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Retrato de la Loçana andaluza. Edición digital
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y que son amados de la tal, y que no vinieron a tienpo, y que el enamorado
ha de ser gastador como el tal y no míssero como el tal, y alabarlos que tienen gran
cosa, que es esto para muchachos hazellos reyes. Y a todos mirar de qué grado y con
diçión son, y en qué los puedo yo coger y a qué se estiende su facultad, y ansí sacaré
prouecho y pagamiento, si no en dineros en otras cosas, como de pajes rapina y
de hijos de mercaderes robaýna, y ansí daré a todos melezina. Yo sé que si me dispon
go a no tener enpacho y vo por la calle con mi çestillo y lleuo en él todos los apa
rejos que se requieren para aconchar, que no me faltará la merçed del Señor, y si
soy vergonçosa seré pobre, y como dizen, “mejor es tener que no demandar”. Assí que, si
tengo de hazer este ofiçio, quiero que se diga que no fue otra que mejor lo hiziese
que yo. ¿Qué vale a ninguno lo que sabe si no lo procura saber y hazer mejor que
otrie? Exenplo gratia: si vno no es buen jugador, ¿no pierde? Si es ladrón bueno, sábe
se guardar que no lo tomen. Ha de poner el ombre en lo que haze gran diligençia y
poca vergüenza y rota conçiençia para salir con su enpresa al corrillo de la gente.
Mamotreto XLII. Cómo, estando la Loçana sola, diziendo lo que le conuenía
hazer para tratar y platicar en esta tierra sin seruir a na
die, entró el Autor callando y disputaron los dos. Y dize
el Autor
autor:
Si está en casa la Loçana, quiero vella y demandalle vn poco de algalia pa
ra mi huéspeda qu’está sorda. En casa está. ¡Dame! ¿Con quién habla? ¡Voto a mí,
que deve de estar enojada con qualque puta! Y agora todo lo que dize será na
da, que después serán amigas antes que sea noche, porque ni ella sin ellas, ni ellas sin
ella no pueden biuir. Sabello tengo, que qualque cosa no le an querido dar, y por
esto son todas estas braverías o braueaduras. “¿Quién mató la leona, quién la mató?
Matola vuestro hierno, marido de vuestra hija”. Assí será esta quistión. Su criado aurá muer
to qualque ratón, y pensará que sea leona. Otra cosa es, agora la entiendo. ¿Qué
dize de sueños? Tanbién sabe de agüeros, y no sé qué otra cosa dixo de hurracas
y de tordos que saben hablar y que ella sabría biuir. ¿El Persio ha oýdo? ¡O, pesse a san,
con la puta astuta! ¡Y no le bastaua Ouidio, sino Persio! Quiero sobir, que no es de
perder, sino de gozar de sus desparates, y quiero atar bien la bolsa antes que suba,
que tiene mala boca, y sienpre mira allí. Creo que sus ojos se hizieron de bolsa age
na, aunque yo sienpre oý dezir que los ojos de las mugeres se hizieron de la bra
gueta del ombre, porque sienpre miran allí, y esta a la bolsa; de manera que para
con ella no basta vn ñudo en la bolsa y dos gordos en la boca, porque huele los
dineros donde están. Señora Loçana, ¿tiene algo de bueno a que me conbide? Que
vengo cansado, y pareçiome que no hazía mi deuer si no entraua a ueros, que, co
mo vos sabéys, os quiero yo muncho por ser de hazia mi tierra. Bien sabéys que
los días passados me hezistes pagar vnas calças a la Maya, y no quería yo aquello,
sino qualque biuda que me hiziesse vn hijo y pagalla bien, y vos que no perdiésse
des nada en auisarme de cosa linpia sobre todo, y haremos vn depósito que qual
quier muger se contente, y vos primero. loçana:
Señor, a todo ay remedio si
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