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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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niendo
de lexos y luengas partidas y de diuersas naçiones y lenguajes, que, si bien
se mira en ello, no ay tantos lenguajes en Babilonia, adonde yo soy estada en mi
juuentud. Ansí que, si esto se hiziese, munchas más vernían y sería como en las ba
tallas, quando echan delante la gente harmada y, a la postre, quando van faltando
estos, los peones y hombres d’armas, y esles fuerça pelear a ellos y a los otros que espe
rauan seguir vitoria, que si bien venzen el canpo, no ay quien lo regozije como en la
de Ráuena, ni quien fauoresca el plazer que consiguen por ser pocos y solos, que
no tienen quien los ayude a leuantar. Y así esperan la luna de Boloña, que es como
el socorro de Scalona; ansí que, tornando al propósito, quiero dezir que, quando
a las perdidas y lisiadas y pobres y en senetud constitutas, no les dan el premio o
mérito que mereçen, serán causa que no vengan munchas que vinieran a releuar
a las naturales las fatigas y cansançios y conbates, y esto causará la yngratitud que
con las passadas husaron, y de aquí redundará que los galanes requieran a las ca
sadas y a las vírgenes desta tierra, y ellas darán de sus casas joyas, dinero y quan
to ternán a quien las encubra y a quien las quiera, de modo que quedarán los natu
rales ligeros como çieruos asentados a la sonbra del alcornoque; y ellas, contentas
y pobres, porque se quiere dexar hazer el tal offiçio a quien lo sabe manear.
Mamotreto XLV. Vna respuesta que haze este Siluano, su cono
çido de la Loçana
siluano:
Por mi vida, señora Loçana, que creo que si
fuérades vos la misma teórica no dixérades
más de lo dicho; mas quiero que sepáys que la
taberna meritoria para essas señoras ya está hecha
archiospital, y la honrra, ayuda y triunfo que ellas
dan al senato es como el grano que sienbran sobre
las piedras, que como naçe se seca. Y si oýstes dezir
que antiguamente, quando venía vn romano o
enperador con vitoria, lo lleuauan en vn carro triunfante por toda la çibdad de
Roma, y esto hera gran honrra, y en señal de forteza vna corona de hojas de ro
ble, y él asentado ençima, y si alguna señal tenía de las heridas que en las ba
tallas y conbates oviese resçebido la mostraua públicamente, de manera que en
tonçes el carro y la corona y las heridas heran su gloria, y después su renonbre,
fama y gloria, ¿qué mejor ni más largo os lo puedo yo dar a entender, señora Lo
çana, de lo que vos misma podéys ver? Que, como se hazen françesas o grimanas, es ne
çessario que, en muerte o en uida, vayan a Santiago de las Carretas, y allí el carro y la
corona de flores y las heridas serán su mérito y renonbre a las que vernán, las quales
tomarán audibilia pro uisibilia. Ansí que, señora Loçana, a uos no’s ha de faltar sin
ellas de comer, que ayer, hablando con vn mi amigo, hablamos de lo que vos al
cançáys a saber, porque me recordé quando nos ronpistes las agallas a mí y a quan
tos estáuamos en el vanco de ginoueses. loçana: Y si entonçes las agallas, agora los
agallones. Y oýdme dos razones.
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