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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital

AutorFrancisco Delicado (1485-1535)
Lugar de publicaciónVenecia
Año de publicaciónca. 1530
Ubicación del originalBiblioteca Nacional de Austria
Extensión108 páginas

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Y como ay vna profeçía que dize Merlín que ha de tornar cada cosa a su lugar, como aquellos al cufro de la muger, por esso se dan tanta priessa, por no quedar sin ellos, y beata la muger a quien se le pegaren los primeros. Por tanto, si vos me creéys, hazé desta manera: alçá las nalgas y tomaldo a él por las ancas y apretá con vos y quedaréys con cobertera y preñada. Y esto hazed hasta que açertéys. peregrina: Dezime, señora Loçana, ¿qué quiere dezir que los ombres tienen los conpañones gordos como hueuos de gallina, de paloma y de golondrina, y otros que no tienen sino vno? loçana: Si bien los mirastes, en ellos vistes las señales. Auéys de saber que los que no tienen sino vno perdieron el otro desuirgando mugeres ançianas. Y los que los tienen como golondrinas se los an desminuydo malas mugeres quando sueltan su artillería. Y los que los tienen como paloma, esos te saquen la carcoma. Y los que los tienen como gallina es buena su manida. pelegrina: Dezime, señora Loçana, ¿qué quiere dezir que los moços tienen más fuerça y mejor que sus amos, por más ombres de bien que sean? loçana: Porque somos las mugeres bouas. Çierta cosa es que para dormir de noche y para sudar no’s hazéys camisa sotil, que luego destexe. El ombre, si está bien vestido, contenta al ver, mas no satisfaze la voluntad. Y por esto valen más los moços que sus amos en este caso. Y la camisa sotil es buena para las fiestas, y la gorda a la continua. Que la muger sin ombre es como fuego sin leña. Y el ombre machucho que la ençienda y que coma torreznos, por que haga los mamotretos a sus tienpos. Y su amo que page el alquilé de la casa y que la saya. Y ansí, pelallos y popallos y cansarlos, y después de pelados, dexallos enxugar.

Mamotreto LXIV. Cómo vinieron quatro palafreneros a la Loçana, si quería tomar en su casa vn gentil ombre que venía a negociar, y traýa vn asnico sardo llamado Robusto y ensalmoles los encordios. Y dize vno

palafrenero: Señora Loçana, nosotros, como somos huérfanos y no tenemos agüelas, venimos con nuestros tencones en las manos a que nos ensalméys, y yo, huérfano, a que me beséys. loçana: Amigos, este monte no es para asnos, conprá mulos. ¡Qué gentileza! Hazesme subir la calamita. ¡Si os viera hazer esso Ranpín, el brauo, que es vn diablo de la peña Camasia! ¿Pensáys que soy yo vuestra Ginebra, que se afeita ella misma por no dar vn julio a quien la haría pareçer moça? palafrenero: Puta ella y vos tanbién, ¡guay de ti, Jerusalén! camarino: Señora Loçana, ensalmanos estos encordios y veys aquí esta espada y estos estafiles: vendeldos vos para melezinas. loçana: Vení vno a vno. Dexame poner la mano. camarino: ¡Ay! Que estáys fría. loçana: Vos seréys abad, que soys medroso. Vení vos. ¡O, qué tenéys de pelos en esta forma! Dios la bendiga. Vería si tuuiesse çejas. palafrenero: Señora Loçana, si tuuiese tantos esclauos que vender, a vos daría el mejor. loçana: Andá, que vos seréys mercader cobdiçioso. Vení vos. Esperá. Meteré la mano. saracín: Meté, señora, mas mirá que estoy derecho. loçana: ¡Por mi vida que soys cauallero y hidalgo, avnque pobre! Y si tanto direcho tuviésedes a un benefiçio sería vuestra la sententia. Esperá, diré las palabras y tocaré, porque en el tocar está la virtud. saraçín. Pues dígalas vuestra merçed alto que las oygamos. loçana: contenta. Santo Ensalmo se salió, y contigo encontró y su vista te sanó. Ansí como

Leyenda:

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