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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital

AutorFrancisco Delicado (1485-1535)
Lugar de publicaciónVenecia
Año de publicaciónca. 1530
Ubicación del originalBiblioteca Nacional de Austria
Extensión108 páginas

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niendo de lexos y luengas partidas y de diuersas naçiones y lenguajes, que, si bien se mira en ello, no ay tantos lenguajes en Babilonia, adonde yo soy estada en mi juuentud. Ansí que, si esto se hiziese, munchas más vernían y sería como en las batallas, quando echan delante la gente harmada y, a la postre, quando van faltando estos, los peones y hombres d’armas, y esles fuerça pelear a ellos y a los otros que esperauan seguir vitoria, que si bien venzen el canpo, no ay quien lo regozije como en la de Ráuena, ni quien fauoresca el plazer que consiguen por ser pocos y solos, que no tienen quien los ayude a leuantar. Y así esperan la luna de Boloña, que es como el socorro de Scalona; ansí que, tornando al propósito, quiero dezir que, quando a las perdidas y lisiadas y pobres y en senetud constitutas, no les dan el premio o mérito que mereçen, serán causa que no vengan munchas que vinieran a releuar a las naturales las fatigas y cansançios y conbates, y esto causará la yngratitud que con las passadas husaron, y de aquí redundará que los galanes requieran a las casadas y a las vírgenes desta tierra, y ellas darán de sus casas joyas, dinero y quanto ternán a quien las encubra y a quien las quiera, de modo que quedarán los naturales ligeros como çieruos asentados a la sonbra del alcornoque; y ellas, contentas y pobres, porque se quiere dexar hazer el tal offiçio a quien lo sabe manear.

Mamotreto XLV. Vna respuesta que haze este Siluano, su conoçido de la Loçana

siluano: Por mi vida, señora Loçana, que creo que si fuérades vos la misma teórica no dixérades más de lo dicho; mas quiero que sepáys que la taberna meritoria para essas señoras ya está hecha archiospital, y la honrra, ayuda y triunfo que ellas dan al senato es como el grano que sienbran sobre las piedras, que como naçe se seca. Y si oýstes dezir que antiguamente, quando venía vn romano o enperador con vitoria, lo lleuauan en vn carro triunfante por toda la çibdad de Roma, y esto hera gran honrra, y en señal de forteza vna corona de hojas de roble, y él asentado ençima, y si alguna señal tenía de las heridas que en las batallas y conbates oviese resçebido la mostraua públicamente, de manera que entonçes el carro y la corona y las heridas heran su gloria, y después su renonbre, fama y gloria, ¿qué mejor ni más largo os lo puedo yo dar a entender, señora Loçana, de lo que vos misma podéys ver? Que, como se hazen françesas o grimanas, es neçessario que, en muerte o en uida, vayan a Santiago de las Carretas, y allí el carro y la corona de flores y las heridas serán su mérito y renonbre a las que vernán, las quales tomarán audibilia pro uisibilia. Ansí que, señora Loçana, a uos no’s ha de faltar sin ellas de comer, que ayer, hablando con vn mi amigo, hablamos de lo que vos alcançáys a saber, porque me recordé quando nos ronpistes las agallas a y a quantos estáuamos en el vanco de ginoueses. loçana: Y si entonçes las agallas, agora los agallones. Y oýdme dos razones.

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