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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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tuna
le guiaua que le mató el sosiego, sin boluerle ningún ruego, ni saber ni discrición;
por la qual causa está çiego y le arden en muy biuo fuego las telas del coraçón. Este
dios de affiçión, cuyo lugar soy teniente, manda sin dilatión que despache este acto
presente. Cappellanes y grandes curas deste palatio real de Amor y sus alturas, hazed
esta denunçiaçión por que no aclame cautela, desde agora apercibiendo por tres cano
minationes. Y por que le sean notorios los sacros derechos y vías, por término perenpto
rio yo le asiño nueue días, porque es término conplido, como antedicho es, ya pronun
çiado y sabido. Del tenplo luego la echéis, como mienbro deshipado de nuestra ley tan
bendita. Todos cubiertos de luto, con los versos acostunbrados que se cantan al de
funto, las canpanas repicando, y el cura diga: "Muera su ánima en fuerte fragua como
esta lunbre de çera veréys que muere en el agua". Véngale luego a desora la tan gran
malditión de Sodoma y Gomora y Atam y Auirón. Véngale tal confusión en su
dicho cuerpo y sino, en su cuerpo, en conclusión, como a nadie le uino. Maldito lo que
comiere: pan y vino y agua y sal. Maldito quien se lo diere, nunca le fallesca mal. Y
la tierra que pissare y la cama en que durmiere, y quien luego no lo dixere que la
misma pena pene. Sus cabellos tan luzidos, ante quien el oro es fusco, tornen ne
gros y encogidos que parezcan de guineo. Y sus cejas delicadas, con la resplande
ciente frente, se tornen tan espantables como de vn fiero serpiente. Y sus ojos ma
tadores, con que robó mis entrañas, hínchanse de aradores que le pelen las pesta
ñas. Y su nariz delicada, con que todo el gesto area, se torne grande y quebrada como de
muy fea negra. Y su boca tan donosa, con labrios de vn coral, se le torne spumosa co
mo de gota coral. Y sus dientes tan menudos y enzías de vn carmesí se le tornen
grandes y agudos, parescan de jaualí. Su garganta y su manera, talle, color y blancura,
se tornen de tan mal ayre como toda su figura. Y sus pechos tan apuestos, testigos de
quanto digo, tornen secos y deshechos con tetas hasta el onbligo. Y sus braços delicados,
cobditiosos de abraçar, se le tornen consumidos, no hallen de qué tomar. Y lo demás y
su natura, por más honesto hablar, se torne de tal figura que dello no pueda gozar.
Denle demás la cuerda que lige su coraçón. Dada mes y año el día de vuestra querella.
Epístola de la Lo
çana a todas las que
determinauan ve
nir a uer Canpo de
Flor en Roma
Amigas y en
amor erma
nas:
Desean
do lo mismo, pensé auisaros cómo, auiéndome detenido por vuestro amor, esperando’s,
sucedió en Roma que entraron y nos castigaron y atormentaron y saquearon catorze
mill teutónicos bárbaros; siete mill spañoles sin armas, sin çapatos, con hanbre y sed;
italianos, mill y quinientos; napolitanos reamistas, dos mill; todos estos, infantes.
Ombres d’armas, seycientos; estandartes de ginetes, treynta y cinco; y más los gasta
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