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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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Mamotreto XLVI. Respuesta que da la Loçana en su laude
loçana:
Aquel es loado que mira y nota y a tienpo manifiesta. Yo he andado en mi ju
uentud por Leuante, só estada en Nigroponte y he visto y oýdo muchas co
sas, y entonçes notaua y agora saco de lo que entonçes guardé. ¿No se os acuer
da, quando estaua por ama de aquel hijo de vuestro amo, qué concurrençia tenía de aquellos
villanos que me tenían por médica, y venían todos a mí, y yo les dezía:
“Andaos
a vuestra casa y echaos vn ayuda”, y sanauan?
Acontesçió que vna vieja auía perdido vna
gallina que munchos días auía que ponía hueuos sobre vna pared, y como se encocló,
echose _sobr’ellos; y vino la vieja a mí que le dixese de aquella gallina, y yo estaua
enojada y díxele: “Andá, yd a vuestra casa y traeme la yerua canilla que naçe en los teja
dos”. Y díxeselo porque era vieja, pensando que no subiría; en fin, subió y halló la gallina.
Y publicome que yo sabía hazer hallar lo perdido. Y assí vn villano perdió vna bor
rica; vino a mí que se la encomendase, por que no la comiesen lobos. Mandele que se
hiziese vn tristel d’agua fría y que la fuesa’a buscar. Él hízolo y, entrando en vn higue
ral a andar del cuerpo, halló su borrica. Y desta manera tenía yo más presentes que
no el juez. Dezime, por mi vida, ¿quién es esse vuestro amigo que dezís que ayer hablaua de
mí? ¿Conóscolo yo? ¿Reýssos? Quiérolo yo muncho porque me contrahaze tan natural
mis meneos y autos, y cómo quito las çejas, y cómo hablo con mi criado, y cómo
lo echo de casa, y cómo le dezía quando estaua mala:
“Andá por essas estaçiones y mi
rá essas putas cómo lleuan las çejas”,
y cómo brauea él por mis duelos, y cómo hago
yo que le ayan todos miedo, y cómo lo hago moler todo el día solimán. Y el otro
día (no sé quién se lo dixo), que mi criado hazía quistión con tres, y yo, por que no los
matase, salí y metilo en casa y çerré la puerta; y él metiose debaxo del lecho a bu
scar la espada, y como yo estaua afanada por que se fuesen ante qu’él saliese, entré y
busquelo; y él tiene vna condiçión: que quando tiene enojo, si no lo desmuele, luego
se duerme. Y como lo veo dormido debaxo de la cama, me alegré y digo:
“En este me
dio, los otros huyrán”.
Y cómo lo halago, que no se me vaya; y cómo reñimos por
que metió el otro día lo suyo en vna olla, que yo la tenía media de agua de mayo,
y, como armó dentro por causa del agua, traýa la olla colgada. Y yo quise más per
der la olla y el agua, que no que se le hiziese mal. Y el otro día, que estauan aquí dos
mochachas como hechas de oro, pareçe que el vellaco armó; y tal armada que to
das dos agujetas de la bragueta ronpió, que heran de gato soriano. Y cómo yo lo
hago dormir a los pies, y él cómo se sube poco a poco… Y otras mill cosas que,
quando yo lo vi contrahazerme, me pareçía que yo hera. Si vos lo viérades aquí,
quando me vino a uer que estaua yo mala, que dixe a esse cabrón de Ranpín
que fuesse aquí, a vna mi vezina, que me prestase vnos manteles. Dixo que no los te
nía; dixe yo sinplemente:
“¡Mira qué borracha, qu’está ella sin manteles! Toma, ve, cón
prame vna libra de lino, que yo me los hilaré y ansí no la auré menester”.
Señor: yo lo
dixe y él lo oyó; no fue menester más, como él a tienpo, quando yo no pensaua en
ello, me contrahizo, que quedé espantada.
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