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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital

AutorFrancisco Delicado (1485-1535)
Lugar de publicaciónVenecia
Año de publicaciónca. 1530
Ubicación del originalBiblioteca Nacional de Austria
Extensión108 páginas

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índice   Éxplicit o Tabla < Section Epístola del Autor > Carta de excomunión contra vna cruel donzella de sanidad

Epístola del Autor Esta epístola añadió el Autor el año de mill e quinientos e veynte e siete, vista la destruyción de Roma y la gran pestilençia que suçedió, dando gracias a Dios que le dexó ver el castigo que méritamente Dios premitió a vn tanto pueblo
¿qvién jamás pudo pensar, ¡o, Roma!, ¡o, Babilón!, que tanta confusión pusiessen en ti estos tramontanos ocidentales y de Aquilón, castigadores de tu error? Leyendo tus libros verás lo que más mereçe tu poco temor. ¡O, qué fortuna vi en ti y o, auiéndote visto triunfante!, y agora te veo y con el dedo te cuento. Dime, ¿dónde son los galanes, las hermosas que con vna chica fossa en diez días cobriste y encerraste, dando fin a las fauoridas, pues vna sáuana enboluió sus cuerpos pestíferos? Las que no se pudié biuir con ellas ya son sepultas: yo las vi. ¡O, Loçana! ¿Qué esperas? Mira la Garça Montesina, que la lleuan sobre vna escalereta por no hallar, ni la ay, vna tabla en toda Roma. ¿Dónde es el fauor? ¿Cómo uan sin lunbre, sin son y sin llanto? Mira los galanes que se atapan las narizes quando con ellas passan. ¡O, Dios! ¿Pensolo nadie jamás tan alto secreto y juyzio como nos vino este año a los habitatores que offendíamos a tu Magestad? No te offendieron las paredes y por esso quedaron enhiestas. Y lo que no hizieron los soldados heziste , Señor, pues enbiaste después del saco y de la ruyna, pestilençia ynaudita con carbones péssimos y seuíssimos, hanbre a los ricos, hechos pobres mendigos. Finalmente que vi el fin de los munchos juizios que auía visto y escrito. ¡O, quánta pena mereció tu libertad y el no tenplarte, Roma, moderando tu ingratitud a tantos benefiçios reçebidos! Pues eres cabeça de santidad y llaue del cielo y colegio de doctrina y cámara de sacerdotes y patria común, ¿quién vido la cabeça hecha pies y los pies delante? ¡Sabroso principio para amargo fin! ¡O, vosotros, que vernés tras los castigados, mirá este retrato de Roma y nadie o ninguno sea causa que se haga otro! Mirá bien este y su fin, que es el castigo del çielo y de la tierra, pues los elementos nos an sido contrarios. Gente contra gente, terremotos, hanbre, pestilençia, presura de gentes, confussión del mar, que hemos visto no solamente persseguirnos sus curssos y raptores, pero este presente diluuio de agua, que se enssoberueció Tíber y entró por toda Roma, a días xii de henero año de mill e quinientos y veynte e ocho, ansý que llegó al mismo señal que fue puesto el año de mill e quinientos y quinze, donde están escritos estos versos: Bis de nos menses X per agente Leone, idibus huc Tiberis vnda Nouenbris adest. No se puede huyr a la Prouidençia diuina, pues con lo sobredicho cessan los delinquentes con los tormentos, mas no cessarán sol, luna y estrellas de prenosticar la meritoria que cada uno aurá. Por cierto, no fui yo el primero que dixo: ¡Ve tibi, ciuitas meretrix!. Por tanto, señor Capitán del felicíssimo exército imperial, si yo recibiesse tanta merçed que se dilatasse de mandar este retrato en público, sermeýa a disculpa y al retrato preuilegio y graçia; la qual, desde agora, la nobleza y cauallería de vuestra merced se la otorgó, pues mereçió este retrato de las cosas que en Roma passauan presentarsse a vuestra clara prudençia para darle sonbra y alas a bolar syn temor de los vituperadores que más atilado lo supieran conponer; mas no siendo obra syno retrato, cada día queda facultad para borrar y tornar a perfilarlo, segund lo que cada uno mejor verá. Y no pudiendo resistir sus reproches y pinzeles acutíssimos de los que remirarán no estar bien pintado o conpuesto, se su defensión altíssima y fortíssima inexpuñable el planeta Marte que al presente corre, el qual planeta contribuyrá fauor al retrato en nonbre del autor. Y si alguno quisiere conbatir con mi poco saber, el suyo muncho y mi ausençia me defenderá. Esto digo, noble señor, porque los reprochadores conozcan mi cuna, a los quales affetuosíssimamente desseo informar de las cosas retraídas, y a vuestra merçed seruir y darle solaçio, la qual Nuestro Señor próspero, sano y alegre conserue munchos y felicíssimos tienpos. Ruego a quien tomare este retrato que lo enmiende antes que vaya en blico, porque yo lo escreuí para enmendallo por poder dar solaçio y plazer a letores y audientes, los quales no miren mi poco saber syno mi sana intençión y entreponer el tienpo contra mi enfermedad. Soy vuestro y a vuestro seruiçio. Por tanto, todos me perdonaréys.

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