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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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y era que, quando vn ombre hazía vn ynsigne delito no le dauan la muerte, mas con
denáuanlo a la ýnsula de Lípari. Ítem, ¿por qué más la llamé Loçana que otro nonbre?
Porque Loçana es nonbre más común y conprehende su nonbre primero, Aldonça (o
Alaroça, en lengua arábica), y Vellida, lo mismo. De manera que Loçana significa lo que
cada vn nonbre destos otros significan. Ansí que Vellida y Alaroça y Aldonça particular
mente demuestran cosa garrida o hermosa, y Loçana generalmente loçanía, hermo
sura, lindeza, fresqueza y belleza. Por tanto, digo que para gozar deste retrato y para
murmurar del autor, que primero lo deuen bien leer y entender, sed non legatur in esco
lis. (No metí la tabla, aunque estaua hecha, porque esto basta por tabla.)
Epístola del Autor
Esta epístola añadió el Autor el año de mill e quinientos e veynte e siete, vista
la destruyción de Roma y la gran pestilençia que suçedió, dando gracias a Dios
que le dexó ver el castigo que méritamente Dios premitió a vn tanto pueblo
¿qvién jamás pudo pen
sar, ¡o, Roma!, ¡o, Babi
lón!, que tanta confusión
pusiessen en ti estos tramontanos
ocidentales y de Aquilón, castiga
dores de tu error? Leyendo tus
libros verás lo que más mereçe
tu poco temor. ¡O, qué fortuna vi
en ti y o, auiéndote visto triun
fante!, y agora te veo y con el
dedo te cuento. Dime, ¿dónde son
los galanes, las hermosas que
con vna chica fossa en diez días
cobriste y encerraste, dando
fin a las fauoridas, pues vna sáuana enboluió sus cuerpos pestíferos? Las que no se
pudié biuir con ellas ya son sepultas: yo las vi. ¡O, Loçana! ¿Qué esperas? Mira la Garça
Montesina, que la lleuan sobre vna escalereta por no hallar, ni la ay, vna tabla en toda
Roma. ¿Dónde es el fauor? ¿Cómo uan sin lunbre, sin son y sin llanto? Mira los galanes que se ata
pan las narizes quando con ellas passan. ¡O, Dios! ¿Pensolo nadie jamás tan alto secreto y
juyzio como nos vino este año a los habitatores que offendíamos a tu Magestad?
No te offendieron las paredes y por esso quedaron enhiestas. Y lo que no hizieron los sol
dados heziste tú, Señor, pues enbiaste después del saco y de la ruyna, pestilençia yn
audita con carbones péssimos y seuíssimos, hanbre a los ricos, hechos pobres men
digos. Finalmente que vi el fin de los munchos juizios que auía visto y escrito. ¡O, quánta pe
na mereció tu libertad y el no tenplarte, Roma, moderando tu ingratitud a tantos
benefiçios reçebidos! Pues eres cabeça de santidad y llaue del cielo y colegio de
doctrina y cámara de sacerdotes y patria común, ¿quién vido la cabeça hecha pies
y los pies delante? ¡Sabroso principio para amargo fin! ¡O, vosotros, que vernés tras los
castigados, mirá este retrato de Roma y nadie o ninguno sea causa que se haga
otro! Mirá bien este y su fin, que es el castigo del çielo y de la tierra, pues los elementos
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