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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital

AutorFrancisco Delicado (1485-1535)
Lugar de publicaciónVenecia
Año de publicaciónca. 1530
Ubicación del originalBiblioteca Nacional de Austria
Extensión108 páginas

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índice   Mamotreto LXVI < Section Apología > Éxplicit o Tabla

Apología Cómo se escusa el Autor en la fin del Retrato de la Loçana, en laude de las mugeres Sin dubda, si ningún ombre quisiesse escreuir el audaçia de las mugeres, no creo que bastassen plumas de veloçes escritores; y si, por semejante, quisiesse escreuir la bondad, honestidad, deuoçión, charidad, castidad y lealtad que en las claras mugeres se halla y hemos visto, porque las que son buenas no son tanto partiçipadas en común. Por tanto, munchas virtudes están táçitas y ocultas que serían espejo a quien las oyese contar. Y como la muger sea jardín del ombre y no ay cosa en este mundo que tanto realegre al ombre esterior, y que tanto y tan presto lo regozije, porque no solamente el ánima del ombre se alegra en ver y conuersar muger, ma todos sus sentidos, pulsos y mienbros se reuiuifican yncontinente. Y si ouiese en la muger modestia y en el ombre tenperança honesta, gozarían con temor lo que, con temerosa audaçia, ciega la ynpaçiençia, ansí al ombre raçional como a la frágile muger. Y çierto que si este tal jardín que Dios nos dio para recreaçión corporal, que si no castamente, al menos cautamente lo gozásemos en tal manera que naçiesen en este tal jardín frutos de bendiçión, porque toda obra loha y alaba a su Hazedor quando la preçede el temor, y este tal fruto aprouecha en laude a su Criador, máxime a quien lo sabe moderar. La señora Loçana fue muger muy audace, y como las mugeres conosçen ser solaçio a los ombres y ser su recreaçión común, piensan y hazen lo que no harían si tuuiesen el prinçipio de la sapiençia, que es temer al Señor. Y la que alcança esta sapiençia o intelligençia es más preciosa que ningún diamante; y ansí, por el contrario, muy vil. Y sin dubda, en esto quiero dar gloria a la Loçana, que se guardaua muncho de hazer cosas que fuessen ofensa a Dios ni a sus mandamientos, porque, sin perjuyzio de partes, procuraua comer y beuer sin ofensión ninguna; la qual se apartó con tienpo y se fue a biuir a la ínsula de pari y allí se mudó el nonbre y se llamó la Vellida. De manera que gozó de tres nonbres: en España, Aldonça, y en Roma, la Loçana y en Lípari, la Vellida. Y si alguno quisiere saber del autor quál fue su yntinçión de retraer reprehendiendo a la Loçana y a sus secaçes, lean el prinçipio del retrato. Y si quisieren reprehender que por qué no van munchas palabras en perfeta lengua castellana, digo que, siendo andaluz y no letrado y escriuiendo para darme solaçio y passar mi fortuna que en este tienpo el Señor me hauía dado, conformaua mi hablar al sonido de mis orejas, que es la lengua materna y su común hablar entre mugeres. Y si dizen por qué puse algunas palabras en ytaliano, púdelo hazer escriuiendo en Ytalia, pues Tulio escriuió en latín y dixo munchos vocablos griegos y con letras griegas. Si me dizen que por qué no fui más elegante, digo que soy yñorante y no bachiller. Si me dizen cómo alcancé a saber tantas particularidades, buenas o malas, digo que no es muncho escreuir vna vez lo que vi hazer y dezir tantas vezes. Y si alguno quisiere dezir que ay palabras maliçiosas, digo que no quiera nadie glosar maliçias ynputándolas a , porque yo no pensé poner nada que no fuesse claro y a ojos vistas. Y si alguna palabra ouiere, digo que no es maliçiosa sino malencónica, como mi passión antes que sanasse. Y si dixeren que por qué perdí el tienpo retrayendo a la Loçana y a sus secaçes, respondo que, siendo atormentado de vna grande y prolixa enfermedad, pareçía que me espaçiaua con estas vanidades. Y si, por ventura, os veniere por las manos vn otro tratado, De consolaçione ynfirmorum, podéys ver en él mis pasiones para consolar a los que la fortuna hizo apassionados como a . Y en el tratado que hize del leño del Yndia sabréys el remedio mediante el qual me fue contribuyda la sanidad y conoçeréys el autor no auer perdido todo el tienpo, porque, como vi coger los ramos y las hojas del árbor de la vanidad a tantos, yo, que soy de chica estatura, no alcançé más alto: asenteme al pie hasta pasar, como pasé, mi enfermedad. Si me dezís por qué en todo este retrato no puse mi nonbre, digo que mi offiçio me hizo noble, siendo de los mínimos de mis conterráneos, y por esto callé el nonbre, por no vituperar el offiçio escriuiendo vanidades con menos culpa que otros que conpusieron y no vieron como yo. Por tanto, ruego al prudente letor, juntamente con quien este retrato viere, no me culpe, máxime que, sin venir a Roma, verá lo que el viçio della causa. Ansí mismo, por este retrato sabrán munchas cosas que deseauan ver y oýr, estándose cada uno en su patria, que cierto es vna grande feliçidad no extimada. Y si alguno me dirá algún inproperio en mi ausencia al ánima o al cuerpo imperet sibi Deus, saluo iñorante, porque yo confieso ser vn asno, y no de oro. Válete con perdón y notá esta conclusión. El ánima del ombre desea que el cuerpo le fuesse par perpetuamente. Por tanto, todas aquellas personas que se retraherán de caer en semejantes cosas, como estas que en este retrato son contadas, serán pares al espíritu y no a la voluntad ni a los viçios corporales. Y siendo dispares o desyguales a semejantes personas, no serán retraýdas. Y serán y seremos gloria y laude a aquel ynfinito Señor que para nos preseruó y preseruará. Amen.

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