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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital

AutorFrancisco Delicado (1485-1535)
Lugar de publicaciónVenecia
Año de publicaciónca. 1530
Ubicación del originalBiblioteca Nacional de Austria
Extensión108 páginas

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Mamotreto XLIV. Cómo fue otro día a visitarla este su conoçido Siluano, y las cosas que allí contaron

siluano: Señora Loçana, no se marauelle, que quien viene no viene tarde y el deseo grande vuestro me ha traýdo, y tanbién por ver si ay páxaros en los nidos d’antaño. loçana: Señor, nunca faltan palomas al palomar. Y a quien bien os quiere no le faltarán palominos que os dar. siluano: No sean de camisa, que todo quanto vos me dezís os creo. ¡Dios os bendiga, qué gorda estáys! loçana: Ermano, como a mis espesas y sábeme bien, y no tengo enbidia al Papa, y gánolo y esténtolo y quiéromelo gozar y triunfar, y mal año para putas, que ya las he dado de mano, que, por la luz de Dios, que si me an menester, que vienen cayendo, que ya no soy la que solía. Mirá qué casa y en qué lugar, y qué paramentos y qué lecho que tengo. Saluo que esse vellaco me lo gasta cada noche, que no duerme seguro y yo que nunca estoy queda; y vos que me entendéys, que somos tres. ¡Hi, hi! ¿Acordaysos de aquellos tienpos passados cómo triunfáuamos? Y auía otros modos de biuir, y heran las putas más francas y los galanes de aquel tienpo no conprauan offiçios ni escuderatos como agora, que todo lo espendían con putas y en plazeres y conbites. Agora no ay sino maullantes, ouero, como dizen en esta tierra, fotiuento, que todo el año hazen hebrero, y ansí se pasan; no como quando yo me recuerdo, que venía yo cada sábado con vna dozena de ducados ganados en menos tienpo que no ha que venistes; y agora, quando traygo doze julios, es muncho. Pues Sábado Santo me recuerdo venir tan cansada, que estaua toda la Pascua sin yr a estaçiones ni a uer parientas ni amigas, y agora este Sábado Santo con negros ocho ducadillos me ençerré, que me marauillo cómo no me ahorqué. ¡Pues las Nauidades de aquel tienpo, los aguinaldos y las manchas que me dauan! Como agora, çierto nunca tan gran estrechura se vido en Cataluña ny en Florençia como agora ay en Roma. Y si miráys en ello, entonçes traýan vnas mangas bouas y agora todos las traen a la perladesca. No , por lo digo; que me marauillo cómo pueden biuir munchas pobres mugeres que an seruido esta corte con sus haziendas y honeras, y puesto su vida al tablero por honrrar la corte y pelear y batallar, que no las bastauan puertas de hierro, y ponían sus copos por broquel y sus oýdos por capaçetes, conbatiendo a sus espesas y a sus acostamientos de noche y de día. Y agora, ¿qué mérito les dan?, saluo que vnas, rotos braços; otras, gastadas sus personas y bienes; otras, señaladas y con dolores; otras, paridas y desmanparadas; otras, que siendo señoras son agora sieruas; otras, estaçioneras; otras, lauanderas; otras, estableras; otras, cabestro de miles; otras, alcahuetas; otras, parteras; otras, cámara locanda; otras, que hilan y no son pagadas; otras, que piden a quien pidió y siruen a quien siruió; otras, que ayunan por no tener; otras, por no poder; ansí que todas esperan que el Senado las prouea a cada una según el tienpo que siruió y los méritos que debe auer, que sean satisfechas. Y segund piensan y creen, que harán vna tauerna meritoria, como antiguamente solían tener los romanos y agora la tienen veneçianos, en la qual todos aquellos que auían seruido o conbatido por el senado romano, si venían a ser viejos o quedauan lissiados de sus mienbros por las armas o por la defensión del pueblo, les dauan la dicha tauerna meritoria, en la qual les proueýan del vito e vestito. Esto alhora hera bueno, que el senado cobraua fama y los conbatientes tenían esta esperança, la qual causaua en ellos ánimo y lealtad. Y no solamente entonçes, mas agora se espera que se dará a las conbatientes, en las quales ha quedado el arte militario, y máxime a las que con buen ánimo an seruido y siruen en esta alma çibdad, las quales, como dixe, pusieron sus personas y fatigas al carro del triunfo passado por mantener la tierra y tenella abastada y honrrada con sus personas, vi niendo de lexos y luengas partidas y de diuersas naçiones y lenguajes, que, si bien se mira en ello, no ay tantos lenguajes en Babilonia, adonde yo soy estada en mi juuentud. Ansí que, si esto se hiziese, munchas más vernían y sería como en las batallas, quando echan delante la gente harmada y, a la postre, quando van faltando estos, los peones y hombres d’armas, y esles fuerça pelear a ellos y a los otros que esperauan seguir vitoria, que si bien venzen el canpo, no ay quien lo regozije como en la de Ráuena, ni quien fauoresca el plazer que consiguen por ser pocos y solos, que no tienen quien los ayude a leuantar. Y así esperan la luna de Boloña, que es como el socorro de Scalona; ansí que, tornando al propósito, quiero dezir que, quando a las perdidas y lisiadas y pobres y en senetud constitutas, no les dan el premio o mérito que mereçen, serán causa que no vengan munchas que vinieran a releuar a las naturales las fatigas y cansançios y conbates, y esto causará la yngratitud que con las passadas husaron, y de aquí redundará que los galanes requieran a las casadas y a las vírgenes desta tierra, y ellas darán de sus casas joyas, dinero y quanto ternán a quien las encubra y a quien las quiera, de modo que quedarán los naturales ligeros como çieruos asentados a la sonbra del alcornoque; y ellas, contentas y pobres, porque se quiere dexar hazer el tal offiçio a quien lo sabe manear.

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