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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital

AutorFrancisco Delicado (1485-1535)
Lugar de publicaciónVenecia
Año de publicaciónca. 1530
Ubicación del originalBiblioteca Nacional de Austria
Extensión108 páginas

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señora, yo’s lo diré. Çierto es que si yo no tuuiese vergüença, que quantos ombres passan querría que me besasen, y si no fuesse el temor, cada uno entraría y pediría lo vedado. Mas el temor de ser castigados los que tal hiziesen, no se atreuen; porque la ley es hecha para los transgressores. Y assí de la vergüença, la qual ocupa que no se haga lo que se piensa. Y si yo supiesse o viesse estas tres cosas que arriba he dicho, sabría más que Juan d’Espera en Dios, de manera que quantas putas me viniesen a las manos les haría las çejas a la chançilleresca, y a mi marido se los pornía verdes, que sinifican esperança, porque me metió el anillo de cuerno de búfalo. Y la quarta, que penitus jnñoro es: ¿de quién me tengo de enpreñar quando alguno m’enpreñe? Señora, vaya Jusquina delante y lleue los adereços. Vamos por aquí, que no ay gente. Señora, ya comiençan las máxcaras. ¡Mire vuestra merçed quál va el vellaco de Hércoles enmaxcarado! Y ¡oliua, oliua de Spaña! Aquí vienen y hazen quistión, y van cantando. ¡Agora me vezo sonar de rezio! Entre vuestra merçed y salgamos presto, que me vernán a buscar más de quatro agora que andan máxcaras, que aquí ganaré yo qualque ducado para dar la parte a mastro Aresto el de Betrala, que medicó el asno y meritó el aluarda. ¡Pues vaya a la horca, que no me ha de faltar ombre, aunque lo sepa hurtar!

Mamotreto LXIII. Cómo la Loçana fue a su casa y enbió por vn sastre, y se vistió del paño que le dieron en casa del coronel, y lo que pasó con vna boua. Y dize la Loçana

loçana: ¿Dónde metéys essa leña? ¿Y el caruón? ¿Está abaxo? ¿Mirastes si era bueno? ¿Sobistes arriba los barriles, los presutos y quesos? ¿Contastes quántas pieças de tela vinieron? ¿Vistes si el olio está seguro que no se derrame? Pues andá: llamá a maestro Gil, no sea para esotra semana. Y mirá que ya comiençan las máxcaras a andar en torno. Estas carrastollendas tenemos de ganar. Torná presto porque prestéys essos vestidos a quien os los pagare. ¿Veys? Viene madona Pelegrina, la sinple, a sse afeitar. Aunque es boua, sienpre me da vn julio; y otro que le venderé de solimán, serán dos. Entrá, ánima mía cara. ¿Y con este tienpo venís, ánima mía dulçe, saporida? ¡Mirá qué ojos y qué dientes! Bien pareçe que soys de buena parte. Bene mío, assentaos, que venís cansada, que vos soys española, por la vida, y podría ser, que los españoles por do uan sienbran, que veynte años ha que nos los tenés allá por essa Lonbardía. ¿Estáys gráuida, mi señora? pelegrina: Señora, no. Mas si vos, señora Loçana, me supiésedes dezir con qué me engrauidase, yo’s lo satisfaría muy bien, que no deseo en este mundo otro. loçana: ¡Ay, ánima mía ençucarada! Récipe lo que qu’es bueno, si vos lo podéys hazer. Tomá sáuana de frayle que no sea quebrado y halda de camisa de clérigo macho y reçincháoslas a las caderas con vñas de sacristán marçolino, y veréys qué hijo haréys. pelegrina: Señora Loçana, vos que sabéys en qué caen estas cosas, dezime, ¿qué quiere dezir que quando los ombres hazen aquella cosa se dan tanta prisa? loçana: Auéys de saber que me plaze, porque el dicípulo que no dubda ni pregunta no sabrá jamás nada, y esta tierra haze los ingenios sotiles y biuos, máxime vos, que soys de la Marca. Muncho más sabréys interrogando que no adeuinando. Auéys de saber que fue vn enperador que, como viese que las mugeres tenían antiguamente cobertera en el ojo de cucharica de plata y los ombres fuessen eunucos, mandó que de la cobertera hiziessen conpañones a los ombres.

Leyenda:

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