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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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güença, le di a entender la criatura no tener orejas ni dedos. Ella, que estimaua el ho
nor, rogome que si la sabía o podía que le ayudase, que sería d’ella pagada. “Aquí está”,
digo yo,
“el marido de la tal, que por mi amor hos seruirá, y tiene excelençia en estas
cosas”.
Finalmente, que hizo dedos y orejas, cosa por cosa. Y venido su marido, ella lo
reprehende hauer tan poca auertençia, antes que se partiera, a no dexar acabada la
criatura. Desta manera podemos seruiros, máxime que, diziendo que soys físsico exi
mio, pegará mejor nuestro engrudo.
médico: No quería yr por lana y que hiziésse
des a mi muger hallar vna saya que estotro día perdió.
loçana: ¡Por el sacrosanto sa
co de Florencia, que quiero otro que saya de vuestra merçed!
Mamotreto LXII. Cómo la señora Ynperia, partido el médico, hordenó
de yr a la estufa ella y la Loçana, y cómo encontraron
a vno que dezía “Oliua, oliua d’España”, el qual yua en
máxcara, y dize la Ynperia al médico
ynperia:
¿Qvé se dize, maestro Arresto? ¿Retoçáuades a la Loçana o veramente hazé
ys partido con ella que no os lleue los prouechos? Ya lo hará si se lo pagáys.
Por esso, antes que se parta, sed de acordo con ella.
médico: Señora, entre ella
y mí el acuerdo sería que partiéssemos lo ganado y partiçipásemos de lo por venir,
mas Ranpín despriua a munchos buenos que querían ser en su lugar. Mas si la se
ñora Loçana quiere, ya me puede dar vna espetatiua en forma común para quan
do Ranpín se parta que entre yo en su lugar, porque, como ella dize, no esté lugar vazío,
la qual razón conuiene con todos los philósophos que quieren que no aya lugar va
cuo. Y, después desto, verná bien su conjunçión con la mía que, como dizen, “segund
que es la materia que el ombre manea, ansí es más exçelente el maestro que la opera”.
Porque çierta cosa es que más exçelente es el médico del cuerpo humano raçional
que no el albéytar, que medica el cuerpo yraçional; y más exçelente el mienbro del
ojo que no el dedo del pie, y mayor milagro hizo Dios en la cara del ombre o de la
muger que no en todo el ombre ni en todo el mundo, y por esso no se halla jamás
que vna cara sea semejante a otra en todas las partículas, porque, si se pareçe en la
nariz no se pareçe en la barua, y assí de singulis. De manera que yo al cuerpo y ella
a la cara, como más exçelente y mejor artesana de caras que en nuestros tienpos se uido,
estaríamos juntos y ganaríamos para la vejez poder passar, yo sin réçipe y ella sin
hic et hec et hoc, el alcohol. Y amigos, como de antes.
Y beso las manos a vuestra
merçed y a mi señora Loçana la boca.
loçana: Yo la vuestra ençucarada. ¿Qué me de
zís? Quando vos quisiéredes regar mi manantío, está presto y a vuestro seruiçio, que
yo sería la dichosa.
ynperia: Más vale asno que os lleue que no cauallo que os de
rueque. De Ranpín hazéys vos lo que queréys y sirue de todo. Y dexá razones y
vamos a la estufa.
loçana: Vamos, señora, mas sienpre es bueno saber. Que yo tres o
quatro cosas no sé que deseo conocer. La vna, qué vía hazen o qué color tienen los cuer
nos de los ombres. Y la otra, querría leer lo que entiendo. Y la otra, querría que en
mi tienpo se perdiese el temor y la vergüença para que cada uno pida y haga lo
que quisiere. ynperia:
Esso postrero no entiendo, de temor y vergüença.
loçana: Yo,
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