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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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aprieto que en mi vida pasé; no querría que se supiese por mi honrra. ¡Y dizen que vie
nen d’España muy grosseros! ¡A la fe, este más supo que yo! Es trugillano. Por esso dizen:
“perusino en Ytalia y trugillano en España, a todas naçiones engaña”. Este majade
ro ha quesido descargar en mí por no pagar pontaje, y veréys que a todas hará desta
manera y a ninguna pagará. Yo callaré por amor del tienpo. ¡La vejez de la pimienta
le venga! Engañó a la Loçana, como que fuera yo santa Nefixa, que daua a todos de ca
ualgar en limosna. ¡Pues no lo supiera ansí hordir Hernán Çenteno! Si yo esto no lo
platicase con alguno, no sería ni valdría nada si no lo çelebrásemos al dios de la risa,
porque yo sola me sonrrío toda de cómo me tomó a manos. Y mirá que si yo enten
diera a su criado, bien claro me lo dixo, que bien mirado, ¿qué me podía a mí dar vno
que es estado en la posada del señor don Diego sino fruta de ospital pobre? En fin, la
codiçia ronpe el saco. Otro día no me engañaré, aunque bien me supo. Mas quisiera
comer semejante bocado en plazer y en gasajo. Pedro de Hurdemalas no supiera
mejor enredar como á hecho este vellacazo desflorador de coños. Las paredes me
metió adentro. Ansí me vea yo gran señora, que pensé que tenía mal en lo suyo, y
dixe: “aquí mi ducadillo no me puede faltar”.
Y él pensaua en otro. No me curo, que
en ál va el engaño, pues me quedan las paredes enhiestas. Quiero pensar qué diré a mi
criado para que mire por él, mas no lo vi vestido. ¿Qué señas daré dél, saluo que a él
le sobra en la cara lo que a mí me falta? ranpín:
Caminá, que es venida madona Diuiçia,
que viene de la feria de Requenate y trae tantos cuchillos que es vna cosa de uer.
loçana: ¿Qué los quiere hazer?
ranpín: Dize que gratis se los dieron y gratis los quiere
dar.
loçana: ¿Veys aquí? Lo que con vnos se pierde con otros se gaña.
Mamotreto LII. Cómo la Loçana encontró, antes que entrase en su casa,
con vn vagamundo llamado Sagüeso, el qual tenía por
offiçio jugar y caualgar de balde, y dize
sagüesso:
Si como yo tengo a Çelidonia, la del vulgo, de mi mano, tuviesse a
esta traydora colmena de putas, yo sería duque del todo. Mas aquel
azemilón de su criado es causa que pierda yo y otros tales el susidio
desta alcatara de putas y alcanzía de bouas y alanbique de cortesanas.
Juro a Dios que la tengo de hazer dar a los leones, que quiero dezir que
Çelidonia sabe más que no ella y es más rica y vale más, aunque no es
maestra de enxanbres. loçana:
¿Dónde ys vos por aquí? ¿Ay algo que malsinar o
que baratar? Ya es muerto el duque Valentín, que mantenía los hara
ganes y vagabundos.
sagüesso: Señora Loçana, sienpre lo touistes de dezir
lo que queréys. Es porque demostráys el amor que tenéys a los vuestros seruidores, má
xime a quien os desea seruir hasta la muerte. Vengo que me arrastran estas çejas.
loçana: Agora te creo menos. Yo deseo ver dos cosas en Roma antes que muera, y la
vna es que los amigos fuesen amigos en la prosperidad y en la aduersidad, y la otra,
que la caridad sea exerçitada y no offiçiada, porque, como veis, va en officio y no
en exerçiçio y nunca se ve sino escrita o pintada o por oýdas.
sagüesso: En esso y
en todo tenéys razón, mas ya me pareçe que la señora Çelidonia os sobrepuja casi
en el todo porque en el vulgo no ay casa tan frequentada como la suya y está rica
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