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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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Mamotreto XXXV. Cómo, hiendo en casa de otra cortesana, vino su cria
do, y lo hizo vestir entre sus conoçidos
loçana:
Mira, Jacomina, no despiertes a la señora; déxala dormir, que el abad
no la dexó dormir esta noche. Ya se fue a cançillería por dineros. Allá
desollará qualque pobre por estar en gratia de tu ama. Yo me salí pasi
co. Çierra la puerta y mira: si me demanda, di que fuy a mi casa.
jacomina: Sí haré,
mas acordaos de mí.
loçana: ¿De qué?
jacomina: Que me traigáys aquello para quitar
el paño de la cara.
loçana: ¿Y qué piensas? ¿Por dos jullios te auían de dar los porçelletes,
y limón, y agraz estilado, y otras cosas que van dentro? Hermana, es menester más
dineros si quieres que te traya buena cosa.
jacomina: Tomá, veys aý çincos ju
lios, y no lo sepa mi señora, que mi vizcaýno me dará más si fueren menester. lo
çana: ¿Por qué no le dizes tú a esse tu vizcaýno que me hable, que yo te lo haré man
so, que te dará más? Y no le digas que me as dado nada, que yo le haré que pague él
el agua y la fatiga. Y a mi moço quiero que le dé vna espada de dos manos, liuiana.
Mañana te lo trayré, que para vna romana lo tengo de hazer, que es muy more
na, y me ha de dar vuas para colgar, y más que sacaré calla callando. Y tú, si quie
res ser hermosa, no seas mísera de lo que puedes ser larga. Saca dese tu namorado
lo que pudieres, que en mi casa te lo hallarás. Y de tu señora me puedes dar mill
cosas, que ella lo tome en plazer. Ansí se ayudan las amigas. ¿Quién sabe si tú algún
tienpo me aurás menester? Que las amas se mueren y las amigas no faltan, que tú
serás avn con el tienpo cortesana, que esse lunar sobre los dientes dize que serás señora de tus parientes, y todos te ayudaremos, que ventura no te faltará, sino que
tú estás çienga con este vizcaýno, y yo sé lo que me ssé y lo que más de dos me an
dicho, sino que no quiero que salga de mí, que yo sé dónde serías tú señora, y man
darías y no serías mandada.
Yo me uo, que tengo que hazer. Aquí verná mi moço.
Dale tú aquello que sabes qu’escondimos. Veslo, aquí viene. ¿Venís? Es hora, Mer
dohem. Entrá allá con Jacomina y después yd a casa y çerrá bien y vení, que me
hallaréys en casa de la señora del solaçio.
blasón: Señora Loçana, ¿dónde, dónde
tan depriesa?
loçana: Señor, ya podéys pensar: muger que es estada quatro sábados
mala y sin ayuda de nadie, mirá si tengo de darme priessa a rehazer el tienpo per
dido. ¿Qué pensáys, que me tengo de mantener del viento, como camaleón?
No
tengo quien se duela de mí, que vosotros soys palabras de presente y no más.
bla
són: ¡O, señora Loçana! Sabe bien vuestra merçed que yo soy palabras de pretéri
to y futuro seruidor vuestro. Mas mirando la yngratitud de aquella que vos
sabéys, diré yo lo que dixo aquel lastimado: “Patria ingrata, non habebis ossa mea”,
que quere dezir “puta yngrata, non intrabis in corpore meo”. ¿Cómo, señora Loçana?
Si yo le doy lo que vos misma mandastes, y más, como se vee, que no son venidos
los dineros de mis benefiçios quando se los echo ençima y le pago todas sus deu
das, ¿por qué aquella muger no ha de mirar que yo no soy Lazarillo, el que caualgó
a su agüela, que me trata peor, voto a Dios? loçana:
En esso tiene vuestra merçed ra
zón, mas mirá que con el grande amor que os tiene, ella haze lo que haze y no pue
de más, que ella me lo dixo, y si no fuese porque voy agora de priesa a buscar vnos
dineros prestados para conprar a mi criado vna capa mediana sin ribete, yo haría
estas pazes.
blasón: Señora Loçana, no quiero que sean pazes, porque yo determino
de no uella en toda mi vida. Mas por ver qué dize y en qué términos anda la cosa, os
ruego que vays allá, y miréys por mi honrra como vos, señora, soléys, que yo quie
ro dar a vuestro criado vna capa de Perpiñán, que no me siruo della y es nueua, y a vuestra
merçed le enbiaré vna çintura napolitana.
loçana: ¿Y quándo?
blasón: Luego, si luego
viene vuestro criado.
loçana: Veyslo, viene. ¡Caminá, alvanir de putas, que veys aý vuestro
sueño suelto! Este señor os quiere honrrar, yd con él y vení donde os dixe.
blasón:
Señora, hazé el ofiçio como soléys.
loçana: Andá, perdé cuydado, que ya sé lo que vos
queréys. ¡Basta, basta! (
vn sustituto la llama). sustituto: ¡Señora Loçana, acá, acá! ¡O, pese al tur
co, si en toda mi vida os huue menester, agora más que nunca! loçana: Ya sé qué me que
réys. Yo no puedo seruiros porque pienso en mis nesçessidades, que no ay quien las pien
se por mí, que yo y mi criado no tenemos pelo de calça ni con qué defendernos
del frío. sustituto: Señora Loçana, esso es poca cosa para vuestra merçed. Yo daré
vna cana de medida d’estameña fina, y çapatos y chapines, y dexame luego la me
dida, que mañana, antes que vos, señora, os leuantéys, os lo lleuarán. Y vuestro moço enbiá
melo aquí, que yo le daré la deuisa de mi señora y mi vida, aunque ella no me quiere ver.
loçana:
¿Y de quándo acá no’s quiere ver? Que no dize ella esso, que si esso fuera, no me roga
ra ella a mí que fuesse con ella disimulada a dar de chapinazos a la otra con quien os
auéys enbuelto, mas no con mi consejo, que para esso no me llama vuestra merçed a mí,
porque ay diferençia della a la señora Virgilia. Y mirá, señor, essa es puta falida, que en
toda su casa no ay alhaja que pueda dezir por esta graçia de Dios, que todo está enpeña
do y se lo come la vsura, que Trigo me lo dixo. Quiere vuestra merçed poner vna alcatra
ça con aquella, que su graçia y su reposso y su casa llena y su saber basta para hazer tor
nar locos a los sabios. Y si vuestra merçed dará la deuisa a mi moço, será menester que
yo me enpeñe para dalle jubón de la misma deuisa. sustituto: Andá, señora Loça
na, que no suelo yo dar deuisa que no dé todo. En esto verá que no la tengo oluidada a mi
señora Virgilia, que boto a Dios que mejor sé lo que tengo en ella que no lo que tengo en mi
caxa. Veys, aquí viene el mallogrado de vuestro criado con capa; pareçe al superbio
de Perusa, que a nadie estima. Quédese él aquí, y vaya vuestra merçed: ¡buen viaje! loçana: ¡Quán
tas maneras ay en vosotros los ombres por sugetar a las sugetas, y matar a quien
muere! Allá esperaré al señor mi criado, por ver cómo le dize la librea de la seño
ra Virgilia.
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