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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital

AutorFrancisco Delicado (1485-1535)
Lugar de publicaciónVenecia
Año de publicaciónca. 1530
Ubicación del originalBiblioteca Nacional de Austria
Extensión108 páginas

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le texer, el qual officio no se le dio ansí como el hordir y tramar, que le quedaron tanto en la cabeça, que no se le an podido oluidar. Aquí conuersó con personas que la amauan por su hermosura y gracia; assimismo, saltando vna pared sin licençia de su madre, se le derramó la primera sangre que del natural tenía. Y muerta su madre, y ella quedando huérfana, vino a Seuilla, adonde halló vna su parienta, la qual le dezía: Hija, sed buena, que ventura no’s faltará; y assimismo le demandaua de su niñez, en qué era estada criada, y qué sabía hazer, y de qué la podía loar a los que a ella conoscían. Entonçes respondíale desta manera: Señora tía, yo quiero que vuestra merçed vea lo que hazer, que quando era biuo mi señor padre, yo le guisaua guisadicos que le plazían, y no solamente a él, mas a todo el parentado, que, como estáuamos en prosperidad, teníamos las cosas necessarias, no como agora, que la pobreza haze comer sin guisar, y entonçes las espeçias, y agora el apetito; entonçes estaua ocupada en agradar a los míos, y agora a los estraños.

Mamotreto II. Responde la tía y prosigue

tía:

Sobrina, más ha de los años treynta que io no vi a vuestro padre, porque se fue niño; y después me dixeron que se casó por amores con vuestra madre, y en vos veo io que vuestra madre hera hermossa. loçana: ¿Yo, señora? Pues más paresco a mi agüela que a mi señora madre; y por amor de mi agüela me llamaron a Aldronça; y si esta mi agüela biuía, sabía yo más que no , que ella me mostró guissar, que en su poder deprendí hazer fideos, enpanadillas, alcuzcuçú con garuanzos, arroz entero, seco, grasso, albondiguillas redondas y apretadas con culantro verde, que se conoscían las que yo hazía entre ciento. Mirá, señora tía, que su padre de mi padre dezía: ¡Estas son de mano de mi hija Aldonça! Pues ¿adobado no hazía? Sobre que quantos traperos auía en la cal de la Heria querían prouallo, y máxime quando hera vn buen pecho de carnero. ¡Y qué miel! Pensá, señora, que la teníamos de Adamuz, y çafrán de Peñafiel, y lo major del Andaluzía venía en casa desta mi agüela. Sabía hazer hojuelas, prestiños, rosquillas de alfaxor, textones de cañamones y de ajonjolí, nuégados, xopaypas, hojaldres, hormigos torçidos con azeyte, taluinas, çahínas y nabos sin toçino y con comino, col murciana con alcarauea, y holla reposada no la comía tal ninguna barua. Pues ¿boronía no sabía hazer? ¡Por marauilla! Y caçuela de verengenas moxíes en perfiçión; caçuela con su agico y cominico, y saborcico de vinagre (esta hazía yo sin que me la vezasen); rellenos, quajarejos de cabritos, pepitorias y cabrito apedreado con limón çeutí; y caçuelas de pescado çecial con oruga, y caçuelas moriscas por marauilla, y de otros pescados que sería luengo de contar; letuarios de arope para en casa, y con miel para presentar, como eran de menbrillos, de cantueso, de huuas, de verengenas, de nuezes y de la flor del nogal para tienpo de peste, de orégano y hieruabuena para quien pierde el apetito. Pues ¿ollas en tienpo de ayuno? Estas y las otras ponía yo tanta hemencia en ellas, que sobrepujaua a Platina, De voluptatibus, y Apicio Romano, De re coquinaria, y dezía esta madre de mi madre: Hija Aldonça, la olla sin çebolla es boda sin tamborín. Y si ella me biuiera, por mi saber y linpieza (dexemos


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