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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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Mamotreto XLIV. Cómo fue otro día a visitarla este su conoçido Sil
uano, y las cosas que allí contaron
siluano:
Señora Loçana, no se marauelle, que quien viene no viene tarde y el deseo gran
de vuestro me ha traýdo, y tanbién por ver si ay páxaros en los nidos d’antaño.
loçana:
Señor, nunca faltan palomas al palomar. Y a quien bien os quiere no le faltarán
palominos que os dar.
siluano: No sean de camisa, que todo quanto vos me dezís os
creo. ¡Dios os bendiga, qué gorda estáys! loçana:
Ermano, como a mis espesas y sábeme
bien, y no tengo enbidia al Papa, y gánolo y esténtolo y quiéromelo gozar y triun
far, y mal año para putas, que ya las he dado de mano, que, por la luz de Dios, que si
me an menester, que vienen cayendo, que ya no soy la que solía. Mirá qué casa y en qué lu
gar, y qué paramentos y qué lecho que tengo. Saluo que esse vellaco me lo gasta cada noche,
que no duerme seguro y yo que nunca estoy queda; y vos que me entendéys, que somos
tres. ¡Hi, hi! ¿Acordaysos de aquellos tienpos passados cómo triunfáuamos? Y auía otros
modos de biuir, y heran las putas más francas y los galanes de aquel tienpo no con
prauan offiçios ni escuderatos como agora, que todo lo espendían con putas y en
plazeres y conbites. Agora no ay sino maullantes, ouero, como dizen en esta tierra,
fotiuento, que todo el año hazen hebrero, y ansí se pasan; no como quando yo me
recuerdo, que venía yo cada sábado con vna dozena de ducados ganados en me
nos tienpo que no ha que venistes; y agora, quando traygo doze julios, es muncho.
Pues Sábado Santo me recuerdo venir tan cansada, que estaua toda la Pascua sin yr
a estaçiones ni a uer parientas ni amigas, y agora este Sábado Santo con negros ocho
ducadillos me ençerré, que me marauillo cómo no me ahorqué. ¡Pues las Nauidades
de aquel tienpo, los aguinaldos y las manchas que me dauan! Como agora, çierto nun
ca tan gran estrechura se vido en Cataluña ny en Florençia como agora ay en Ro
ma. Y si miráys en ello, entonçes traýan vnas mangas bouas y agora todos las traen
a la perladesca. No sé, por mí lo digo; que me marauillo cómo pueden biuir munchas
pobres mugeres que an seruido esta corte con sus haziendas y honeras, y puesto su
vida al tablero por honrrar la corte y pelear y batallar, que no las bastauan puer
tas de hierro, y ponían sus copos por broquel y sus oýdos por capaçetes, conbatien
do a sus espesas y a sus acostamientos de noche y de día. Y agora, ¿qué mérito les dan?,
saluo que vnas, rotos braços; otras, gastadas sus personas y bienes; otras, señaladas
y con dolores; otras, paridas y desmanparadas; otras, que siendo señoras son ago
ra sieruas; otras, estaçioneras; otras, lauanderas; otras, estableras; otras, cabestro de sí
miles; otras, alcahuetas; otras, parteras; otras, cámara locanda; otras, que hilan y no
son pagadas; otras, que piden a quien pidió y siruen a quien siruió; otras, que ayu
nan por no tener; otras, por no poder; ansí que todas esperan que el Senado las pro
uea a cada una según el tienpo que siruió y los méritos que debe auer, que sean satisfe
chas. Y segund piensan y creen, que harán vna tauerna meritoria, como antigua
mente solían tener los romanos y agora la tienen veneçianos, en la qual todos
aquellos que auían seruido o conbatido por el senado romano, si venían a ser viejos
o quedauan lissiados de sus mienbros por las armas o por la defensión del pueblo,
les dauan la dicha tauerna meritoria, en la qual les proueýan del vito e vestito.
Esto alhora hera bueno, que el senado cobraua fama y los conbatientes tenían
esta esperança, la qual causaua en ellos ánimo y lealtad. Y no solamente entonçes,
mas agora se espera que se dará a las conbatientes, en las quales ha quedado el ar
te militario, y máxime a las que con buen ánimo an seruido y siruen en esta alma
çibdad, las quales, como dixe, pusieron sus personas y fatigas al carro del triunfo
passado por mantener la tierra y tenella abastada y honrrada con sus personas, vi
niendo
de lexos y luengas partidas y de diuersas naçiones y lenguajes, que, si bien
se mira en ello, no ay tantos lenguajes en Babilonia, adonde yo soy estada en mi
juuentud. Ansí que, si esto se hiziese, munchas más vernían y sería como en las ba
tallas, quando echan delante la gente harmada y, a la postre, quando van faltando
estos, los peones y hombres d’armas, y esles fuerça pelear a ellos y a los otros que espe
rauan seguir vitoria, que si bien venzen el canpo, no ay quien lo regozije como en la
de Ráuena, ni quien fauoresca el plazer que consiguen por ser pocos y solos, que
no tienen quien los ayude a leuantar. Y así esperan la luna de Boloña, que es como
el socorro de Scalona; ansí que, tornando al propósito, quiero dezir que, quando
a las perdidas y lisiadas y pobres y en senetud constitutas, no les dan el premio o
mérito que mereçen, serán causa que no vengan munchas que vinieran a releuar
a las naturales las fatigas y cansançios y conbates, y esto causará la yngratitud que
con las passadas husaron, y de aquí redundará que los galanes requieran a las ca
sadas y a las vírgenes desta tierra, y ellas darán de sus casas joyas, dinero y quan
to ternán a quien las encubra y a quien las quiera, de modo que quedarán los natu
rales ligeros como çieruos asentados a la sonbra del alcornoque; y ellas, contentas
y pobres, porque se quiere dexar hazer el tal offiçio a quien lo sabe manear.
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