdá. Y esta neçessidad me conpelió a dar este retrato a vn estanpador por remediar mi no tener ni poder, el qual retrato me valió más que otros cartapacios que yo tenía por mis legítimas obras. Y este, que no era ligítimo por ser cosas ridiculosas, me valió a tienpo, que de otra manera no lo publicara hasta depués de mis días y hasta que otrie que más supiera lo emendara. Spero en el Señor eterno que será verdaderamente retrato para mis próximos, a los quales m'encomiendo, y en sus deuotas oraçiones, que quedo rogando a Dios por buen fin y paz y sanidad a todo el pueblo cristiano. Amen.