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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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Mamotreto LIX. Cómo la Loçana fue a casa de madona Clarina, fauorida,
y encontró con dos médicos, y el vno hera çirúgico, y to
dos dos dizen
Físico y cirúgico:
Señora Loçana, ¿adónde se va? ¿Qué
espeçiería es essa, que debaxo lle
uáys? ¿Ay curas? ¿Ay curas? Danos parte.
loçana: Señores míos, la parte por
el todo y el todo por la parte, y yo que
soy presta para sus seruiçios. Físico:
Señora Loçana, auéys de saber que, si
todos los médicos que al presente nos
hallamos en Roma nos juntásemos
de acuerdo, que deuíamos hazer lo que
antiguamente hizieron nuestros anteçe
sores. En la vía de San Sebastián estauan
vnas tres fosas llenas de agua, la qual
agua hera natural y tenía esta vir
tud: que quantas personas tenían mal
de la çintura abaxo yvan allí tres ve
zes vna semana y entrauan en aquellas fosas de pies, y estauan allí dos horas por
buelta y ansí sanauan de qualquier mal que tuuiessen en las partes inferiores, de
modo que los médicos de aquel tienpo no podién medicar sino de la çintura arri
ba. Visto esto, fueron todos y çegaron estos fosos o manantíos y hizieron que
vn arroyo que yva por otra parte que pasasse por ençima porque no se hallassen.
Y agora aquel arroyo tiene la misma virtud para los cauallos y mulas repre
sas y, finalmente, a todas las bestias represas que allí meten sanan, como auéys
visto si auéys pasado por allí. Esto digo que deuíamos hazer, pues que ni de la çin
tura arriba ni de la çintura abaxo no nos days parte.
cirúgico: Señora Loçana,
nosotros deuíamos hazer con vos como hizo aquel médico pobre que entró en
Andújar, que, como vido y prouó los munchos y buenos ráuanos que allí nacen,
se salió y se fue a otra tierra porque allí no podía él medicar, que los ráuanos defen
dían las enfermedades. Digo que me auéys lleuado de las manos más de seys perso
nas que yo curaua que, como no les duelen las plagas con lo que vos les aués dicho,
no vienen a nosotros, y nosotros, si no duelen las heridas, metemos con qué duelan y
escuezgan porque vean que sabemos algo quando les quitamos aquel dolor. Ansí
mismo a otros ponemos vngüento egipçiaco, que tiene vinagre. loçana:
Como a ca
uallos, vngüento de albéitares.
médico: A los dientes no ay remedio sino pasallos
a çera, y vos mandáys que traygan maxcando el almástiga y que se los linpien con
raýzes de maluas cochas en vino, y mandayslos lauar con agua fría, que no ay
mejor cosa para ellos y para la cara y manos: lauar con fría y no callente. Mas si lo
dizimos nosotros no tornarán los pacientes. Y assí, es menester que huyamos de vos
porque no concuerda vuestra medicaçión con nuestra cúpida yntençión.
loçana: Señores míos,
ya veo que me queréys motejar. Mis melezinas son: si pega, pega. Y míroles a las manos
como haze quien algo sabe. Señores, concluý que el médico y la medicina los sa
bios se siruen d’él y della, mas no ay tan asno médico como el que quiere sanar el griñimón,
que Dios lo puso en su disposiçión. Si vuestras merçedes quieren vn poco de fauor
con madona Clarina en pago de mi malefiçio, esperen aquí y haré a su señoría
que hable a vuestras merçedes, que no será poco. Y si tiene que medicarse en su fuente,
entrarán vuestras merçedes aunque sea de rodillas. cirúgico:
Pues sea ansí, señora
Loçana. Diga barua qué haga. No querría que más valiese mi capa de lo que esta ga
na. Ya es entrada. Esperemos y veremos la clareza que Dios puso en esta ytaliana,
que dizen que, quando beue, se le pareçe el agua y se le pueden contar las venas. ¿Veyslas
las dos? Hable vuestra merçed, que yo no sé qué le dezir.
médico: Madona Clarina, séale
recomendada la señora Loçana.
clarina: Oý, da, me recomiendo. Dime, Loçana,
¿quién son aquellos?
loçana: Señora, el vno es de Orgaz y el otro de Jamilena, que me
dicaua y hyua por leña y metía todas las orinas juntas por saber el mal de la comu
nidad. Señora, vamos a la loja.
clarina: Andemos. Dezime, ¿qué cosa ay aquí en aque
sta escátula?
loçana: Madona, vnos poluos para los dientes, que no se caygan jamás.
clarina: ¿Y esto?
loçana: Para los ojos.
clarina: Dime, española, ¿es para mí?
loçana: Mado
na, no, que es para madona Albina, la de Auiñón.
clarina: ¡Vaya a la horca! ¡Dámelo
a mí!
loçana: No lo hagáys, señora, que si vos supiésedes lo que a ella le cuesta, que dos
cueros de olio se an gastado, que ella conpró que heran de más de çien años, por hazer
esto poquito.
clarina: No te curar, Loçana, que non vollo que lei sea da tanto que habia questo,
que yo te darò olio de duzenti ani que me donò a mí miçer yncornato mio, trouato so
ta terra.
Dime, ¿ha ella casa ni viña como que ho yo?
loçana: Sea desta manera: tomad
vos vn poco y dadme a mí otro poco que le lleue, porque yo no pierda lo que me ha
prometido, que la póluora no se halla ansí a quien la quiere, que se haze en el pa
raýso terenal y me la dio a mí vn mi caro amante que yo tuue, que fue mi señor Dio
medes,
el segundo amor que yo tuue en este mundo, y a él se la dieron los turcos,
que van y vienen cassi a la continua. Y piense vuestra señoría que tal póluora como essa
no me la quitaría yo de mí por dalla a otrie si no tuuiese gran nesçesidad, que no ten
go
pedaço de camisa ni de sáuanas, y sobre toda la nesçesidad que tengo de vn pa
uellón y de vn tornalecho, que si no fuesse esto que ella me prometió para quando
se lo lleuasse, no sería yo osada a quitar de mí vna póluora tan exçelente, que si los
dientes están bien apretados con ella no se caerán jamás. clarina:
Vení acá, Loçana.
Abrí aquella caxa grande, tomá dos pieças de tela romanesca para vn pauellón. Va, abre
aquel forçel e tomá dos pieças de tela de Lodi para hazer sáuanas y tomá hilo mal
fetano para coserlo todo. Va, abre el otro forçer y tomá dos pieças de cortinela pa
ra que hagáys camisas. Y tomá otra pieça de tela romanesca para hazer camisas a
vuestro nueuo marido.
loçana: Madona, mire vuestra señoría que yo de todo esto me contento,
mas ¿cómo haremos, que el poltrón de mi preterido criado me descubrirá, porque
ella misma le prometió vnas calças y vn jubón?
clarina: Bien va. Abre aquella
otra caxa y tomá vn par de calças nueuas y vn jubón de raso, que hallarás quatro.
Tomá el mejor y llamá la Esclauona que tome vn canestro y vaya con vos a lleua
ros estas cosas a vuestra casa. Y yd presto porque aquel azemilero no’s tome el olio, que se
podría hazer bálsamo, tanto es bueno. Y guardá, española, que no des a nadie desto que
me as dado a mí.
loçana: Madona, no; mas haré desta manera: que pistaré el almáçiga, y
la grana, y el alunbre, y se lo daré, y diré que sea essa misma. Y haré vn poco de olio
de hauas y diré que se lo ponga con el colirio, que es apropiado para los ojos. Y ansí
no sabrá que vuestra señoría tiene lo más perfeto.
clarina: Andá y hazé ansí, por mi
amor, y no de otro modo. Y recomendame a vuestro marido, miçer Ranpín.
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